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Moncloa, más preocupada por repartir dinero que vacunas
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Moncloa, más preocupada por repartir dinero que vacunas

La decisión europea de centralizar la compra de vacunas nos ha ahorrado una competencia al alza por su precio y la humillación de vernos relegados al final de la cola en un asunto de emergencia máxima

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Hay algo que en España no se ha dicho y que, sin embargo, es una verdad palmaria y dolorosa: si no fuera por la compra masiva de vacunas contra el covid-19 por parte de la Comisión Europea, nuestro país, por su escaso peso político y sus mermadas posibilidades económicas, no empezaría a recibir vacunas hasta que Alemania, Francia, Países Bajos, Suecia… hubieran acabado sus procesos de vacunación. Quizá después del verano. La decisión europea de centralizar la compra de vacunas nos ha ahorrado una competencia al alza por su precio y la humillación de vernos relegados al final de la cola en un asunto de emergencia máxima.

Todos recordamos cómo pagamos más caro que casi nadie las mascarillas y el material profiláctico para el personal sanitario durante la primera ola y con qué retraso nos llegaron. Lo mismo, aunque más grave, nos habría sucedido ahora si hubiéramos salido solos, bajo el paraguas de España, a comprar vacunas en el mercado. Y no digamos si, amparado por ese seudónimo de 'escaqueo' en que consiste la 'cogobernanza', el Gobierno hubiera permitido que fueran las comunidades autónomas las que se presentasen ante los mandamases que dirigen las farmacéuticas. La Comisión nos ha salvado la vida (literalmente), pero el Gobierno español prefiere no reconocerlo y seguir presumiendo de lo que no le corresponde.

La Comisión nos ha salvado la vida (literalmente), pero el Gobierno español prefiere no reconocerlo y seguir presumiendo de lo que no le corresponde

En Alemania, la extrema derecha se pregunta cómo es posible que vacunas de diseño alemán, fabricadas en Alemania y con una presidenta de la Comisión alemana, se estén repartiendo con países como España cuando allí faltan. Alemania primero, sería el mensaje. Y algo muy parecido sucede en Holanda, de campaña electoral, y donde se fabrican buena parte de las vacunas de AstraZeneca. Y mientras tanto aquí, como en Portugal, Italia o Grecia, por ejemplo, nadie pone oficialmente en valor el hecho de que gracias a la compra conjunta estamos en igualdad de condiciones con los mejores compradores del mercado.

Cuando se trataba de criticar a los del norte por mostrarse reticentes con el uso que pudiera hacer nuestro Gobierno del dinero del fondo de recuperación, bien que se escuchó un coro de voces criticando su falta de solidaridad. Ahora que si se rompiese el consorcio comprador los del norte no iban a padecer problemas de suministro, no se oye ninguna voz oficial de reconocimiento. Es como si el puro agravio fuera nuestro lenguaje europeo, como si el agradecimiento nos avergonzase en tanto que europeos, y así es muy difícil seguir construyendo Europa. Muy difícil, de verdad.

Precisamente, ahora la Comisión está atravesando semanas difíciles por defender su estrategia común de vacunación y su posición en el conflicto abierto con la farmacéutica AstraZeneca y con el Gobierno del Reino Unido. Mañana mismo, la presidenta Von der Leyen acudirá al Parlamento a dar explicaciones y tratará de calmar los ánimos por una gestión que algunos empiezan a calificar de desastrosa. Ahí deberíamos estar los españoles, entre otros, para defenderla.

Foto: Un vial de la vacuna de AstraZeneca en Epsom, Reino Unido. (EPA)

Lo cierto es que la manera en que la presidenta y el colegio de comisarios han gestionado la crisis desde el inicio de la pandemia ha pasado por buenos y malos momentos. Si los comienzos fueron efectivamente desastrosos, sin coordinación alguna, con cierres de fronteras sin previo aviso, con peleas entre socios para ver quién conseguía primero las mascarillas y el equipamiento médico, Von der Leyen tuvo reflejos para reaccionar a tiempo y poner la Comisión a la cabeza de la estrategia en sus tres principales frentes: el de la emergencia sanitaria, para frenar la expansión del virus; el económico, con los primeros paquetes de ayuda y la propuesta del plan de recuperación, y el de las vacunas, con el cierre de importantes contratos con todos los grandes laboratorios.

Sin embargo, algo no está funcionando en la estrategia de vacunación. Las dosis no llegan en las cantidades y en el tiempo previstos. Los gobiernos no están controlando como deberían la distribución de las mismas, lo que está siendo un coladero para que aprovechados y despistados estén recibiendo la vacuna antes que otros que la necesitan más. Y las nuevas cepas no están poniendo las cosas más fáciles.

Yo voy a darles mi punto de vista.

Lo primero, me reafirmo en la idea de que la negociación y compra conjunta de vacunas ha sido un acierto. Con todos los defectos a nivel técnico que queramos encontrarle. Pero esta compra comunitaria ha permitido reducir el precio de las vacunas. Sé que a algunos esto les parecerá poca cosa. Pero a países como el nuestro, o a otros más pequeños como Portugal, Irlanda o los países bálticos, negociar a la misma mesa y del mismo lado que lo hacen Francia o Alemania nos beneficia, y mucho.

Lo segundo. Si la Comisión ha sido más lenta en la autorización y compra de vacunas, es porque en Europa tenemos unas normas de calidad y seguridad que en otros sitios no tienen. Y creo que, dado el enorme desembolso que estamos realizando, asegurarse de que las vacunas que vamos a comprar cumplen con esas normas de calidad y seguridad es algo que deberíamos ver como positivo.

Tercero. La Comisión ha negociado de buena fe y buscando la transparencia. Son otros los que han incumplido su parte del trato. Por las razones que sean. Pero los acuerdos están para cumplirse. Por lo tanto, creo que no solo es necesario, sino que es un deber de la Comisión cerciorarse de cuánto se ha fabricado en Europa, qué parte se ha exportado y qué parte se ha almacenado. Sinceramente, me cuesta entender qué alguien pueda defender lo contrario.

Foto: Imagen: EC
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Cuarto. Se ha acusado de 'nacionalismo' europeo a la Comisión, que es como acusar de españolista a Puigdemont. Sencillamente, eso no puede ser. Los acuerdos negociados por la Comisión con las farmacéuticas prevén que recibamos entre 1.900 y 2.300 millones de dosis para una población de 447 millones, un remanente suficiente para poder donar a países donde el acceso a la vacuna está comprometido, nada se me ocurre menos 'eurocentrista'.

Fue un error de bulto la manera en que se explicó. Pero eso pasa por reducir la Comisión y las instituciones a meros gestores burocráticos, cuando lo que necesitamos son liderazgos políticos. Esta Comisión es más administrativa que política, eso sí, y muchos problemas por venir tendrán que ver con esa carencia.

El problema de la Comisión es que debería aspirar a ser un verdadero poder ejecutivo, pero sigue maniatada por normas que la convierten en una máquina de hacer papeles. Necesitamos un Gobierno de Europa del que dependa una Administración comunitaria, y no a la inversa, que es lo que sucede ahora.

La Comisión debería aspirar a ser un verdadero poder ejecutivo, pero sigue maniatada por normas que la convierten en una máquina de hacer papeles

Quinto y último. Sé que en una situación tan delicada como la que estamos viviendo, es fácil concentrarse en todo lo malo. Pero déjenme que les muestre al menos un poco de lo bueno.

Hasta la fecha, se han distribuido más de 18 millones de vacunas y más de 12 millones de europeos han sido vacunados. Para finales de febrero, se hará la entrega de 33 millones de dosis más, y 55 millones en marzo, lo que al final de primer trimestre serán unos 100 millones de vacunas disponibles.

Estos meses han sido difíciles. Pero a partir del segundo trimestre, habrá más vacunas disponibles y se podrá vacunar más rápido. Lo que quiere decir que será posible conseguir nuestro objetivo de que, antes de finalizar el verano, el 70% de la población adulta se encuentre vacunado. Siempre con la seguridad que ofrecen las vacunas empleadas en Europa.

Para los gobiernos nacionales, es muy fácil atribuirse los méritos y cargar las responsabilidades sobre los hombros de la Comisión. Pero tampoco ellos están cumpliendo su parte del trato. En algunos países, como por desgracia ocurre en el nuestro, el Gobierno sencillamente ha hecho una vergonzosa dejación de funciones en el control de cuándo, cómo, dónde y a quién se vacuna.

En el despacho de Iván Redondo, están más preocupados por controlar quién recibe el dinero de los fondos que de asegurarse quién recibe la dosis de vacuna que le corresponde.

Me preocupa que Hungría haya roto la unidad comprando por su cuenta la vacuna rusa. Me preocupa mucho. Otro día hablaré de Orbán y su vampirización inaceptable del proyecto europeo.

Foto: Una mujer se vacuna con una dosis de Sinopharm en Belgrado. (Reuters)

En definitiva, estaba convencido antes y lo sigo estando ahora de que el enfoque europeo frente al covid es el correcto. Si no hubiéramos coordinado nuestros esfuerzos, dudo mucho de que hoy todos los europeos, desde españoles hasta checos, pudieran tener acceso a tres vacunas en el mercado y a dos que están por venir.

Si la Comisión no comprase vacunas, los españoles no nos estaríamos vacunando, esa es la verdad.

Hay algo que en España no se ha dicho y que, sin embargo, es una verdad palmaria y dolorosa: si no fuera por la compra masiva de vacunas contra el covid-19 por parte de la Comisión Europea, nuestro país, por su escaso peso político y sus mermadas posibilidades económicas, no empezaría a recibir vacunas hasta que Alemania, Francia, Países Bajos, Suecia… hubieran acabado sus procesos de vacunación. Quizá después del verano. La decisión europea de centralizar la compra de vacunas nos ha ahorrado una competencia al alza por su precio y la humillación de vernos relegados al final de la cola en un asunto de emergencia máxima.

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