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Dios es neutro (en Suecia): la Iglesia luterana se adapta al país más feminista del mundo
El nuevo manual de este credo reduce las referencias a la divinidad en género masculino y recuerda que Dios "no es hombre ni mujer". El intento de actualización no ha estado exento de polémica
Igualdad e inclusión son valores importantes para los habitantes de Suecia. Y la Iglesia luterana lo ha querido reflejar en la última actualización de su manual litúrgico, en el que aparecen menos alusiones a Dios en género masculino y se da un mayor protagonismo a las expresiones neutras para referirse a la divinidad. Es un tema sensible para la sociedad de este país nórdico, uno de los más feministas del mundo y que lleva años debatiendo sobre la necesidad de adaptar el lenguaje a los nuevos tiempos. Y la discusión también ha llegado a la Iglesia nacional, considerada una de las más liberales del planeta.
Que su propia líder, la arzobispa Antje Jackelen, sea una mujer, lo dice todo. Tras siglos de sacerdocio exclusivamente masculino, la Iglesia Sueca permitió por primera vez que las mujeres también pudieran ser ordenadas en 1960 y, hoy, casi la mitad de sus ministras son féminas.
A la batalla por la igualdad entre hombre y mujer, se ha sumado más recientemente la de los derechos de los homosexuales. En 2009, se aprobó la celebración de los matrimonios gays y, ese mismo año, una mujer abiertamente lesbiana, Eva Brunne, se convertía en obispa de Estocolmo, la primera en lograr algo parecido no sólo en Suecia sino también en todo el mundo.
En este contexto encaja pues la nueva reforma, que no impide a ministros ni fieles dirigirse a Dios en masculino, pero sí pretende normalizar maneras de referirse a la figura divina más integradoras. Tras su aprobación por el Sínodo General a finales de noviembre, la arzobispa Jackelen resumió bien la esencia de lo que se pretende: "Teológicamente sabemos que Dios está fuera de nuestras ideas de género, Dios no es un ser humano" y, con estos cambios "momstramos al mundo que somos una iglesia que abraza la diversidad".
Aunque lo cierto es que el asunto también ha generado revuelo, sobre todo después de que algunos medios tanto suecos como internacionales señalaran equivocadamente que lo que se había hecho era prohibir o eliminar la utilización del pronombre masculino "Él" o expresiones como "Señor". "Todos los que quieran seguir llamando a Dios 'Señor', pueden estar tranquilos", aclaró la presidenta del comité del Servicio Divino, Sofia Pedersen Videke, en declaraciones al diario digital Thelocal.com, señalando que esta manera de referirse a Dios "sigue presente en muchas partes" del nuevo manual. Alarmada por el alud de "noticias falsas" o que exageraban el alcance de la reforma, la Iglesia emitió una nota de prensa oficial insistiendo en que "las expresiones tradicionales de la fe cristiana siguen estando en el nuevo libro" y que lo único que se ha hecho es añadir "algunas formas neutras para referirse a Dios en algunas oraciones".
En un lugar, por ejemplo, se sustituye el pronombre masculino "él" por la palabra Dios. En otro pasaje, también se invita a llamar a Dios padre y madre, al tiempo que se realizan más alusiones a la Trinidad. También ganan terreno las referencias al Espíritu Santo, al que, a partir de ahora, se le asigna el género común, que en sueco se denomina 'realgenus', en lugar del masculino, como se hacía antes.
La nueva guía entrará en vigor en mayo. Y lo cierto es que también ha recibido algunas críticas, como la de Christer Pahlmblad, profesor asociado de teología de la Universidad de Lund, que, según recoge el diario danés Kristeligt Dagblad, considera que las nuevas recomendaciones "socaban la doctrina de la Trinidad y la comunidad con las otras iglesias cristianas". En su opinión, "no puedes eliminar dos mil años de teología" y remarca que "no es inteligente que la Iglesia de Suecia pase a ser conocida como una iglesia que no respeta el legado de la teología común".
Los más progresistas, por el contrario, consideran que el nuevo texto debería ser incluso más osado y lamentan, por ejemplo, que no haya incorporado el nuevo pronombre neutro 'hen', que fue oficializado por la Academia Sueca hace un par de años y que se utiliza en situaciones que atañen a hombres y mujeres por igual o para referirse a los transexuales y a todos aquellos que no quieran ser encasillados en ninguno de los dos sexos. El nuevo manual es, pues, demasiado ambicioso para unos y demasiado moderado para otros. En cualquier caso, lo que no se puede negar es que se trata de un paso más en la adaptación a los nuevos tiempos de unas tradiciones y unos ritos cuyo origen se remontan a épocas antiguas, muy distintas a la realidad del mundo actual.
Valga precisar que la idea de que Dios no tiene género no es exclusiva de la Iglesia sueca. La mayor parte de las iglesias cristianas comparte este concepto. La Iglesia Católica, sin ir más lejos, afirma categóricamente en su catecismo que Dios "no es ni hombre ni mujer. Dios es espíritu puro, en el cual no hay lugar para la diferencia de sexos". Es más, el mismo párrafo afirma que "las "perfecciones" del hombre y de la mujer reflejan algo de la infinita perfección de Dios: las de una madre y las de un padre y esposo".
Teológicamente hablando, pues, la decisión sueca podría recabar más consensos de los que podría parecer en un primer momento. En cualquier caso, vuelve a ser la jerarquía eclesiástica de este pequeño país la que da el primer paso. Siempre por delante, no cabe duda de que la transformación experimentada en las últimas décadas por la iglesia sueca ha sido mucho más rápida y ha ido mucho más allá que otros sectores del cristianismo.
Sin embargo, a pesar de este activo proceso de modernización, sólo el 2 por ciento de sus miembros acude al servicio religioso el domingo.
Igualdad e inclusión son valores importantes para los habitantes de Suecia. Y la Iglesia luterana lo ha querido reflejar en la última actualización de su manual litúrgico, en el que aparecen menos alusiones a Dios en género masculino y se da un mayor protagonismo a las expresiones neutras para referirse a la divinidad. Es un tema sensible para la sociedad de este país nórdico, uno de los más feministas del mundo y que lleva años debatiendo sobre la necesidad de adaptar el lenguaje a los nuevos tiempos. Y la discusión también ha llegado a la Iglesia nacional, considerada una de las más liberales del planeta.