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Alemania llega a un cruce y el peligro viene por la derecha

Los grandes partidos tienen ahora el enorme reto de frenar los cantos de sirena que apelan a lo más negro de la historia del país, que hablan ya, tras su entrada en el Bundestag, de “cazar” a Merkel

Foto: La canciller Angela Merkel, tras su comparecencia al difundirse los resultados de las elecciones generales. (Reuters)
La canciller Angela Merkel, tras su comparecencia al difundirse los resultados de las elecciones generales. (Reuters)

Alemania es un país conservador. No quiero decir que en lo político sea de derechas o de centro derecha. Es un país poco dado a saltos, a innovaciones, a experimentos.

Las empresas germanas desarrollan un producto, lo prueban exhaustivamente y lo ponen en el mercado. Como funciona muy bien, se vende. No se rompe, es el mito del 'made in Germany'. Si tiene éxito, se retoca hasta la extenuación. Ejemplos: sucedió con el mito del milagro alemán, el Escarabajo. Hasta que se agotó. Sucede con el Golf, siempre tiene que parecer un Golf, hasta que se agote.

En lo político, sucede algo parecido. El 80% del electorado está situado en el centro, con leves toque a izquierda o derecha. Los extremos son Die Linke, La Izquierda, en parte excomunistas del Este, y Alternativa por Alemania, AfD, por la derecha más dura, rozando el neonazismo.

En Alemania, si un dirigente funciona razonablemente bien, se le mantiene en el cargo. Así, los largos mandatos de Konrad Adenauer o de Helmut Kohl, pero sobre todo de Merkel, que batirá los récords de sus antecesores. Eso sí, con un notable retroceso en votos, en torno al 9%. Nada de euforia. Incluso su socio, la CSU, la democracia cristiana de la muy católica y muy conservadora Baviera, ha registrado un retroceso de 10 puntos, el peor resultado desde la fundación de la RFA, en 1949. Algo grave ha pasado o está pasando.

Merkel no tiene, no ha tenido, grandes ideas. Es como el industrial alemán que pule continuamente un producto, sin innovar. En realidad, decía el semanario 'Die Zeit', cuando las cosas van bien, no hace falta. La canciller, partiendo de la base de ese electorado de centro-centro, ha arrebatado los puntos más espinosos a sus rivales. ¿Que surge la crisis de la central de Fukushima? Se cierran las centrales nucleares a medio plazo. Toque verde. ¿Que llegan cientos de miles de refugiados? Se abren las puertas, toque progresista, socialdemócrata. ¿Que hay que aprobar el matrimonio entre homosexuales? Se aprueba, aunque ella esté en contra.

El problema grave para Merkel, para la democracia cristiana y para la democracia alemana, es que han dejado abierto el flanco más derechista, más nacionalista, más xenófobo y más antieuropeo. Se ha abierto una herida sangrante que será difícil de curar, ese 13% de votos de Alternativa para Alemania, por encima de los Verdes, de los Liberales, de La Izquierda. Una cesura histórica en la República Federal, en la Alemania unificada.

Durante los últimos cuatro años, ha gobernado la Gran Coalición con el SPD, y cuando haya 'GroKo', como dicen los alemanes, nada se mueve. Poca innovación, poca inversión, mucha austeridad. Y el SPD, un mito en la historia de Europa, ha pagado los platos rotos por su indefinición con un mínimo histórico. Otra tragedia para la democracia en Alemania y en Europa. El partido de Willy Brandt espera recuperar el espíritu perdido desde la oposición.

placeholder Martin Schulz, líder de los socialdemócratas alemanes, durante su primera comparecencia tras conocerse los resultados. (EFE)
Martin Schulz, líder de los socialdemócratas alemanes, durante su primera comparecencia tras conocerse los resultados. (EFE)

¿Qué puede esperar ahora la Unión Europea? No mucho.

Merkel no es una europeísta entusiasta. Es de mínimos pasos en lo interior y en lo exterior. Si hace algo por Europa, es a regañadientes. Gigantes como Adenauer o Kohl tampoco eran europeístas visionarios, sino que vieron impulsados por las circunstancias. Ambos, por cierto católicos y renanos, habían nacido cerca de la frontera con Francia, a orillas de Rin, el primero en Colonia, ciudad de la que fue alcalde hasta la llegada de los nazis en 1933, y Kohl en Ludwigshafen. Ambos conocieron de primera mano los horrores de la Segunda Gran Guerra, vieron ambas ciudades arrasadas y sabían que eso no se podía repetir. Adenauer reafirmó la paz con De Gaulle en la famosa imagen del balcón del Ayuntamiento de Bonn, cuando el general de la 'grandeur' gritó aquello de "¡Viva Alemania, viva Francia!". Fin a cientos años de rivalidad. Francia se dedicó a la política y Alemania, a la industria, lo que mejor sabe hacer.

Luego cayó el muro de Berlín, llego la unificación. Kohl y Mitterrand pensaron que lo mejor era diluir al nuevo gigante en Europa. Nacieron la Unión Europea y el euro. Europa es un problema franco-alemán, detrás venimos los demás como invitados. Aunque se quedaron cortos.

El problema, ahora, es que Merkel, hija de pastor protestante mudado a la RDA, no tiene la visión de sus antecesores. No vivió la guerra, no conoció el desastre. Además, viene del norte y del este, de muy lejos del Rin. Del norte, la hanseática Hamburgo, por nacimiento, y del este, donde se mantuvo intacto el espíritu prusiano, por educación.

Si Merkel hace algo por Europa, será lo justo. La Unión, su futuro, no ha sido tema de campaña, como otros muchos apartados. La canciller no comparte las emociones de Macron, el hijo perfecto de la 'grandeur' gala, que hará su gran presentación programática este martes. Pero su vecino tiene claro que la Unión puede desaparecer si no se mueve hacia una mayor integración económica y fiscal.

En Alemania, la solución de la crisis de 2008 no se ha derivado de las medidas tomadas por el Gobierno, sino por la política del Banco Central Europeo, que ha 'dopado' el mercado con bajos tipos de interés. El legado de Merkel con respecto a la Unión debería ser la unión fiscal, pero la Alemania que salga de estas elecciones difícilmente estará a favor de las grandes visiones del presidente galo. Alternativa para Alemania, recordemos, nació en contra del euro, en contra de las ayudas a los países del sur. Incluso los liberales del FPD, los otros vencedores de este domingo que vuelven al Bundestag y con fuerza, consideran que Grecia debería quebrar y están en contra de una Europa de transferencias. Y los 'amarillos' liberales estarán seguramente en la coalición tricolor Jamaica con los negros de la CDU-CSU y los Verdes.

placeholder Votantes de la CDU reaccionan ante el resultado de AfD en la sede del partido en Berlín. (Reuters)
Votantes de la CDU reaccionan ante el resultado de AfD en la sede del partido en Berlín. (Reuters)

Alemania y Merkel iban, de momento, a todo gas en su flamante limusina teutónica, 12 cilindros en uve, doble turbo, tracción total, tope de gama, pero la canciller va a tener que conducir mirando continuamente el retrovisor de la derecha, de esa derecha, AfD, que ella ha contribuido a reforzar, sin quererlo, como aseguraba el semanario 'Der Spiegel'. No sea que se adelante.

Alemania va bien, pero sus exportaciones han dependido de la coyuntura mundial y, en gran medida, de las ventas al gran exportador, China. Marcas de lujo y máquinas-herramienta para dotar al gigante asiático. Cualquier alteración de la situación económica mundial tendría consecuencias para todos, también para los grandes productores. El problema en Alemania es que los populistas de derecha, que quieren devolver el 'esplendor' a Germania, que quieren sellar las fronteras, que niegan el Holocausto, que utilizan la clave 88 para decir "¡Heil Hitler!", tienen ya el megáfono del Bundestag.

El problema en Alemania es que los populistas de derecha, que quieren cerrar fronteras, que niegan el Holocausto, tienen ya el megáfono del Bundestag

“Alemania va bien. No tiene usted nada más que ver los nuevos modelos eléctricos presentados en el Salón del Automóvil de Fráncfort", me decía el analista alemán Ulrik Speck. Ya, le respondí, pero tendrá que reconocer que las marcas germanas llevan mucho retraso con respecto a la estadounidense Tesla. El nuevo modelo 3 tiene medio de millón de peticiones en lista de espera, producirán 10.000 ejemplares a la semana, y las fábricas alemanas tienen, de momento, prototipos. Eso sí, 'muy bonitos'.

Entre las 10 compañías con mayor valor bursátil del mundo no hay ninguna alemana. En los primeros puestos están las de los EEUU. Aparte de las ya conocidas, Apple, Google Facebook, Microsoft, etc., la octava, General Electric, no se dedica solo a los cables, los motores eléctricos o los interruptores, sino que su gran negocio son los 'data', los 'big data'.

Alemania (Europa) está, estamos, 'algo' retrasada en este cambio de época, no época de cambio, que vivimos. Nos guste o no lo digital.

Pero nos conviene a todos que a Alemania le vaya bien, porque si se enfada, las consecuencias pueden ser terribles. Si aumenta el paro, ya sabemos en qué dirección va a ir el voto-protesta. El populismo de los países ricos, Alemania, Francia, Holanda (Brexit incluido), es de derechas. Quiere encerrarse, no repartir la tarta. El de los países más pobres del sur es de izquierdas, quiere más igualdad, solidaridad y reparto del pastel entre todos.

Dentro de cuatro años, la situación económica mundial puede ser distinta y las elecciones alemanas serán muy, muy interesantes, no como las 'aburridísimas' de este domingo. Han sido las del 'kein Kampf', ninguna lucha, aburrimiento, decía el semanario 'Der Spiegel'. No confundir con el 'mein Kampf' del trágico hombre del bigotito ridículo. Pero el prestigioso semanario 'Die Zeit', de centro izquierda, advertía el mismo domingo: ¡Cuidado, Alemania!

Lo más probable es que Merkel no repita candidatura dentro de cuatro años, y que dentro de dos se abra en la CDU el debate para la sucesión de la señora que llegó del este.

Los grandes partidos alemanes tienen ahora el enorme reto de frenar los cantos de sirena que apelan a lo más negro, lo más dramático de la historia del país, que hablan ya, tras su entrada en el Bundestag, de “cazar” a Merkel. Los partidos democráticos tendrán que recuperar el legado histórico de la modesta y modélica República de Bonn y de la que ha tenido sede en Berlín hasta ahora. “Vamos a mantener nuestros valores y nuestros principios. Somos el pueblo, somos la democracia”, ha dicho el gran derrotado, Martin Schulz. Falta hace. Falta hará.

Sigan atentos a la pantalla.

* Daniel Peral fue corresponsal de TVE en Alemania, 1990-96

Alemania es un país conservador. No quiero decir que en lo político sea de derechas o de centro derecha. Es un país poco dado a saltos, a innovaciones, a experimentos.

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