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¡Europeo! Ni antirruso ni proamericano

Como europeos, teníamos que haber evitado la guerra y mantenido lazos comerciales con Rusia

Foto: Banderas de la Unión Europea en la entrada de la Comisión en Bruselas. (Reuters/Yves Herman)
Banderas de la Unión Europea en la entrada de la Comisión en Bruselas. (Reuters/Yves Herman)

Y es que no dejamos de bailar los pasos que nos marcan unos y otros, sin poder marcar nuestros pasos y definir nuestra coreografía en el panorama mundial. ¡Claro que estamos en el lado correcto! Tampoco nos lo han puesto tan difícil, obviamente es mejor estar del lado de un abuelo ambicioso (Biden) que de un dictador egótico (Putin), pero no podemos seguir dejándonos manejar por el primero y escupiendo a la cara continuamente al segundo.

Biden nos dice lo que tenemos que hacer como europeos, cortar los lazos comerciales con Moscú, en especial en lo que respecta a la energía, mientras él estrecha lazos comerciales con Venezuela comprándole petróleo y, ¡oh, sorpresa!, también con Moscú, comprándole fertilizantes. Simultáneamente, eso sí, 'europeos blandengues', compradme a mí, Estados Unidos, el gas licuado tres veces más caro de lo que lo comprabais antes y, por supuesto, armamento. Se ha decidido en la cumbre que nuestra mayor amenaza para los próximos 10 años es Rusia. Es lógico que no se haya hablado prácticamente nada de China, pues obviamente este país es un ejemplo de democracia y libertad. Bueno, quizás esta última solo de mercado, pero es la que interesa, ¿no?

Nosotros no invertimos en defensa, ahora, eso sí, si la cosita se pone fea, que vengan los americanos para ayudarnos

Y a todo este cóctel molotov de dependencia y tibieza europea le añadimos la escalada de beligerancia progresista general centrada especialmente en dos cuestiones:

La primera, la obsesión ludita de cerrar centrales nucleares y térmicas e invertir en energías verdes, cuestión que tiene como resultado una escalada sin precedentes de los costes de la energía y el aumento de nuestra dependencia energética de países autocráticos o dictadores de tres al cuarto, que intentan manipularnos a su antojo a cambio de que nuestras empresas y nuestros ciudadanos puedan pasar un invierno más o menos digno.

La segunda, el empeño y tozudez de invertir cada vez menos presupuesto del PIB en defensa, haciéndonos cada vez más débiles y dependientes de la protección de terceros. Somos el país de Europa que menos invierte en defensa, tan solo por detrás de Luxemburgo. Es como si tuviésemos ojerizas y orejeras para no ver ni escuchar que ahí fuera de nuestras fronteras de libertad, derechos, obligaciones y democracia existen infinidad de tiranos que nos quieren aniquilar. Nosotros no invertimos en defensa, ahora, eso sí, si la cosita se pone fea, que vengan los americanos para ayudarnos.

O aprendemos a coreografiar nuestro baile en el panorama internacional o nuestro viejo continente seguirá diluyéndose lentamente

Con todo, lo que ya parece evidente a estas alturas de la película es que existe un claro perdedor, Europa, más pobre y dependiente que antes de la guerra, y lo que nos queda, un tirano egótico de mecha cortita que entra al trapo a las provocaciones, Putin, una víctima débil y desorientada, Ucrania, y un vencedor, Estados Unidos. Como europeos, teníamos que haber evitado la guerra y mantenido lazos comerciales con Rusia, gestionado al mismo tiempo con más verticalidad y más inteligencia política la dudosa democracia y estado-libertad que existía en Ucrania antes de la guerra. Es que ahora parece que Ucrania era un oasis de libertad y democracia cuando antes de la guerra era uno de los países con mayores índices de corrupción del mundo y que su actual presidente mandó arrestar al jefe de su principal partido opositor y prohibió las actividades de 11 partidos opositores más. Ante este paradigma, al menos a mi juicio, Europa tenía que haber ayudado a Ucrania desde las libertades, ayudando a instaurar una verdadera democracia, ayudando a su crecimiento del PIB y no mandando armamento pesado para que miles de civiles mueran o sean aún más explotados que antes en manos de las mafias. Pero es que nuestra tibieza y complejos occidentales nos están debilitando cada vez más como continente. Y ahora, como siempre, reactivos y cero proactivos, no nos queda más remedio en este punto que enviar armas y hacer bloqueos comerciales como si eso fuera una solución para parar al dictador acomplejado y egótico de Rusia.

O aprendemos a coreografiar nuestro baile en el panorama internacional o nuestro viejo continente seguirá diluyéndose lentamente de la escena mundial en que se juegan los grandes pactos estratégicos. Mientras tanto, el progresismo occidental, ensimismado en sus verbalismos y elocuencias, sigue desdibujando el papel histórico de defensa de las libertades que nuestro viejo, pero aún fuerte, continente ha liderado en los últimos 200 años. Salud y fuerza para el camino.

*Paco Ávila es un empresario andaluz.

Y es que no dejamos de bailar los pasos que nos marcan unos y otros, sin poder marcar nuestros pasos y definir nuestra coreografía en el panorama mundial. ¡Claro que estamos en el lado correcto! Tampoco nos lo han puesto tan difícil, obviamente es mejor estar del lado de un abuelo ambicioso (Biden) que de un dictador egótico (Putin), pero no podemos seguir dejándonos manejar por el primero y escupiendo a la cara continuamente al segundo.

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