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¿Jugada maestra o derrape? El laborismo puede acabar descabezado en UK por una San Miguel
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Celia Maza (La Isla)

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¿Jugada maestra o derrape? El laborismo puede acabar descabezado en UK por una San Miguel

El líder de la oposición laborista promete dimitir si es multado por la policía por una reunión con su equipo en medio de restricciones para incrementar la presión sobre Boris Johnson

Foto: El lider laborista Starmer. (EFE/Andy Rain)
El lider laborista Starmer. (EFE/Andy Rain)

¿Suicidio político o maniobra maestra? El líder de la oposición laborista Keir Starmer se la ha jugado a todo o nada tras comprometerse a presentar su dimisión si finalmente es multado por el escándalo del 'beergate', que para los que se incorporan ahora a la trama, viene a ser la versión laborista del 'partygate'. En definitiva, 'you like tomato and I like tomahto'. Todo muy adulto para el Westminster del Siglo XXI.

La Policía de Durham -la misma que no tomó ningún tipo de represalia cuando Dominic Cummings, siendo asesor principal del primer ministro, decidió hacer un largo viaje en pleno confinamiento para comprobar 'que su vista estaba bien'- ha abierto ahora una investigación para esclarecer si Starmer violó las normas en abril del año pasado. Tras los actos de campaña para las elecciones del distrito de Hartlepool, se reunió con su equipo en el Durham Miners Hally y acabaron pidiendo cena india y cervezas. En concreto, San Miguel. En aquel momento, los eventos sociales en interior estaban prohibidos y las reuniones de trabajo presenciales solo tenían un pase si eran absolutamente imprescindibles.

Foto: Boris Johnson en la Abadía de Westminster. (EFE/Andy Rain)

Starmer reitera que no se violó la ley. Pero al poner ahora su puesto en manos de los agentes, lleva a cabo un astuto movimiento que aumenta la presión sobre Boris Johnson, que ya ha sido multado por Scotland Yard por la 'fiesta sorpresa de cumpleaños' que le preparó Carrie, pero permanece impasible en Downing Street. En definitiva, traza una clara línea divisoria con la competencia y honestidad del Gobierno, una hazaña tampoco demasiada complicada cuando tu oponente tiene toda la integridad de… Boris.

Eso sí. No se puede pasar por alto que al laborista le ha llevado tres días tomar la decisión, dando la razón a los críticos que apuntan que su mayor debilidad es la incapacidad de ser audaz cuando verdaderamente importa. De hecho, sus vacilantes actuaciones mediáticas bajo presión no presagian nada bueno para una campaña electoral ante las generales, previstas para primavera de 2024. En este sentido, tiene aún un largo recorrido por hacer.

Porque el cambio de imagen de la formación ya está consolidado. Tras la salida de Jeremy Corbyn, el nombramiento de Starmer vino a trasladar el mensaje de que los adultos volvían a tomar las riendas en el partido. Colocando a todo un 'Sir' (tiene el título oficial), de cabellera engominada y con un gran currículum como abogado de derechos humanos, se acababa de un plumazo con aquella sensación trasladada por la izquierda más radical, de un peligroso desafío al 'statu quo'.

Foto: El primer ministro británico, Boris Johnson. (Getty/Chris J. Radcliffe)

¿La jugada va a suponer ahora la salida de Johnson? Ni mucho menos. Es más, el problema para Starmer no venía por haber pedido la dimisión del primer ministro durante el escándalo del 'partygate', sino de reprochar el comportamiento del responsable del Tesoro, Rishi Sunak, cuyas ambiciones de convertirse en algún momento líder del Partido Conservador terminaron por llegar pronto a una reunión de Gabinete y tomar un pastel de cumpleaños. El 'Chancellor' fue multado por Scotland Yard por una transgresión realmente pequeña. Pero Starmer exigió también su renuncia y al imponer un umbral tan bajo, terminó metiéndose en su propio pozo.

Pero seamos serios, por favor. Y terminemos de malgastar tiempo y recursos de los agentes para cosas que no son. No se puede comparar fiestas en Downing Street en las que se metieron botellas de vinos en maletas a sabiendas de que se estaba violando las normas, con lo que ocurrió en Hartlepool o incluso con el cumpleaños feliz que se cantó previo a una reunión de ministros.

Pero toda la saga del 'partygate' viene a exponer cómo los medios de comunicación decimos arbitrariamente cuándo un evento se convierte en un escándalo. La 'fiesta sorpresa' de cumpleaños de Boris salió hace tiempo en The Times. Pero solo se describió como una infracción de la ley 18 meses después. Por su parte, las imágenes del 'beergate' grabadas por un grupo de estudiantes circularon durante meses en las redes sociales antes de que los tabloides afines al Partido Conservador decidieron que era un buen material en la antesala de las elecciones locales, donde los 'tories' igualmente han perdido más de 500 escaños.

Foto: Ian Paisley Jr, diputado del DUP. (Reuters/Clodagh Kilcoyne)

El anuncio de Starmer es una apuesta extremadamente arriesgada. Y pone en una situación difícil a la Policía. Si finalmente hay multa, terminará la carrera política de un hombre que aspira a ser el próximo primer ministro. Si no la hay, las quejas de los conservadores son más que esperadas.

Pero igual ha llegado el momento de dejarse de juegos. Con la guerra de Ucrania; el elevado coste de vida que ha llevado ya a más de 2 millones de adultos en el Reino Unido a no poder permitirse el lujo de comer todos los días; el Protocolo de Irlanda sin resolver; y el Gobierno de coalición en Belfast suspendido desde febrero, igual ha llegado el momento de acabar con los 'partygate'- 'beergate', 'tomato' o 'tomahto'. Los británicos se merecen otra cosa.

El anuncio de Starmer es una apuesta extremadamente arriesgada. Y pone en una situación difícil a la Policía. Si finalmente hay multa, terminará la carrera política de un hombre que aspira a ser el próximo primer ministro. Es más, la formación podría quedar completamente descabezada porque la Segunda, Ángela Rayner, también se compromete a presentar dimisión. Si no hay multa, las quejas de los conservadores son más que esperadas.

¿Suicidio político o maniobra maestra? El líder de la oposición laborista Keir Starmer se la ha jugado a todo o nada tras comprometerse a presentar su dimisión si finalmente es multado por el escándalo del 'beergate', que para los que se incorporan ahora a la trama, viene a ser la versión laborista del 'partygate'. En definitiva, 'you like tomato and I like tomahto'. Todo muy adulto para el Westminster del Siglo XXI.

Boris Johnson Scotland Yard Reino Unido