Mondo Cane
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La nostalgia por el Sha: ¿era mejor Irán con 'nuestro hijo de puta'?
La "tercera generación de la Revolución" vive un revisionismo histórico en beneficio del Sha, como si las dificultades económicas actuales hubieran desteñido los recuerdos sobre su brutalidad
Hacía años que su imagen no se exhibía en las calles. Pero entre las pancartas contra el Gobierno de Hasan Rohaní y el estamento religioso sucedió un episodio inaudito: la aparición en Teherán de un póster de Reza Pahleví, hijo del último Sha, en medio de lemas a favor del 'emperador' derrocado por la Revolución Islámica. Sonaban junto a los gritos contra los privilegios del líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei.
Hay varias causas detrás de los recientes disturbios en Irán, pero el principal detonador parece ser el malestar con la marcha económica -los éxitos macro y el acuerdo nuclear de 2015 no han aliviado las dificultades de las clases populares-, especialmente por los recortes en el último presupuesto presentado por Rohaní. Lo que comenzó como una protesta de los más desfavorecidos contra el desempleo y el programa económico del Gobierno -estalló en Mashhad, bastión de los oponentes a Rohaní y ciudad natal de Jamenei- terminó escapando al control de las facciones del 'establishment' y extendiéndose a una docena de ciudades. Las manifestaciones adquirieron un tono antisistema. Solo en Teherán hubo cientos de detenidos. El 90% menores de 25 años, el rango de edad mayoritario entre los parados iraníes. La llamada "tercera generación de la revolución".
today slogan of Iranian Protesters "Reza Shah the King (Pahlavi) Sorry... Sorry"
— Ayoub Mohammed (@AyoubMohammed85) 4 de enero de 2018
The are chanting "Sorry Raza Sha".#IranProtests pic.twitter.com/QU2jY16izo
El acuerdo nuclear ha sido una farsa para millones de iraníes. Desde el levantamiento de las sanciones, el Gobierno de Rohaní ha aumentado las exportaciones de petróleo hasta alcanzar un crecimiento del PIB del 12,5% el pasado marzo (para 2018 se prevé un 3,5%) pero el paro juvenil sigue desbocado en el 29%, según datos oficiales. Fue probablemente uno de estos jóvenes parados quien mostró el póster de Reza Pahleví en Teherán, porque la "tercera generación" está viviendo un revisionismo histórico en beneficio de aquel régimen, como si las dificultades económicas hubieran desteñido los recuerdos sobre la brutalidad del Sha.
Entre los nacidos después de 1979, Mohamed Reza Pahleví parece haber obtenido un estatus casi legendario. Pocos dicen que el Sha “era bueno”, pero sí afirman que, sin duda, “era mejor” que el actual régimen. La iconografía del 'emperador', cuya venta o exhibición es ilegal, se ofrece con cada vez menos pudor en muchas tiendas del gran bazar de Teherán. Medallas e imágenes para reprimir la frustración y alimentar la nostalgia por un país que nunca existió.
"With Shah, dolar"
“With Shah, dolar. Now, no dolar”. Cae la noche en Isfahan, uno de los epicentros del turismo en Irán, y en medio de un atasco en la carretera que corre paralela al río Zayandeh un viejo taxista zanja el debate con seis palabras. Los libros de historia posteriores a la Revolución islámica enseñan que el Sha era un dictador extravagante y pro-occidental, al que la CIA colocó en el poder con la operación Ajax para reprimir a los comunistas iraníes y asegurar el acceso de EEUU al petróleo persa. Su policía secreta, el SAVAK, torturaba y ejecutaba con total impunidad, especialmente en los ocho años anteriores a la Revolución islámica.
Todo ello es cierto. Y el balance económico que hacen los expertos no es más positivo. "Su legado, en líneas generales, ha sido negativo. Su 'revolución blanca' generó más desigualdades económicas y su liberalismo económico se acompañó del autoritarismo más cerrado, en un país que había tenido experiencias participativas muy interesantes durante la primera mitad del siglo XX. A eso se sumó la asunción de un rol de potencia regional que iba más allá de sus capacidades reales, muchos dicen que más por consolidar su propio prestigio como líder que por el beneficio de Irán. Estas políticas lo alienaron de su propio pueblo y lo cegaron ante los reclamos populares que finalmente terminaron con su reinado", explica a este diario Luciano Zaccara, profesor e investigador de estudios del Golfo en la Universidad de Qatar.
Museo Nacional de Irán, en Teherán. Un joven profesor universitario de modales impecables explica al visitante las joyas arqueológicas pos-islámicas, entre ellas un 'mimbar' (el lugar desde el que el imán imparte sus sermones) de madera. “¿Eso? Es donde se suben los religiosos para contar sus jodidas mentiras”, dice, elevando la voz mucho más de lo que recomienda la prudencia. “Libertad, ¡libertad! Es lo único que quiero, lo que teníamos antes de los mulás”.
35 años antes de esta escena, el 17 de enero de 1979, una oleada de júbilo inundó las calles de Teherán. Los iraníes celebraron la caída de un monarca megalómano que pudo reunir una fortuna superior a los 2.000 millones de dólares, a los que se sumaba un imperio de empresas y propiedades cuyo monto era imposible de calcular. La procedencia de la riqueza de la familia Pahleví era difícil de determinar, pero en parte procedía directamente del presupuesto nacional del Estado iraní. El presupuesto que ahora debe recortar Rohaní.
Pese a los muertos, en las recientes protestas la represión ha sido limitada. La razón es simple: Rohaní debe alejarse de las prácticas de Ahmadineyad si quiere mantener su reputación de reformista. La respuesta del Estado revela las fracturas en el 'establishment' político. Para acabar con el descontento y frenar a sus oponentes, la mejor opción de Rohaní es atender a las demandas de los manifestantes e impulsar reformas. El extraño movimiento surgido en Mashhad puede transformarse en su oportunidad para dejar de ser la diana de los jóvenes y convertirse en el artífice de un cambio.
Hacía años que su imagen no se exhibía en las calles. Pero entre las pancartas contra el Gobierno de Hasan Rohaní y el estamento religioso sucedió un episodio inaudito: la aparición en Teherán de un póster de Reza Pahleví, hijo del último Sha, en medio de lemas a favor del 'emperador' derrocado por la Revolución Islámica. Sonaban junto a los gritos contra los privilegios del líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei.