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¿Dónde está el estado laico francés?

Los atentados de París reabren el debate sobre la pervivencia del modelo republicano. En muchas partes de Francia, la consigna no escrita es "no crear problemas"

Foto: Musulmanes franceses protestan contra la revista 'Charlie Hebdo' el 18 de enero de 2015, días después de que comandos yihadistas matasen a 17 personas en un atentado contra la publicación (Reuters)
Musulmanes franceses protestan contra la revista 'Charlie Hebdo' el 18 de enero de 2015, días después de que comandos yihadistas matasen a 17 personas en un atentado contra la publicación (Reuters)

El salvaje atentado de la noche del viernes en París inevitablemente vuelve a abrir el debate el Francia sobre la pervivencia del modelo de republicano laico, el empuje del comunitarismo y la situación en las 'banlieues', cuna de la mayoría de los yihadistas franceses y principales focos de expansión del islam radical. Francia se vuelve a hacer las mismas preguntas que hace once meses, cuando los hermanos Kuachi y su compinche Coulibaly sembraron el terror en París, asesinando a 17 personas en la sede de Charlie Hebdo, en el supermercado judío y abatiendo a una policia municipal en plena calle: ¿Por qué los jóvenes franceses se dejan seducir por el yihadismo radical?

Psicólogos, sociólogos, politólogos o geógrafos tienen diversas teorías: desde los supuestos efectos del racismo cotidiano en Francia, pasando por el paro juvenil, o la influencia de los predicadores del odio islamista, que destilan su veneno desde las mezquitas improvisadas en barrios entregados a las bandas de delincuentes o a la yihad.

Más de 40.000 millones de euros se han gastado en los últimos diez años en los barrios llamados eufemísticamente "sensibles". Las fachadas están más limpias, los viejos edificios de los años 60 y 70, dinamitados y sustituidos por pequeños bloques de pocos pisos. Los espacios verdes no faltan.

A pesar de ello, los barrios de las 'banlieues' de París, Marsella, Lille o Lyón siguen aumentando su nivel de "guetización", según denuncia el diputado socialista Malek Boutikh, antiguo dirigente de "SOS racismo". Para Boutikh, que nunca ha tenido pelos en la lengua para criticar a su propio campo, muchos alcaldes de izquierda han cedido al comunitarismo en los guetos y han cerrado los ojos ante las acciones de los llamados "hermanos mayores", que controlan el negocio de la droga mientras aseguran la paz social.

Son pocas las posibilidades que se ofrecen a los jóvenes de algunos barrios franceses: droga o yihad. Porque el arma que en el pasado servía para poder labrarse un futuro fuera del gueto - la educación - ha sucumbido también, según denuncian desesperados filósofos y ensayistas tachados de neo-reaccionarios.

Profesores jóvenes son lanzados sin preparación a colegios donde el 95 por ciento de los alumnos son hijos de inmigrantes

Hace falta una gran experiencia, una voluntad sin límites y una vocación sin fisuras para dar clases en los agujeros negros de la República. Por ello, los profesores veteranos prefieren dar clase fuera del gueto; en cambio, los jóvenes enseñantes son lanzados sin la preparación adecuada a colegios donde un 95 por ciento de los alumnos son hijos de inmigrantes, en su mayoría sin un control suficiente de la lengua francesa y salidos de familias monoparentales donde el término autoridad ha desaparicido de los diccionarios mentales desde hace décadas.

¿Cómo se puede exigir a un profesor que enseñe la historia de Francia a alumnos que le reprochan que ellos no se sienten franceses y, que, por lo tanto, Voltaire, Racine o Camus les suenan a extranjeros? ¿Cómo se puede evitar que muchos alumnos aplaudan las acciones de los islamistas en su propio territorio?

El respaldo de los poderes políticos a la educacion republicana e integradora es mínimo. La consigna no escrita es "no crear problemas". Al mismo tiempo, la nivelación de los alumnos en base al último de la clase es una regla; aquellos que despuntan tienen en estos tiempos menos posibilidades de progresar que sus abuelos. La izquierda prefiere por ejemplo, eliminar los internados de excelencia que en otro tiempo ayudaron a los niños pobres a alcanzar las unversidades o las escuelas más elitistas. Ello, en nombre de la igualdad.

La división social se promueve, pues, como algo natural: a los jóvenes de las 'banlieues' se les ofrecen pocas salidas profesionales: convertirse en ases del hip-hop, del rap o del fútbol. Un nuevo determinismo social 'cool' y 'progre'.

Nadie puede negar las dificultades de los hijos del gueto para conseguir liberarse de un destino escrito casi inamovible. Pero poco se pude conseguir con la permanente justificación que culpa al sistema de la vía yihadista emprendida por cierto sector de la juventud. Manuel Valls fue objeto de duras críticas cuando hace unos meses habló del "apartheid francés" como causa de la deriva asesina de los jóvenes islamistas franceses.

Comparar a Francia con la Suráfrica de Pieter Botha parece algo exagerado. Es un ejemplo de lo que el filósofo y ensayista Pascal Bruckner llama el "despotismo del pensamiento victimista". Para Bruckner, la izquierda mantiene un discurso de conmiseración con las 'banlieues' que esconde mal la indeferencia con que las trata. "Los habitantes de las 'banlieues' no quieren nuestra compasión", subraya Bruckner, "quieren ser tratados como el resto de los ciudadanos y disfrutar de los mismos derechos y deberes".

¿Los mismos derechos y deberes que el resto de la sociedad? No lo ven así los imanes radicales, en su mayoría extranjeros, que predican sin grandes dificultades en algunas mezquitas de Francia. Los mismos derechos y deberes no se aplican, segun ellos, a las mujeres musulmanas. Así habla el imán de la ciudad de Brest, en el año 2015 de nuestra era:"«La mujer es desnudez toda entera (…) El 'hiyab' (velo integral) es el pudor de la mujer. Sin pudor, una mujer no tiene honor. Si sale a la calle sin honor, no debe extrañarse de que sus hermanos musulmanes y los no musulmanes abusen de ella, la ignoren, no le concedan ninguna importancia. Solo la querrán por su cuerpo. Su rostro volverá al fuego del infierno".

Otro ejemplo de la Francia laica: por tercer año consecutivo, la ciudad de Val- d’Oise celebró en septiembre el Salón musulmán. A los imanes presentes un joven les explica: "En el Corán está escrito que la mujer debe obedecer al hombre, debe ser sumisa". Poco después, un grupo de "Femen" irrumpe en el escenario con su uniforme habitual. Son perseguidas y apaleadas por un grupo de hombres al grito de "¡Hay que matar a esas putas!".

En la izquierda y en el Partido Socialista solo se oyó una voz de protesta, la de la diputada regional Céline Pina, que se rebeló contra este "festival de imanes elegidos entre los más extremistas y oscurantistas, cuya violencia verbal contra los judíos, los apóstatas, y, sobre todo, las mujeres, es notoria".

¿Dónde está el estado laico? ¿Dónde sus representantes? Los alcaldes – de derechas e izquierdas - han encontrado en el clientelismo musulmán un vivero de votos y de tranquilidad. Más vale un barbudo que un ladrón de apartamentos de abuelas.

En teoría las mujeres que salen a la calle con el velo integral deben ser multadas, pero la orden política a las fuerzas del orden es mirar hacia otro lado

Es la misma actitud en lo referente al respeto a las leyes laicistas sobre el burka. En teoría las mujeres que salen a la calle con el velo integral deben ser multadas. En la realidad, la orden política a las fuerzas del orden es mirar hacia otro lado.

La renuncia progresiva al estado republicano y laico no provoca directamente terroristas, pero abre las goteras en el techo que protege a toda la sociedad del oscurantismo y por donde se cuela el comunitarismo, la nueva moda de una izquierda que se cree más moderna atacando a los defensores del laicismo.

En ese debate que divide a la izquerda entre pro-musulmanes, que identifican a estos como los nuevos proletarios, y ultralaicos, la derecha intenta robarle las ideas al Frente Nacional. Antes de que su líder, Nicolas Sarkozy hablara tras los atentados, algunos miembros conocidos de su partido, 'Los Republicanos', competían con el FN en Twitter, la mañana del sábado, en atacar al gobierno. Sarkozy y Marine Le Pen hablaron más tarde y tuvieron palabras moderadas. El líder del centro derecha dió su apoyo al gabinete pero exigió medidas más duras contra la prevención del terrorismo. Le Pen, fiel a su ideario, exigió la reinstalación de fronteras, la prohibición de todas las organizaciones islamistas, la expulsión de los imanes salafistas y retirar el pasaporte francés a los ciudadanos con doble nacionalidad sospechosos de integrar redes yihadistas.

A menos de un mes de las elecciones regionales, izquierda y centro-derecha temen que la matanza de París juegue en favor del miedo que exige mano dura. Y en esa política, Le Pen es la mejor. Hollande va a utilizar el estado de urgencia para subirse al caballo de la firmeza que el marco jurídico de los tiempos felices frenaba a los policías ante le legalismo obligado de los jueces.

Lo franceses esperan ahora algo más que una batalla electoral al uso. El horror que producen 130 muertos va a hacer olvidar de momento las querellas habituales. Muchos piden eliminar los velos ante un problema al que no se puede responder siempre con la excusa de la precaución ante la islamofobia.

El salvaje atentado de la noche del viernes en París inevitablemente vuelve a abrir el debate el Francia sobre la pervivencia del modelo de republicano laico, el empuje del comunitarismo y la situación en las 'banlieues', cuna de la mayoría de los yihadistas franceses y principales focos de expansión del islam radical. Francia se vuelve a hacer las mismas preguntas que hace once meses, cuando los hermanos Kuachi y su compinche Coulibaly sembraron el terror en París, asesinando a 17 personas en la sede de Charlie Hebdo, en el supermercado judío y abatiendo a una policia municipal en plena calle: ¿Por qué los jóvenes franceses se dejan seducir por el yihadismo radical?

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