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La ONU aprueba las sanciones más duras de la historia contra Corea del Norte
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La ONU aprueba las sanciones más duras de la historia contra Corea del Norte

El Gobierno de EEUU quería que el Consejo de Seguridad autorizase a bombardear los barcos que introduzcan material de contrabando en el país como forma de hacer cumplir las sanciones

Foto: Kim Jong-un saluda a un grupo de marineros norcoreanos en una imagen sin fecha clara de principios de 2016. (Reuters)
Kim Jong-un saluda a un grupo de marineros norcoreanos en una imagen sin fecha clara de principios de 2016. (Reuters)

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó ayer por unanimidad las sanciones más duras de la historia contra Corea del Norte: una limitación de un 30% de sus importaciones de petróleo y una prohibición de exportación de productos textiles, que le proporcionan a Pyongyang unos ingresos de 726 millones de dólares anuales, un cuarto de lo que percibe por sus productos y manufacturas en el exterior. La resolución, además, permite que los países puedan exigir la inspección de embarcaciones norcoreanas sospechosas de contrabando, y someter a sanciones a aquellas sobre las que pesen indicios razonables. La medida finalmente aprobada exige también que no se renueven los contratos de los trabajadores norcoreanos en el extranjero, una práctica que supone una importante fuente de remesas para el régimen, pero que a veces ha sido definida por los críticos como de "cercana a la esclavitud".

La propuesta ha sido rebajada para que pudiese contar con la aprobación de Rusia y China. Porque la propuesta inicial era mucho más dura: entre otras cosas, Estados Unidos quería que la ONU le autorizase a usar la fuerza militar para interceptar en alta mar esas embarcaciones. Así lo recogía el borrador de resolución preparado por Washington y filtrado a la revista 'Foreign Policy', que publicó el documento original.

Foto: Reunión del comité central del Partido de los Trabajadores de Corea, en Pyongyang, en septiembre de 2017. (Reuters)

Habría sido prácticamente imposible que Moscú y Pekín hubiesen autorizado la resolución original. Ambos países se oponen a la imposición de sanciones adicionales a la importación de petróleo por parte de Pyongyang, asegurando que esta prohibición desestabilizaría excesivamente al régimen norcoreano y lo volvería más peligroso e impredecible. China aceptó el mes pasado prohibir la importación de algunos productos, como carbón y hierro, desde Corea del Norte, en línea con lo acordado por el Consejo de Seguridad, pero se niega a que se vaya más allá. Ahora, esta nueva resolución trata también de cubrir un vacío legal existente, que permitía la salida de esos materiales hacia Rusia.

placeholder Un guardia pasa frente a dos carteles donde se lee 'Rusia' y 'RDPC', en el paso fronterizo de Tumangang entre Rusia y Corea del Norte. (Reuters)
Un guardia pasa frente a dos carteles donde se lee 'Rusia' y 'RDPC', en el paso fronterizo de Tumangang entre Rusia y Corea del Norte. (Reuters)

La iniciativa se produce justo en un momento en el que la Casa Blanca parece descartar públicamente la posibilidad de una acción militar contra objetivos norcoreanos, ante la constatación de que incluso una operación limitada desataría una guerra altamente devastadora en la península coreana y la región del mar de Japón. El miércoles, el presidente Donald Trump aseguró que una acción militar "ciertamente no es la primera opción", disipando un poco las alarmas sobre un posible enfrentamiento bélico. Pero una luz verde para actuar contra los contrabandistas habría permitido a EEUU mostrar su determinación, incluyendo el recurso a la fuerza, sin provocar necesariamente un conflicto armado generalizado.

'Foreign Policy' publica también un informe interno filtrado de la ONU elaborado por un panel de expertos en el que se admite que el actual programa de sanciones no está funcionando con la efectividad deseada. "A medida que el régimen de sanciones se expande, también lo hace el ámbito de la evasión", dice el documento. "Un cumplimiento laxo del régimen de sanciones, en paralelo con las técnicas de evasión en constante evolución de la República Democrática Popular de Corea, está minando los objetivos de las resoluciones para que la RDPC abandone todas las armas de destrucción masiva", señala el informe de 109 páginas, que fue colgado temporalmente por error en una web del Ministerio de Exteriores de Ucrania.

Foto: Ri Hong-sop (izquierda) y Hong Sung-mu (derecha) flanquean a Kim Jong-un en la reciente foto de propaganda sobre la bomba-H. (Reuters/E. Villarino)

"La implementación actual de las sanciones queda muy por debajo de lo necesario para lograr el objetivo central de la desnuclearización", dice el texto, que señala que, por ejemplo, tras la prohibición de exportar carbón a China —un negocio que le reportaba más de 400 millones de dólares anuales a Pyongyang—, el país ha empezado a "redirigirlo a otros estados, incluyendo Malasia y Vietnam", reduciendo significativamente el efecto de las sanciones chinas. Ahora, las nuevas medidas promovidas por la Administración Trump pretenden ahogar los recursos económicos remanentes del régimen norcoreano, obligándolo a cambiar de rumbo. "Cuanto más duras sean las sanciones que impongamos en Corea del Norte, más fuerte será nuestra baza a la hora de promover una solución política", declaró ayer el embajador de Francia ante la ONU, François Delattre.

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó ayer por unanimidad las sanciones más duras de la historia contra Corea del Norte: una limitación de un 30% de sus importaciones de petróleo y una prohibición de exportación de productos textiles, que le proporcionan a Pyongyang unos ingresos de 726 millones de dólares anuales, un cuarto de lo que percibe por sus productos y manufacturas en el exterior. La resolución, además, permite que los países puedan exigir la inspección de embarcaciones norcoreanas sospechosas de contrabando, y someter a sanciones a aquellas sobre las que pesen indicios razonables. La medida finalmente aprobada exige también que no se renueven los contratos de los trabajadores norcoreanos en el extranjero, una práctica que supone una importante fuente de remesas para el régimen, pero que a veces ha sido definida por los críticos como de "cercana a la esclavitud".