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Nick Clegg, de nuevo Churchill a bufón de videoclip
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Celia Maza

Las manillas del Big -Ben

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Nick Clegg, de nuevo Churchill a bufón de videoclip

 Si en política una semana es un mundo (ya lo decía Harold Nicolson), dos años pueden suponer un auténtico universo. Que se lo digan si no

 

Si en política una semana es un mundo (ya lo decía Harold Nicolson), dos años pueden suponer un auténtico universo. Que se lo digan si no a Nick Clegg. El líder de los liberal demócratas ha pasado de ser comparado con el mismísimo Churchill a convertirse en el protagonista de un videoclip con un estribillo de lo más pegadizo. La letra, siempre la misma: “I am sorry” (lo siento).

El vídeo circula como la pólvora en Internet y también por los pasillos de Westminster. Y quien sabe si podría llegar a sonar incluso como tono de móvil esta semana en Brighton donde este sábado da comienzo el congreso que celebra anualmente el partido. La cita es crucial para Clegg, ya que tendrá que ratificar su papel como líder y acallar las voces de quienes dicen que hay que ir buscando una cara nueva para los próximos comicios.

Las imágenes del famoso vídeo están manipuladas. Y la voz también, aunque no del todo. Porque que es cierto que el político ha pedido esta semana disculpas. El perdón viene por romper su promesa electoral y acceder, como socio de coalición con los tories, a elevar las tasas universitarias para reducir el déficit.

No todas las personas de su equipo estaban convencidas de la idea. Al fin y al cabo, la promesa se rompió hace dos años y muchos asesores preferían, por tanto, dejar las cosas como estaban. Es ahora cuando la medida entra en vigor -el ingreso anual pasa de las 3.290 libras a las 9.000- y los ánimos en las universidades están calientes.

Pero Clegg se empeñó en que tenía que hacerlo porque, a su juicio, sólo así el electorado volverá a tomarle en serio. Lo tiene difícil porque en la encuesta publicada esta semana en The Times, tan sólo la mitad de los votantes que apostaron por él lo volvería a hacer ahora. De celebrarse hoy elecciones, los liberal demócratas perderían una docena de los 57 diputados que tienen en la Cámara de los Comunes.

Sin duda alguna, es el momento en el que el vicepresidente del Gobierno se encuentra más sólo. Tanto en la calle como dentro de sus propias filas. Vince Cable lo dejó muy claro ayer al explicar que tanto él como Danny Alexander –ambos figuras claves dentro del partido- ya le advirtieron en su día de que una promesa de ese tipo no se podía hacer.

Si al menos, la subida de tasas hubiera coincidido con un momento de recuperación económica Clegg, casado con la española Miriam González, podría justificarse en algo. Pero no es el caso. El Reino Unido registró en agosto un déficit de 14.400 millones de libras (18.000 millones de euros), el mayor de cualquier mes de agosto revisado hasta la fecha. Por otra parte, el PIB sigue estando un 4% por debajo de su máxima en 2007, lo que indica que el país atraviesa una de las recesiones más largas desde la Segunda Guerra Mundial. El desempleo, dentro de lo malo, está alrededor del 8%  por debajo de las cifras máximas en las recesiones de los años 1990 y 1980. Pero la mayoría de los economistas ya han vaticinado que empezará a subir de nuevo para caer un poco en el pronóstico de lenta recuperación del próximo año.

En otras palabras, George Osborne tiene cada vez más complicado conseguir su propósito de eliminar el déficit estructural al final de la legislatura. Y algunos liberal demócratas ya se han cansado de dar oportunidades. Un grupo de rebeldes está presionando para que el lunes se vote en el congreso del partido sobre si debe o no seguir apoyando el Plan A –y único- del ministro del Tesoro. Se trataría de la votación más importante dentro de la formación y una prueba de fuego para Clegg.

Por su parte, los laboristas están encantados con estas batallas internas y siguen desde las gradas las peleas entre leones como si se tratara de un circo romano. Con Ed Miliband como líder, la oposición tiene difícil conseguir mayoría absoluta en las próximas elecciones y comienzan ya a cortejar a los liberaldemócratas para formar una coalición futura. Y de momento ellos, se dejan querer. Vince Cable, ministro de Negocios, no pudo estar más afable con Ed Balls, responsable de Economía de los laboristas, cuando coincidió con él en un programa de la BBC.