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Las fronteras de la desigualdad

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La infancia no vota, pero...

El derecho a la participación está reconocido en la Declaración sobre los Derechos del Niño, firmada por España hace décadas

Foto: EFE/Luis Tejido.
EFE/Luis Tejido.

La infancia no vota en estas elecciones generales, pero su presente y su futuro se verán marcados por los programas y los resultados de estas. Resulta esencial, por lo tanto, escuchar la voz de niños, niñas y adolescentes, qué les inquieta y qué proponen. La pobreza infantil, la salud mental y la protección frente a cualquier forma de violencia son algunas de sus principales preocupaciones.

Escuchar a la infancia no es algo nuevo, ni singular. El derecho a la participación está reconocido en la Declaración sobre los Derechos del Niño, firmada por España hace décadas. Un derecho que ejercen de forma especial 32.400 menores en consejos municipales, autonómicos y, ahora también, en el estatal de reciente constitución. En muchos casos, los representantes en los consejos municipales emergen de los escolares o de otros espacios, donde también debaten sobre sus prioridades y donde aportan propuestas tan aterrizadas como factibles.

Foto: Un niño en un parque. (EFE)

La escucha en estos consejos refleja, en primer lugar, las ganas que tiene la infancia española de aportar a la construcción de un país en el que todos vivan con dignidad, seguros, con oportunidades educativas, un medio ambiente saludable y una sanidad que responda también a nuevos retos. La realidad, mostrada también por informes y encuestas, está lejos de esto.

Las crisis sucesivas que se han abatido sobre la población española, combinadas con una estructura social y económica desigual, llevan a que más de un tercio de los niños y niñas españoles estén en riesgo de pobreza o exclusión social, el tercer peor dato de la UE. En el extremo, casi un 11% viven en familias que sufren privación material y social severa, o sea que deben decidir cada semana si comen pollo o calientan la casa o reparan una mesa de estudio. Decisiones que se han vuelto más duras tras el estallido inflacionario. En cualquiera de los indicadores de pobreza, el dato de infancia es peor, en varios puntos, que el referido a la población general. O sea, que en España se penaliza a los niños, a las familias con hijos.

Más de un tercio de los niños y niñas españoles están en riesgo de pobreza o exclusión social, el tercer peor dato de la UE

Abordar este desafío histórico exige invertir más en protección social de la infancia, hasta alcanzar la media europea del 2,5% del PIB. A pesar de algunos avances como el ingreso mínimo vital, España aún protege poco a su infancia. Menos que otros países europeos que logran reducir las tasas de pobreza infantil hasta en 20 puntos tras las transferencias sociales, mientras España apenas lo hace en nueve. La Ley de Familias, que llegó al Congreso poco antes de que se convocaran elecciones, apuntaba en la buena dirección al avanzar en la prestación reembolsable por crianza, de forma cuasi universal, entre cero y tres años. Partiendo de aquí, la próxima legislatura debe dar pasos decididos para universalizar esta prestación entre cero y 18 años, como forma de apoyar la crianza y reducir la pobreza infantil.

Dicho lo anterior, la pobreza infantil no se eliminará sin abordar brechas estructurales, mientras hayas familias que combinen el empleo precario de padres y madres, con un gasto excesivo en la vivienda o que no tengan alternativa a las infraviviendas en asentamientos informales. Es urgente una política de vivienda que tenga un enfoque de infancia, focalizada en las familias más vulnerables y que habilite otros derechos esenciales como la educación, la salud o la alimentación.

Foto: Juan María Nin, presidente de Habitat. (Isabel Blanco)

Aunque las enfermedades mentales están más presentes entre la infancia y adolescencia en situación de vulnerabilidad, los estudios apuntan a la salud mental como un reto que no conoce de grupos sociales. El 13’2 % de los niños y niñas de cuatro a 14 años está en riesgo de sufrir algún tipo de mala salud mental. Si miramos a los adolescentes de 11 a 18 años, el 15% de ellos presenta síntomas graves o moderadamente graves de depresión. Datos abrumadores que se reflejan en una conversación más abierta, liderada por los adolescentes, y que suponen un reto gigante para una sociedad que debe revisar las causas profundas y actuar frente a la enfermedad.

La asistencia sanitaria ante un caso de enfermedad mental es una de las mayores muestras de desigualdad en España. Quien puede pagar recibe atención. Quien no, le toca esperar meses y recibir una asistencia espaciada que no responde a la gravedad de los casos. España tiene que multiplicar la capacidad asistencial de la Sanidad Pública en este terreno, con un plan que actúe ya. Dicho esto, tan importante como asistir los casos graves, es prevenirlos, para lo que se necesitan más herramientas y capacidades de las familias, en el sistema educativo y en el de protección, así como en los servicios sociales. No podemos dejar solo en manos de los propios adolescentes el manejo de situaciones que les superan.

Foto: Foto: Istock/EC Diseño.
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Hay muchos factores que están detrás de la crisis de salud mental, siendo uno de los más extendidos el mal uso de lo digital, las adicciones a pantallas y redes, y los modelos que se difunden como ejemplos a imitar. Las redes se han convertido también en un espacio de violencia, con una tasa de ciberacoso que se sitúa en el 22,5% o datos que indican que uno de cada 10 adolescentes ha recibido una proposición sexual en Internet por parte de un adulto. Aquí también hay mucho por hacer tanto en el terreno de las herramientas y capacidades de familias, adolescentes y centros educativos, como en el de la regulación de la red y de las empresas tecnológicas, poniendo coto a estas nuevas formas de vulneración de los derechos de la infancia.

No son estas las únicas preocupaciones de la infancia española. La crisis climática y su impacto a lo largo de sus vidas, una educación de calidad que atienda a la diversidad y las nuevas y viejas formas de discriminación, también surgen en sus espacios de participación. A la infancia española también le inquieta la situación de niños y niñas de otros países que sufren crisis extremas, guerras, desastres climáticos y hambrunas. Y piden que España siga cooperando y respondiendo a crisis humanitarias con recursos y capacidades crecientes.

Hay muchos factores que están detrás de la crisis de salud mental, siendo uno de los más extendidos el mal uso de lo digital

La principal propuesta, que aglutina todas las anteriores, es que se tenga en cuenta a los niños y niñas. No como objetos a quienes atender, sino como parte de la ciudadanía, como sujetos de derechos, con su opinión y sus ideas. España será un país mejor, más sano, diverso, equitativo y sostenible, si escuchamos a la infancia. El futuro y el presente de nuestra sociedad.

La infancia no vota en estas elecciones generales, pero su presente y su futuro se verán marcados por los programas y los resultados de estas. Resulta esencial, por lo tanto, escuchar la voz de niños, niñas y adolescentes, qué les inquieta y qué proponen. La pobreza infantil, la salud mental y la protección frente a cualquier forma de violencia son algunas de sus principales preocupaciones.

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