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El Apocalipsis puede esperar

El papel de la Unión Europea y Rusia en la política internacional de Donald Trump

Foto: El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmando una de sus controvertidas órdenes ejecutivas. (Reuters)
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmando una de sus controvertidas órdenes ejecutivas. (Reuters)

En los últimos meses, ha habido mucho miedo y demonización a la figura de Donald Trump inspirada por distintos analistas liberales y medios de comunicación europeos. La histeria anti-Trump ha ido tan lejos que, por ejemplo, en Europa del Este se llegó a especular con la posibilidad de una nueva Conferencia de Yalta para la división de Europa. En enero, 17 políticos europeos escribieron una carta abierta al nuevo presidente de los Estados Unidos pidiéndole que no suspendiera las sanciones contra Rusia, al tiempo que el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, calificaba al norteamericano como “una amenaza para Europa”.

Los medios españoles se preocuparon especialmente por el impacto económico en España y la posible disminución de las exportaciones españolas a Estados Unidos, así como por el futuro de las dos bases militares estadounidenses en Morón de la Frontera (Sevilla) y Rota (Cádiz). Según una encuesta mundial de enero de 2017, los españoles parecían ser los más pesimistas del mundo ante el nuevo presidente de EEUU, con solo un 17% de aprobación —por debajo del 19% logrado en México—. Casi nos convencieron de que se avecinaba un apocalipsis con la llegada de Trump a la Casa Blanca.

Foto: El presidente de Estados Unidos, en el Despacho Oval de la Casa Blanca. (Reuters)

Rusia

Por otro lado, tanto los analistas como los medios de comunicación en Rusia mostraron una actitud extremadamente positiva hasta mediados de febrero de este año. Los políticos rusos, a la espera de verdaderas maravillas por parte del Gobierno de Trump, descorcharon champán para celebrar su victoria y los medios rusos mencionaron al nuevo presidente incluso más veces que a Putin entre noviembre de 2016 y enero de 2017 —algo absolutamente sin precedentes en el país.

El propio Trump buscaba el júbilo en Rusia: promesas de cambios en política internacional y declaraciones contra la Unión Europea y la OTAN, así como palabras de elogio y admiración hacia Putin y otros dictadores. De hecho, justo antes de su investidura, Trump confesó a 'The Times' que planeaba proponer a Putin el fin de las sanciones impuestas a Rusia por la anexión de Crimea a cambio de un acuerdo con Moscú de reducción de armas nucleares.

España

¿Qué podemos esperar entonces de la nueva política internacional de EEUU hacia España y, más globalmente, hacia la Unión Europea y Rusia? En una breve conversación con Mariano Rajoy en febrero, Trump confirmaba su intención de mantener la cooperación con España en términos de economía, seguridad y lucha contra el terrorismo, pero se reafirmaba en la idea de que España debía asignar el 2% de su PIB para presupuesto en gasto militar (en lugar del 1% actual), algo para lo que España no estará preparado hasta, al menos, 2025.

Foto: María Dolores de Cospedal y James Mattis. (EFE)

Por tanto, la manzana de la discordia con el nuevo Gobierno estadounidense podrían no ser las exportaciones ni la disminución de las bases militares sino el gasto militar. España parece estar también interesado en convertirse en interlocutor entre Estados Unidos, México y Latinoamérica, pero no es demasiado probable que Trump vaya a permitir una expansión tan espectacular de su papel diplomático. Sin embargo, España sí podría ser bienvenido como mediador, especialmente en asuntos como la disputa con México o la guerra civil de Siria.

Europa

Durante su reunión con Angela Merkel en marzo, Trump confirmó su apoyo a la OTAN pero volvió a insistir en su demanda de que todos sus miembros debían gastar el 2% de su PIB en defensa. Al igual que sucede con España, la mayor parte de estos países no están preparados y esto podría acabar provocando recelos en la relación entre Estados Unidos y la Unión Europea.

El apoyo de Trump al Brexit, su aversión a los acuerdos multilaterales de comercio y la negativa a que algunos turistas puedan entrar a Estados Unidos son algunos de los motivos que podrían aumentar las fricciones entre ambos gigantes mundiales.

Cambios

A pesar del entusiasmo inicial tras la elección de Trump, Rusia vuelve a verse como la perdedora en los planes de política internacional de Estados Unidos. Ciertamente, el presidente norteamericano incluyó en su gabinete a varios personajes públicos pro-rusos, pero estos fueron enseguida reemplazados debido a la tremenda presión pública y política, precisamente debido a su vinculación con Rusia.

Trump se dio cuenta rápidamente de que un gran porcentaje de los votantes, tanto republicanos como demócratas, se opone a cambiar la política internacional de Estados Unidos contra Rusia y ni siquiera el presidente puede vencer esa oposición. Finalmente, la embajadora de Estados Unidos, Nikki Haley, manifestó el 2 de febrero que la Administración de Trump mantendrá, en lugar de levantarlas, las sanciones contra Rusia por la ocupación en Crimea.

Siria

El único asunto internacional donde parece haber puntos en común y donde podemos esperar cooperación ruso-americana es Siria y la lucha contra el Estado Islámico. Sin embargo, incluso respecto a Siria puede haber distintas opiniones. El pasado 7 de abril, inesperadamente para muchos analistas políticos, Trump ordenó un ataque aéreo con misiles Tomahawk contra la base aérea de Shayrat, controlada por el Gobierno de Al Asad. Estados Unidos había advertido a Rusia del ataque, pero la ofensiva se desencadenó a pesar de la desaprobación rusa. Este ataque ha persuadido incluso a los últimos partidarios de Trump en Rusia de que, en última instancia, Donald Trump no es el presidente pro-ruso de los EEUU con el que ellos soñaban.

Al margen de las especulaciones sobre el fin del mundo con la elección de Trump y su atrevimiento inicial, la separación de poderes del sistema político estadounidense y los numerosos apoyos que los dos grandes partidos políticos han mostrado hacia una política internacional continuista han forzado al nuevo presidente a ser más razonable y a reafirmar el compromiso de Estados Unidos con sus aliados y su determinación a la hora de enfrentarse a las agresiones de Rusia en Ucrania. Habrá cambios, por supuesto, pero el anunciado Apocalipsis no tendrá lugar.

*Chris Kostov, profesor asociado en Relaciones Internacionales (Schiller International University, Madrid)

En los últimos meses, ha habido mucho miedo y demonización a la figura de Donald Trump inspirada por distintos analistas liberales y medios de comunicación europeos. La histeria anti-Trump ha ido tan lejos que, por ejemplo, en Europa del Este se llegó a especular con la posibilidad de una nueva Conferencia de Yalta para la división de Europa. En enero, 17 políticos europeos escribieron una carta abierta al nuevo presidente de los Estados Unidos pidiéndole que no suspendiera las sanciones contra Rusia, al tiempo que el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, calificaba al norteamericano como “una amenaza para Europa”.

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