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La economía de China, ese gran misterio
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La economía de China, ese gran misterio

Los debates y teorías varias sobre la evolución económica del gigante asiático se suceden, pero en realidad, es muy poco lo que sabemos con certeza sobre el país. Aquí unos apuntes

Foto: Un hombre pasa frente a un panel que muestra el índice Hang Seng, en marzo de 2015 (Reuters)
Un hombre pasa frente a un panel que muestra el índice Hang Seng, en marzo de 2015 (Reuters)

Desde que aterricé en China hace más de una década, todos los años, sin excepción, se suceden los debates y teorías varias sobre la evolución de la economía en el país. Los más audaces se atreven a hacer predicciones sobre el futuro a corto y medio plazo y sus consecuencias inmediatas. Es muy tentador opinar sobre la economía china. Y sobre China en general; está de moda.

Pinchazos de burbujas varias y términos como “hard landing” adornan los comentarios de los analistas de medio mundo. Un servidor, sin atreverse a entrar en honduras, identifica un denominador común: nadie sabe a ciencia cierta cuál es el estado de salud del modelo económico chino. Todo son reflexiones y análisis, puras elucubraciones en muchos casos, basados en supuestos que se dan por ciertos. Sorprende mucho, además, comprobar cómo las diversas teorías y comentarios visualizan escenarios absolutamente opuestos con conclusiones muy distintas.

Y qué es lo que sí sabemos de China:

- Es un país en donde todo está controlado por el Estado. Cada cierto tiempo, el Partido Comunista Chino (PCCh), desde el Consejo de Dirección de CHINA S.A., dicta las pautas a seguir en función de la evolución de los parámetros que rigen la marcha del país (parámetros que, matizo, son exclusivos de China y no rigen el resto de las economías del primer mundo). Todos los agentes económicos del país, instalados en la órbita del PCCh, obedecen y activan sin demora las consignas dictadas. Hace poco, durante una cena con un empresario chino, preguntaba sobre la situación económica en China, el futuro a medio plazo y, en definitiva, su opinión sobre cómo están las cosas a tenor de todo lo que se oye últimamente sobre la desaceleración del gigante asiático. Me respondió con una media sonrisa y sin dejar de mirar su plato: “Todo está controlado por el Gobierno. Dígame un país en el mundo dónde pueda usted encontrar más estabilidad”.

- El modelo económico chino, “socialismo con características chinas” lo definen ellos, es un modelo único, sin precedentes. No hay comparación posible con países como la antigua URSS, Japón o cualquier otra economía del mundo. Las predicciones basadas en análisis comparativos con experiencias pasadas no tienen en cuenta ni consideran variables determinantes como la propia singularidad del país, de su cultura y, me atrevería a decir, de sus habitantes. Variables clave para comprender, por extensión, el día a día de este país y que muchos occidentales que han intentado poner en marcha algún proyecto empresarial en China nunca han sido capaces de entender. Ni de aceptar.

- La información económica desvelada por China cada trimestre carece de la objetividad que podríamos otorgar a otras economías cuya singladura no está enmarcada en un régimen autoritario. ¿Qué grado de verosimilitud podemos conceder a las fuentes de información que construyen los diversos indicadores económicos? ¿Quién es capaz de creerse todo lo que nos cuentan? ¿Qué hay debajo de la alfombra? Además, siguiendo con la idea de la naturaleza específica del régimen chino, cuando Xi Jinping asegura que la economía va a crecer al 6.5 % en los próximos cinco años, la pregunta es quién se atreve a contradecir o desmentir una afirmación del Jefe de Estado. Dogma puro.

- Completando lo dicho en el párrafo anterior, China sigue siendo considerado un país en vías de desarrollo. Un gran porcentaje de su economía sigue estando sumergida. Invisible. Muy difícil de mensurar. Dicha circunstancia no ayuda demasiado ni a elaborar información económica ajustada ni a hacer ninguna predicción a medio plazo. Verdaderamente, es irónico pensar que la segunda potencia del mundo en términos de crecimiento del PIB todavía no ha ingresado en el primer mundo.

- También sabemos que el propio tamaño del país, de dimensiones continentales, multiplica exponencialmente cualquier atisbo de crisis local; visto desde Occidente, claro está. Un movimiento de tierras en China provoca auténticos tsunamis en el resto del planeta. El batacazo bursátil del pasado mes de agosto, y más tarde enero, por ejemplo, desató auténtico pánico. Muchos inversores no pudieron conciliar el sueño ante la perspectiva de contagios en las demás bolsas occidentales y asiáticas. Del mismo modo, la posterior devaluación de la moneda local, el Renminbi (RMB), por parte del Gobierno Central unas semanas después, añadió todavía más pavor a las escenas de terror vividas los días anteriores. En consecuencia, titulares como “China se desploma” o “La recesión del gigante asiático” protagonizaron las portadas de medios de comunicación de todo el mundo. Más tarde, se ha confirmado que los sucesos mencionados anteriormente, analizados con detalle y, sobre todo, rigor, no eran ni tan feroces ni señal de ninguna convulsión económica.

- Como colofón a este pequeño repaso de cosas que sí sabemos sobre la economía china, hay que subrayar el cambio de modelo económico que está experimentando el país. La industria pesada, las inversiones en infraestructura y las exportaciones ya no son los motores del país. El consumo interno y al sector servicios son los que ahora han de liderar el crecimiento. Por otro lado, las grandes empresas públicas han de adaptarse al nuevo escenario y empezar a ser más rentables (si es que lo han sido alguna vez). Se acabó el crédito fácil. Época de consolidación. Por último, el PCCh es consciente de que el país va a necesitar abrirse y liberalizar ciertos sectores para poder hacer los deberes. Cambios. Evolución. ¿Un modelo económico más sostenible? ¿Más equilibrado? Quizá. En cualquier caso, la transición que está experimentando China va a tener en vilo al resto del planeta. Sin duda.

Jaime Pastor Innerarity, con base de operaciones en Shanghái, lleva más de diez años poniendo en marcha proyectos empresariales de distinta naturaleza en China y resto del continente asiático.

Desde que aterricé en China hace más de una década, todos los años, sin excepción, se suceden los debates y teorías varias sobre la evolución de la economía en el país. Los más audaces se atreven a hacer predicciones sobre el futuro a corto y medio plazo y sus consecuencias inmediatas. Es muy tentador opinar sobre la economía china. Y sobre China en general; está de moda.

Xi Jinping