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“Dosmileuristas” en Japón
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Ángel Villarino

Historias de Asia

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“Dosmileuristas” en Japón

En Japón se les conoce como “la generación perdida” y si no son “mileuristas” es porque en Tokio resulta casi imposible sobrevivir con mil euros. Un

En Japón se les conoce como “la generación perdida” y si no son “mileuristas” es porque en Tokio resulta casi imposible sobrevivir con mil euros. Un taxi desde el centro hasta el aeropuerto de Narita puede salir por más de 200 euros. Cubrir el trayecto en autobús cuesta 8 veces menos, pero aún así sigue siendo más caro que un taxi de Cibeles a Barajas. Perdonen el galimatías, pero es que estos precios aturden, sobre todo viniendo de China. A lo que íbamos: en la capital del Sol Naciente un apartamento medianamente céntrico no se encuentra por menos 3.000 euros al mes y la educación pública allí es casi tan cara como la privada en España.

“No ahorramos nada, no podemos permitirnos tener hijos por el momento”. Es la conclusión a la que llegan Asuka y Haruto, una joven pareja con estudios universitarios de Tokio, después de un almuerzo a base de sushi dedicado a charlar sobre las condiciones de vida en su país. Entre los dos no ganan más de 400.000 yenes (unos 3.000 euros), una cifra que les permite vestir bien, pagarse vacaciones en el extranjero, salir a cenar de vez en cuando y darse algún que otro capricho tecnológico. Han renunciado, sin embargo, a otras muchas cosas de las que sí disfrutaron sus padres: por encima del resto a un trabajo estable, a una casa en propiedad y a la posibilidad de tener hijos.

En Japón se les conoce como “la generación perdida” y si no son “mileuristas” es porque en Tokio resulta casi imposible sobrevivir con mil euros. Un taxi desde el centro hasta el aeropuerto de Narita puede salir por más de 200 euros. Cubrir el trayecto en autobús cuesta 8 veces menos, pero aún así sigue siendo más caro que un taxi de Cibeles a Barajas. Perdonen el galimatías, pero es que estos precios aturden, sobre todo viniendo de China. A lo que íbamos: en la capital del Sol Naciente un apartamento medianamente céntrico no se encuentra por menos 3.000 euros al mes y la educación pública allí es casi tan cara como la privada en España.