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La confusión de Occidente: Oriente Medio, entre la Guerra de Crimea y los Balcanes
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José Zorrilla

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La confusión de Occidente: Oriente Medio, entre la Guerra de Crimea y los Balcanes

La entrada de Rusia en el tablero de Oriente Medio y la llegada de un portaaviones chino marcan un giro estratégico decisivo. Rusia ha trazado una línea roja. No va a consentir la caída de Asad

Foto: Un combatiente de la brigada Al Rahman del Ejército Libre, en Jobar, un suburbio de Damasco, el 27 de julio de 2015 (Reuters).
Un combatiente de la brigada Al Rahman del Ejército Libre, en Jobar, un suburbio de Damasco, el 27 de julio de 2015 (Reuters).

La entrada de Rusia en el tablero de Oriente Medio y la llegada de un portaaviones chino a la zona marcan un giro estratégico decisivo. Rusia ha trazado una línea roja: no va a consentir la caída de Asad. Ha empezado por Turquía, negándose a dejarse convencer con la promesa de construir la central nuclear de Akkuyu (1.400 millones de dólares). A continuación, sus cazas han testado las reglas de enfrentamiento turcas violando el espacio aéreo de Ankara, lo que hubiera debido de provocar el derribo de sus aviones, algo que ya sucedió con activos sirios en 2013, 2014 y 2015. Pero no ha sido así. Ahora Rusia ya sabe que puede extender sus operaciones a la frontera de Turquía, el lugar por dónde se abastecen los cortadores de cabezas del "Daesh". La estrategia turca de "Siria sin Asad" puede considerarse difunta.

Occidente ha respondido de manera contradictoria. De una parte, la UE ha exigido el fin de los bombardeos rusos y la OTAN ha amenazado con desplegar tropas en Turquía. Parece que preferimos los cortadores de cabezas antes que a Asad. Nada nuevo bajo el sol. Cuando Rusia se disponía a conquistar Constantinopla para hacerla, de nuevo, cristiana (1853) le salió al paso Inglaterra. Estalló la Guerra de Crimea. El resto del siglo lo pasó el Imperio Otomano masacrando cristianos de la manera más atroz. Ningún historiador lo menciona, aunque todo el mundo cita la Carga de la Brigada Ligera en Balaklava. Ya saben: la estrategia no trata del bienestar de la población sino de los intereses de los Estados. Solo que ahora Occidente está dividido porque EEUU, al tiempo que exigen también el fin de los bombardeos a sus "activos", ha cortado su ayuda a dichos activos: 500 millones que se ahorran.

Mientras tanto, recuperan terreno bajo el techo aéreo ruso, sirios, iraníes y la milicia libanesa Hezbolá. Alarmadas por estos desarrollos, las monarquías suníes del Golfo advierten que, si la guerra continúa así, buscarán una solución militar. Pero, eso sí, desde la intervención rusa, y a pesar del cese oficial de la ayuda a los "moderados", los activos anti-Asad están recibiendo material de guerra americano sin limitaciones, lo que lleva a pensar en un enfrentamiento surrealista y por poderes entre Rusia y EEUU. Digo surrealista porque el Estado Islámico acaba de declarar la yihad mundial contra los USA y Rusia, ambos "cruzados".

La confusión occidental prosigue en el frente kurdo. Necesitamos a los kurdos para luchar contra el "Daesh". Son guerreros formidables. Y necesitamos también a Turquía. Véase como la defendemos todos, UE y OTAN. Pero los turcos tienen su agenda propia y aniquilan a todos los kurdos que pueden y en todos los frentes. Entre tanto, el "Daesh" practica el terrorismo en territorio turco. ¿Hay quien dé más?

Mientras que esta locura estratégica sigue su curso, China ha entendido lo que de verdad está pasando en el Oriente Medio. Rusia impugna el orden establecido por la II Guerra Mundial, la "Pax Americana". Y ellos pasan a la acción y van allí a contribuir a ese esfuerzo. Según la terminología americana conservadora, se proponen "humillar a unos EEUU debilitados por Obama". China ya ha creado islas artificiales en el Mar de China, ha conseguido que Japon admita la existencia de un conflicto territorial en las Islas Diaoyou y ha abierto tres puertos que rompen la continentalidad de sus regiones más atrasadas: Myanmar, Bangla Desh y Pakistan. También ha creado una alternativa al Banco Mundial con su Banco Asiático de Infraestructuras, firmado su propio Tratado de Libre comercio interasiático y está haciendo inútil la política de contención territorial de EEUU por la vía de construir en toda Eurasia una tupida red de carreteras, oledoductos, gaseoductos y vías de tren, amén de ocupar ya la primera posición en la Balanza de Pagos de todos los países del Sudeste asiático y de Asia Central.

Ha llegado la hora de cruzar una raya invisible: pasar a un escenario estratégico mucho más arriesgado y en el que no tienen experiencia: Oriente Medio. Si no lo digo reviento: vean en lo que han terminado las sanciones occidentales a Rusia. Se ha puesto fin al paradigma del equilibrio estratégico de Nixon (China vs. USSR) y esos dos países son ahora los mejores aliados del mundo contra Occidente. En fin: las líneas de ruptura en Oriente Medio ahora son: de una parte, Turquía, Occidente, Israel y las petromonarquías suníes; de la otra, Rusia, Irán, Siria, Irak, las milicias chíies, el Vaticano y los Patriarcados oriental y ruso.

Se notará que la confusión sigue porque Irán continua siendo el mejor aliado de EEUU contra los cortacabezas mientras Irak se ha pasado al campo de la alianza rusa. Por cierto, los chíies, inexistentes hasta la caída de Irak, se han convertido en el gran actor estratégico de la zona, ante el horror de las monarquías suníes que no están dispuestas a tolerarlo. Arabia Saudí ya ha dicho que la bomba atómica paquistaní es suya porque la pagaron ellos, y que está dispuesta a dotar de misiles antiaéreos portátiles a los cortacabezas. Afganistán II.

Y este cuadro, que parece un Goya negro, nos da, no ya Crimea, sino los Balcanes en vísperas de Agosto de 1914. Lo dice Brzezinski mejor que yo: "Todos sabemos como empezó la I Guerra Mundial. Actos individuales de violencia pusieron en marcha de manera acumulativa operaciones militares que carecían de guía estratégica y de una más amplia claridad de propósito. El resto es historia: una matanza que duró cuatro años conducida con el fin de obtener objetivos ambiciosos básicamente formulados ex post facto por las potencias vencedoras". Tras esta magistral definición de aquella vesania, Brzezinski sigue: "Hay tiempo todavía de evitar una repetición dolorosa, que explotaría esta vez en Oriente Medio, específicamente en Siria".

Esperemos que no sea así. Por el momento el portaviones chino Liaoning CV 16, acompañado de un crucero lanzamisiles, ha hechado el ancla en la base rusa de Tartus, en Siria. Sus medios aéreos llegarán en noviembre.

La entrada de Rusia en el tablero de Oriente Medio y la llegada de un portaaviones chino a la zona marcan un giro estratégico decisivo. Rusia ha trazado una línea roja: no va a consentir la caída de Asad. Ha empezado por Turquía, negándose a dejarse convencer con la promesa de construir la central nuclear de Akkuyu (1.400 millones de dólares). A continuación, sus cazas han testado las reglas de enfrentamiento turcas violando el espacio aéreo de Ankara, lo que hubiera debido de provocar el derribo de sus aviones, algo que ya sucedió con activos sirios en 2013, 2014 y 2015. Pero no ha sido así. Ahora Rusia ya sabe que puede extender sus operaciones a la frontera de Turquía, el lugar por dónde se abastecen los cortadores de cabezas del "Daesh". La estrategia turca de "Siria sin Asad" puede considerarse difunta.

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