Tribuna Internacional
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Brexit: las consecuencias económicas de la salida de Reino Unido de la UE
Inmigración, caídas salariales, desempleo en sectores de baja cualificación… son más consecuencia de la competencia global que de la UE. Las denuncias de los proBrexit persistirán
¿Qué han votado los ciudadanos británicos? En sentido estricto, han optado por salir de la Unión Europea. El análisis de la campaña pro-Brexit muestra, sin embargo, que lo que se votó el jueves pasado fue una enmienda a la globalización misma. La inmigración, las caídas salariales, el desempleo en sectores de baja cualificación… son más consecuencia de la competencia global que de la pertenencia a la Unión Europea (UE). El establecimiento de una nueva relación entre el Reino Unido y la UE no solucionará estos problemas. La economía británica seguirá integrada en los mercados globales y las denuncias de la campaña pro-Brexit persistirán, agravadas por las consecuencias que se derivarán de su salida.
Impacto del Brexit para el Reino Unido
El impacto en la economía del Reino Unido será doble. El país va a sufrir un primer shock de 'animal spirits' derivado del resultado de la votación. El segundo shock, de carácter permanente, se producirá como consecuencia del nuevo estatus comercial y legal que se articulará entre el Reino Unido y la UE, en su momento.
En las primeras semanas y meses dominará el shock temporal. Los efectos se dejarán notar en cuatro grandes ámbitos: la actividad económica, el mercado de trabajo, el sector exterior y las finanzas públicas.
El Tesoro británico espera una contracción del PIB de entre un 3,6% y un 6% en los próximos dos años. El consumo y la inversión privada se retraerán, lastrados por la incertidumbre y por el “efecto pobreza”. Se estima un incremento de entre 520.000 y 800.000 desempleados en el mismo período
En lo referente a la actividad, el Tesoro británico espera, quizá algo exageradamente, una contracción del PIB de entre un 3,6% y un 6% en los próximos dos años. El consumo y la inversión privada se retraerán, lastrados por la incertidumbre y por el “efecto pobreza”. La depreciación de la libra se traducirá en una mayor inflación que reducirá el consumo de los hogares nuevamente. Se estima un incremento de entre 520.000 y 800.000 desempleados en el mismo período.
En cuanto al sector exterior, el Tesoro prevé una depreciación de la libra de entre el 12 y el 15%. El efecto externo irá más allá del tipo de cambio. El Reino Unido tiene un déficit por cuenta corriente cercano al 4,5 % del PIB que será más difícil de financiar con flujos de capital provenientes de la Unión Europea.
Finalmente, el déficit público crecerá entre 20 y 40 millones de libras como consecuencia de la caída de la inmigración y la evolución de los estabilizadores automáticos. Serán necesarias medidas de ajuste extra para corregir este efecto... con nuevos efectos contractivos. La falta de espacio fiscal y monetario dificulta la respuesta que los 'policy-makers' pueden dar a este primer shock de corto plazo.
El shock permanente es más difícil de estimar, por su parte. Dependerá de la negociación que se dará entre el Reino Unido y la Unión Europea en virtud del Artículo 50 del Tratado de Lisboa. Este proceso puede durar, al menos en teoría, hasta dos años.
En dicha negociación, el Reino Unido querrá aspirar a un estatus similar al de Noruega. Es decir, luchará por mantener el acceso al mercado único. El problema es que las autoridades europeas se niegan a cualquier tipo de negociación inicialmente. Y, en caso de acceder a hablar con el Gobierno británico, se antoja casi imposible que se conceda el acceso al mercado único sin que se permita a cambio el libre movimiento de personas. El estatus noruego, impone, además, transferencias al presupuesto común europeo. Los partidarios del brexit no están dispuestos a hacer este tipo de concesiones.
Para el Reino Unido, el final de la libertad de movimiento de personas tendría una doble implicación negativa. Primero, no habría suficiente oferta de trabajadores para cubrir actividades fundamentales como la educación o la sanidad. Segundo, los ciudadanos de la UE que trabajan en el país son contribuyentes netos a las finanzas públicas británicas. Se estima que cualquier impacto de carácter permanente sobre el PIB del Reino Unido superior al 0,6% empeoraría las finanzas públicas, incluso con el ahorro que supondría no contribuir al presupuesto comunitario.
Impacto del Brexit sobre la Unión Europea
Es necesario distinguir, nuevamente, entre impacto a corto plazo e impacto a largo plazo. A corto plazo, la Unión Europea sufrirá el Brexit a través de dos canales: el real y el financiero. En cuanto al canal real, aquellas economías más vinculadas al Reino Unido verán caer sus exportaciones y la inversión exterior. En cuanto al canal financiero, el temor, la falta de confianza y la incertidumbre ya han comenzado a contagiarse a Europa. Es previsible que procesos de inversión y consumo se pospongan y existe un riesgo, ciertamente relevante, de una nueva recesión en algunos países de la zona euro.
La 'rebelión contra las élites dirigida por las élites' a la que estamos asistiendo se frena con el mantenimiento de los estándares de vida y con la propuesta de soluciones realistas y efectivas a los problemas detectados
A largo plazo, la Unión Europea tiene un gran problema en la desafección ciudadana. Solo el 38% de los franceses tienen una visión positiva de la UE. La solución al problema de Europa pasa por un mayor crecimiento económico y por un reparto más adecuado de la creación de empleo. El mundo de 2016 es más competitivo y exigente que el de los años 70, 90 y 2000. La “rebelión contra las élites dirigida por las élites” a la que estamos asistiendo se frena con el mantenimiento de los estándares de vida y con la propuesta de soluciones realistas y efectivas a los problemas detectados. Debe favorecerse la profundización del mercado único (servicios digitales, mercados de capitales…), la integración institucional (unión bancaria, unión presupuestaria…) y el incremento de la productividad como camino para lograr un crecimiento sustancial y sostenido.
La manipulación está pasando por encima de la evidencia empírica. Es un hecho que el comercio internacional tiene un efecto netamente positivo para los países, pese a generar dificultades en aquellos grupos poblacionales menos capacitados. Son necesarias redes de protección que minimicen el impacto sobre quienes no pueden adaptarse a la competencia global. Pero renunciar a la integración y a la globalización significa acercarse a la autarquía. Y con ella, a la pobreza.
*Gonzalo Gómez Bengoechea, Universidad Pontificia Comillas ICADE.
¿Qué han votado los ciudadanos británicos? En sentido estricto, han optado por salir de la Unión Europea. El análisis de la campaña pro-Brexit muestra, sin embargo, que lo que se votó el jueves pasado fue una enmienda a la globalización misma. La inmigración, las caídas salariales, el desempleo en sectores de baja cualificación… son más consecuencia de la competencia global que de la pertenencia a la Unión Europea (UE). El establecimiento de una nueva relación entre el Reino Unido y la UE no solucionará estos problemas. La economía británica seguirá integrada en los mercados globales y las denuncias de la campaña pro-Brexit persistirán, agravadas por las consecuencias que se derivarán de su salida.