Es noticia
Cómo destruir un partido de derechas en tres cómodos pasos
  1. Mundo
  2. Tribuna Internacional
Ramón González Férriz

Tribuna Internacional

Por

Cómo destruir un partido de derechas en tres cómodos pasos

Los conservadores británicos han sido la formación política occidental más exitosa de los tiempos modernos. Por eso hoy uno se frota los ojos al ver la intención de voto que señalan los sondeos ante las elecciones del 4 de julio

Foto: El primer ministro británico, Rishi Sunak. (EFE)
El primer ministro británico, Rishi Sunak. (EFE)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

El Partido Conservador británico es la formación política occidental más exitosa de los tiempos modernos. Gobernó 65 de los 100 años del siglo XX; en el XXI, ha gobernado 14 de 24. Parte de ello se debe a que ha tenido una extraordinaria capacidad de adaptación. Fue el partido defensor del apaciguamiento de Hitler y el partido dispuesto a sacrificarlo todo para vencerle. Fue el partido que metió a Reino Unido en la Unión Europea y el partido que lo sacó de ella. También ha sido el partido en el que han florecido actitudes racistas y el partido que cuenta hoy con un primer ministro de origen indio y, hasta hace poco, tuvo un ministro de economía nacido en Irak y otro con padres de Ghana. Se trata de una historia de amoldamiento cínico en ocasiones, clasista la mayor parte del tiempo, pero con un éxito incomparable.

Por eso hoy uno se frota los ojos al ver la intención de voto que señalan los sondeos ante las elecciones del 4 de julio. En las de 2019, los tories, liderados por Boris Johnson, lograron 14 millones de votos, un 43,6%, muy cerca del récord de Margaret Thatcher. Y obtuvieron 365 de los 650 escaños de la Cámara de los Comunes. Ahora, podrían perder entre 7 y 9 de esos 14 millones de votos, quedarse en un 21% y retener, aproximadamente, solo la mitad de los escaños, unos 180. ¿Qué ha pasado?

Brexit, igualdad y radicalismo económico

Una primera respuesta es el Brexit. Sacar a Reino Unido de la Unión Europea era una mala idea, pero sus defensores podrían haber encontrado argumentos atendibles. Los tories, sin embargo, decidieron defenderlo de la peor manera posible. Sus líderes, pertenecientes a la élite económica y académica de Reino Unido, fingieron que el Brexit era un movimiento contra las clases altas, y adoptaron una postura antisistema. Los burócratas europeos eran antidemocráticos y ridículamente puntillosos, dijeron; los jueces británicos que ponían trabas legales eran enemigos del pueblo, y los economistas, los intelectuales y los políticos que expresaban su renuencia a dar un paso tan trascendental, traidores. Hoy, la mayor parte de los británicos considera que el Brexit fue un error. Los tories son víctimas de ello. Pero, sobre todo, de su conversión en un partido antisistema. Siempre supieron conservar el equilibrio entre su defensa del statu quo y su comprensión de las pulsiones chovinistas. El Brexit lo rompió.

Pero hay dos cuestiones más. Una de ellas fue el llamado partygate. Johnson encarnaba los rasgos más idiosincrásicos del partido conservador: hijo de la clase alta cosmopolita, cultísimo, demagógico, adaptable, simpático e incompetente. Ante la pandemia, puso en marcha confinamientos y reglamentos que no eran muy diferentes de los del resto de Occidente. Pero eximió a su círculo de colaboradores y a su gobierno de las reglas que impuso al resto de la población. En los ministerios y en la residencia del primer ministro, mientras en el resto del país mucha gente no podía visitar a los ancianos en las residencias o a los enfermos en los hospitales, se hacían fiestas, se bebía y se ligaba. En otros momentos, el poder de convicción de la élite conservadora habría hecho que la población general se encogiera de hombros ante esa divergencia de derechos y la considerara un resultado inevitable de la estructura de las clases sociales. Pero, a estas alturas, ese argumento era ya absurdo.

Foto: El primer ministro británico, Rishi Sunak. (Reuters/Pool/Stefan Rousseau )

Y luego estuvo Liz Truss. Esta llegó al poder creyéndose la Thatcher del siglo XXI. Su primera medida política consistió en enormes recortes de impuestos que no se compensarían con un descenso de los gastos, sino con un aumento de la deuda. El mercado que ella decía privilegiar por encima de todo se dio cuenta enseguida de que esa medida destruiría el equilibrio presupuestario del país. La libra se desplomó. El aumento de la deuda disparó los bonos del Tesoro. Las hipotecas subieron. Los planes de pensiones invertidos en bolsa se despeñaron. El Banco de Inglaterra tuvo que salir al rescate y comprar decenas de millones de libras de deuda pública. Truss duró en el cargo 49 días.

Convertirse en un partido antisistema a pesar de encarnar el sistema mismo. Creer que las élites pueden obrar al margen de las leyes y las convenciones. Y pensar que las ideas económicas radicales están por encima del pragmatismo. Esos han sido los tres errores que harán que dentro de dos semanas el Partido Conservador británico sufra una derrota humillante. Los sondeos no solo indican que el Partido Laborista va a ganar las elecciones, sino que podría conseguir entre 383 y 490 escaños, una cifra que en cualquier otro momento habría resultado increíble. De hecho, en Reino Unido se especula ya con la posibilidad de que el Partido Conservador se divida en dos partidos diferentes: uno de carácter radical, xenófobo y antiliberal, y otro, de carácter moderado, que mantenga las esencias pragmáticas previas a esta borrachera ideológica que ha durado una década. Si eso sucede, el ejercicio unitario de pragmatismo y éxito habrá llegado a su fin.

Se trata de una gran lección para los partidos de centroderecha del resto de Europa, que hoy viven con enorme nerviosismo el auge de otras formas más radicales de conservadurismo. Les irá mejor si saben imitar el legado de los viejos tories, consistente en adaptarse a los cambios sociales sin dejar de ser lo que se es, e ignorar el ejemplo radical y fallido de los nuevos. El sangriento espectáculo del 4 de julio debería señalar ese camino.

El Partido Conservador británico es la formación política occidental más exitosa de los tiempos modernos. Gobernó 65 de los 100 años del siglo XX; en el XXI, ha gobernado 14 de 24. Parte de ello se debe a que ha tenido una extraordinaria capacidad de adaptación. Fue el partido defensor del apaciguamiento de Hitler y el partido dispuesto a sacrificarlo todo para vencerle. Fue el partido que metió a Reino Unido en la Unión Europea y el partido que lo sacó de ella. También ha sido el partido en el que han florecido actitudes racistas y el partido que cuenta hoy con un primer ministro de origen indio y, hasta hace poco, tuvo un ministro de economía nacido en Irak y otro con padres de Ghana. Se trata de una historia de amoldamiento cínico en ocasiones, clasista la mayor parte del tiempo, pero con un éxito incomparable.

Reino Unido
El redactor recomienda