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"¡Que se joda": el inesperado traidor que arruinó la noche electoral de Trump
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Carlos Prieto

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"¡Que se joda": el inesperado traidor que arruinó la noche electoral de Trump

Un libro sobre los últimos días del trumpismo desvela por qué Fox News 'apuñaló' al presidente cuando los resultados estaban aún reñidos. Los Murdoch contra Trump

Foto: Rupert Murdoch y Donald Trump en Escocia en 2016. (Reuters)
Rupert Murdoch y Donald Trump en Escocia en 2016. (Reuters)

Cuando un prohombre intuye que TODO va a desmoronarse, pero entierra la realidad increpando a sus subordinados. Bienvenidos a la versión trumpista del búnker de Hitler...

Dentro de la disparatada sucesión de eventos que llevaron a la caída de Donald Trump —cuando parecía que el covid podía matarle, reapareció bailando 'Village People' en un mitin; trumpistas disfrazados de mapaches asaltaron el Capitolio sin ton ni son, etc., etc., etc.— hay un giro mediático decisivo que hasta ahora permanecía en sombras: la puñalada de Rupert 'Fox News' Murdoch en la loca noche electoral.

Está ganado

Esa noche, de hecho, empezó mucho mejor de lo previsto para Trump: podía ganar, el resultado iba a ser ajustado, rompería su techo electoral.

"Poco antes de las 22:00, Trump tuvo la convicción absoluta de que una vez más, tras superar todos los obstáculos, había ganado la presidencia. Estaba relajado, tranquilo, en modo: 'Os lo dije'. Karl Rove [estratega jefe del expresidente George Bush] le llamó sobre las 22:30 para felicitarle por su victoria, lo que reafirmó su convicción de que había ganado: ¿Por qué un hombre del establishment republicano como Rove, al que no le agradaba el presidente, iba a llamarle para decirle que había ganado si no había ganado?", escribe Michael Wolff en 'Landslide', libro sobre los últimos días de la presidencia de Trump publicado este verano en EEUU.

La mezcla de euforia (en el trumpismo) e histeria (en el resto del país) era absoluta cuando Fox News, popularmente conocida como "la tele de Trump", decidió dar como ganador de Arizona a Joe Biden, mientras el resto de cadenas nacionales, mayormente antitrumpistas, mantenían que el estado seguía en disputa e iba para largo (debido a la lentitud del sistema electoral estadounidense, las teles tienen la última palabra en las noches apretadas, al contar con métodos sofisticados para anticipar el recuento).

Mientras sus asesores le aseguraban que el triunfo estaba cerca y Arizona y otros estados caerían de su lado, Trump miraba atónito cómo la Fox (y nadie más) decía que Arizona era para Biden. La tormenta de mierda estaba servida. Sin el apoyo de Fox, difícilmente iba a poder Trump impugnar un resultado igualado.

Gurú y verso suelto

En 2018, en las elecciones de mitad de mandato, Fox fue la primera cadena en certificar la victoria demócrata en la Cámara de Representantes. Detrás del equipo de verificación electoral de Fox estaba Arnon Mishkin, que no ocultaba sus simpatías demócratas, pero era considerado un gurú apartidista de las noches electorales.

Más allá de la valía profesional de Mishkin, tenerle ahí dentro, según Wolff, permitió a los Murdoch puentear a los periodistas trumpistas más beligerantes de la cadena durante las elecciones.

Foto: Gabriel Jagger y su mujer, Anouk Winzenried. (Getty)

Pasadas las once de la noche de la noche electoral, Lachlan Murdoch (hijo de Rupert y ejecutivo principal de Fox) recibió una llamada del equipo de Mishkin: iban a dar Arizona a Biden adelantándose a la competencia. Según el libro, Lachlan llamó a su padre para que diera el visto bueno porque temía la reacción furibunda de Trump. Al patriarca de los Murdoch, fiel a su leyenda, no le tembló el pulso: "¡Que se joda!".

Que se joda Donald Trump.

La caída de la presidencia más convulsa en varias décadas empezó ahí.

Teléfono escacharrado

Fox dio Arizona a Biden y Trump comenzó a meter voces enloquecido. "¡Qué cojones! ¿Cómo pueden hacer esto? ¡Si estamos ganando!", contaron a Wolff testigos presenciales de la escena. Según el libro, Trump tenía claro quién estaba detrás de la decisión: "Los putos Murdoch".

"La rabia del presidente se enfocaba completamente en Fox... Él era la gallina de los huevos de oro en Fox, se lo debían, pero los Murdoch siempre estaban intentando joderle. En su cosmovisión hobbesiana, la gente siempre intentaba robarle. Para Trump, estaba meridianamente claro que había ganado Arizona, pero Fox y los Murdoch, por razones pérfidas, desleales y muy mezquinas, estaban tratando de robarle el triunfo. Más allá del recuento electoral, era una cuestión psicológica para Trump, algo personal, no se trataba de los números, sino de los motivos, y el motivo (de los Murdoch contra él) era que querían follárselo. Trump empezó a moverse enfurecido. Ordenó a Jared (Kushner, su yerno) que llamará a Rupert y a Lachlan… Hacer algo. Llamar a todo el mundo. Luchar para revertir la decisión. Pero los Murdoch, tras repetidas llamadas (del equipo de Trump), se lavaron las manos sobre Arizona. No había sido decisión suya, decían, ustedes no lo comprenden, no podemos hacer nada, aunque quisiéramos".

"La rabia de Trump se concentraba en Fox. Él era la gallina de los huevos de oro, se lo debían, pero los Murdoch siempre estaban intentando joderle"

Trump olía a cadáver. Enterrado bajo las toneladas de inflexible cinismo de sus 'aliados' mediáticos.

"El golpe de Fox fue la traición definitiva para Trump", concluye el libro.

"Rupert Murdoch detesta a Trump. Siempre lo ha detestado", explica Wolff, autor de otro libro sobre la administración Trump: 'Fuego y furia'.

Murdoch, de hecho, insultó públicamente al candidato Trump antes de ganar las elecciones en 2016, pero, con Trump en la Casa Blanca, Fox se reforzó como brazo mediático del trumpismo. Una decisión empresarial lógica sobre el papel/la cuenta de resultados: "Como la cadena estaba ganando tanto dinero por Trump no podía gestionarse oponiéndose a Trump", pero decisión conflictiva también en clave interna: dos de los tres hijos del (ahora) nonagenario Murdoch, aspiraban a 'destrumpificar' la casa. "Que Fox hubiera llegado a depender tanto de Trump dividió a la familia Murdoch", "rompiendo los planes de sucesión del patriarca", según Wolff.

A mitad del mandato de Trump, en 2018, Murdoch vendió por sorpresa a Disney parte de su imperio (el estudio 20th Century Fox, la plataforma Sky o National Geographic), "en gran parte culpando a Trump por las rencillas familiares y por arruinar sus sueños de una dinastía Murdoch", según Wolff, autor de una biografía sobre Murdoch, "que se quedó con Fox News porque era demasiado tóxica para Disney".

"Murdoch se quedó con Fox News porque era demasiado tóxica para Disney"

Dice Wolff que "el matrimonio entre Trump y los Murdoch, base del movimiento trumpista, siempre fue bastante sadomasoquista". Si bien las estrellas de Fox se alinearon con Trump sin fisuras —algunos de los principales asesores del presidente Trump fueron periodistas de Fox— la relación con los Murdoch siempre fue tirante, en parte porque Trump era un pozo sin fondo de casito (nunca tenía suficiente), en parte por las habituales contorsiones de los Murdoch para los negocios...

Murdoch siempre fue más bien conservador, pero su longevidad en el negocio quizá se explique por su pragmatismo tiburonesco. Recuerden: en los noventa, sus tabloides británicos cambiaron thatcherismo por blairismo cuando Murdoch intuyó que los conservadores iban a perder el poder y sería más fácil hacer negocios con Toni Blair. No se equivocó: como en las mejores sagas mafiosas, Blair se arrimó tanto a Murdoch que acabó siendo el padrino de una de sus hijas… y acercándose ¿más de la cuenta? a la exmujer de Murdoch.

La noche del 4 de noviembre de 2020, por su parte, llegó el momento de dejar caer a Donald Trump.

Wolff resume así la ambigüedad política de Murdoch en su biografía del magnate australiano: "Murdoch no tiene una visión política estructurada, ni creencias formales, lo suyo es más bien una aventura picaresca" para lograr sus objetivos.

Los políticos cambian, la picaresca de los Murdoch permanece.

Cuando un prohombre intuye que TODO va a desmoronarse, pero entierra la realidad increpando a sus subordinados. Bienvenidos a la versión trumpista del búnker de Hitler...