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La dificultad de expatriar a un ejecutivo español
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Ángel Villarino

Historias de Asia

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La dificultad de expatriar a un ejecutivo español

La imagen del expatriado español añorando la tortilla de patatas y el buen tiempo, desvelándose para ver el partido del Real Madrid y deseando volver a

La imagen del expatriado español añorando la tortilla de patatas y el buen tiempo, desvelándose para ver el partido del Real Madrid y deseando volver a casa por vacaciones es todo un clásico en el extranjero y una broma recurrente entre los compañeros de otros países europeos y americanos. ¿Será verdad eso de que como en España no se vive en ninguna parte, o quizá es que tenemos menos tablas que nuestros vecinos en esto de la globalización? Sea cual sea el motivo, para las empresas nacionales que tratan de internacionalizarse la falta de movilidad puede convertirse en un quebradero de cabeza.

Según un estudio presentado esta semana en Shanghai por Amec (asociación de empresas españolas pionera en fomentar la internacionalización) el 40% de las pymes de nuestro país ha afrontado dificultades serias a la hora de mandar personal a China. "Es cierto que tenemos más problemas que otros países, que la gente es más reacia. De hecho, muchas de nuestras empresas recurren a ejecutivos extranjeros. Sin ir más lejos, la directora de nuestra oficina en Shanghai es italiana. Y no es porque quisiésemos que no fuera española, sino porque se presentó voluntaria, algo que no hizo ningún español", explica a Cotizalia Joan Tristany, director general de Amec.

Por lógica, las dificultades son inversamente proporcionales al tamaño de la empresa. Si para una multinacional la expatriación es un asunto complicado, para las PYMES puede llegar a convertirse en una pesadilla. "En el caso de Asia es todavía peor. En China muchas de nuestros asociados se implantan en zonas industriales en las que no hay nada que hacer después del trabajo, donde casi nadie habla inglés y ni siquiera se entienden las señales viales. Y no podemos enviar a cualquiera: muchas veces se necesitan profesionales con experiencia, que tienen familia y una cierta edad y que frecuentemente se muestran reacios a abandonar su entorno. Es lógico porque cuando empezaron su carrera no entraba en sus planes cambiar de localidad y mucho menos mudarse al interior de China".

Según Tristany, uno de los primeros factores a la hora de escoger una ubicación en el extranjero es precisamente las oportunidades de ocio y bienestar que ofrece el sitio en cuestión, para fomentar la expatriación. "Afrontamos problemas de movilidad no sólo para mandar gente a vivir, sino también para viajes puntuales. Por ejemplo, con los montajes de máquinas, que pueden durar dos o tres meses y que tienen que hacer técnicos, gente con una formación de FP. A veces es realmente difícil encontrar a alguien dispuesto a pasarse tanto tiempo en Irán, en China o en Bangladesh...".

Un largo camino por recorrer

El director de Amec reconoce que las cosas están cambiando poco a poco. "Las nuevas generaciones, entre las cuales me incluyo, son mucho más dinámicas. Hablan idiomas, han viajado más y le han perdido el miedo a la experiencia de vivir en el extranjero. El hecho de que sea cada vez más asequible viajar y los programas de becas están ayudando mucho. Nosotros lo notamos claramente y de hecho, el 75% de nuestra plantilla es joven y ha estado viviendo fuera, aunque sea una temporada. Una simple beca Erasmus de pocos meses supone ya un cambio significativo. Algunos programas, con los del ICEX, ayudan muchísimo".

Hay quien baraja otros factores a la hora de explicar la reticencia ibérica a la expatriación, denunciando que las empresas españolas no ofrecen las mismas condiciones que sus competidoras francesas, americanas o alemanas. "No están acostumbradas a expatriar gente y además a menudo ofrecen condiciones mucho más precarias. En una empresa estadounidense te ponen casa, coche y unas prestaciones increíbles. A nosotros un salario regular, algún billete para volver a España y una palmadita en la espalda. Está claro que son condiciones que generalmente sólo acepta gente joven, porque a los veteranos no les merece la pena. Creo que poco a poco se va avanzando, pero nos falta mucho camino por recorrer", explica a Cotizalia un expatriado español en Bangkok, que prefiere mantenerse en el anonimato.

La imagen del expatriado español añorando la tortilla de patatas y el buen tiempo, desvelándose para ver el partido del Real Madrid y deseando volver a casa por vacaciones es todo un clásico en el extranjero y una broma recurrente entre los compañeros de otros países europeos y americanos. ¿Será verdad eso de que como en España no se vive en ninguna parte, o quizá es que tenemos menos tablas que nuestros vecinos en esto de la globalización? Sea cual sea el motivo, para las empresas nacionales que tratan de internacionalizarse la falta de movilidad puede convertirse en un quebradero de cabeza.