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Juan Soto Ivars

España is not Spain

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Amanece, que no es poco

Hace unos días se proyectó Amanece, que no es poco en un cine de Barcelona. Se presentaba el libro que ha publicado Pepitas de Calabaza sobre

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Hace unos días se proyectó Amanece, que no es poco en un cine de Barcelona. Se presentaba el libro que ha publicado Pepitas de Calabaza sobre el rodaje, y la librería Pequod puso todo su trabajo para que viéramos en pantalla grande esta obra maestra del humor absurdo. José Luis Cuerda, el director, estuvo allí contando historias. Y muchos reflexionábamos sobre cómo ha cambiado España en estos últimos veinticinco años.

- ¡Venga! ¡A hacer flashback, que no lo digo más!

España era por aquel entonces un país pobre pero simpático. Ahora que ha vuelto a ser pobre, nos cae peor. Estamos todo el día a la gresca con todo. Pero es que además es más feo. Ha salido caro hacer feo este país, ha habido que levantar muchas grúas. Yo pienso mucho en la apariencia de los pueblos y me acuerdo de las palabras de mi amiga Desirée Rubio de Marzo, que dijo que “todos los pueblos feos se parecen.” ¿Qué ha pasado en España con las plazas? En la burbuja, los ayuntamientos vivieron obsesionados con remodelar plazas. Supongo que así, a golpe de adoquín sobre adoquín, se tapaban agujeros contables sospechosos y se blanqueaba capital.

- ¡Alcalde, todos somos contingentes, sólo tú eres necesario!

Hay muchas bromas que hoy hubiera sido imposible rodar (...) Yo salí de la sala a este siglo con la sensación de que en estos veinticinco años hemos hecho un gran esfuerzo para perder la personalidad.

Las plazas de los pueblos son odiosamente parecidas. Explanadas de cemento con bancos incómodos colocados de manera que nadie pueda tumbarse en ellos, formas geométricas pretenciosas, ranciedad. Se ha arrancado lo que daba personalidad a cada pueblo y se ha llegado a un estándar de fealdad admirable, todo tiene hoy día el aspecto de una pista de aterrizaje para los alienígenas que vengan a visitarnos. Pero descubrimos que la despersonalización tenía otro sentido trapacero: dar rienda suelta a las terrazas, convertir la zona común en pista comercial. El resultado, cuando sopla el viento, no puede ser más tétrico.

- ¡Aquí no hay ni Dios! ¿O es que son todos unos hijos de puta, eh, Teodoro? Porque a lo mejor son todos unos hijos de puta que se hacen pasar por fantasmas.

Las palabras de Ciges vienen al pelo para la cara que se nos queda cuando algún político o algún banquero sale por la puerta de los juzgados sin las esposas puestas. En la época en que se rodó Amanece que no es poco fueron a la cárcel muchos ricachos acusados de corrupción. Sin embargo, en esa época estaban las semillas para la arboleda de cabrones que ha brotado por todas partes. Qué poco faltaba para los pelotazos. Dice Saza en otro momento de la película:

- La Guardia Civil ha perdido las elecciones. Las ha ganado la secreta. Pero la secreta somos nosotros mismos.

Hace unos días me impresionó la portada de La Voz de Galicia. Estuve en Santiago el día de la sentencia del Prestige (sentencia dicho como eufemismo) y vi uno de los mejores titulares periodísticos de la historia. A cinco columnas, con letras gruesas y mayúsculas, dos palabras que expresaban a la perfección lo que sentimos muchos:

- NADIE PAGARÁ

Pero no es así, claro que hay quien paga. La justicia funciona, podemos estar contentos. Mientras un violador recupera el chándal y sale a la calle por culpa de la cutrez que fue la doctrina Parot, le caen dos años a quien le pegó el tartazo en la cara a una política, le piden otros tantos a la chica que tocaba el piano en su casa sin insonorizar y por poco no acusaron de neonazi al diputado del CUP que enseñó una alpargata a Rato mientras le llamaba gánster. Simpaticemos o no con el acto de enseñar una chancla, el diputado del CUP fue muy preciso usando esa palabra. Porque gánster es quien vive fuera del imperio de la ley. Rodrigo Rato, en tiempos de Amanece que no es poco, quizás habría tenido algún problema serio por ciertas cosas de Bankia. Pero hoy...

- Ahora me dicen estos dos caballeros que ha plagiado usted Luz de agosto, la novela de Faulkner, de William Faulkner. ¿Pero es que no sabe que en este pueblo es verdadera devoción lo que hay por Faulkner?

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José Luis Cuerda, después de la proyección, estuvo explicándonos cómo fue el rodaje en aquel país de hace veinticinco años. Hicieron la película con cuatro duros y este fue el único problema. Un ejemplo: hay una escena en la que el negro Ngé Ndomo posa en un risco con unas cabras disecadas. O eso es lo que parece, porque, por falta de medios, lo que hicieron los productores fue matar unas cabras viejas y congelarlas. Si uno se fija bien en la escena, verá cómo alguna empieza a descongelarse mientras Ngé posa con ellas.

- Anda que no tiene que estar esto bonito. Las cabras, la montaña y yo aquí como un masái.

En el auditorio se percibió cierto escándalo con la anécdota de las cabras muertas, y es que últimamente parece que el toreo sea un crimen comparable al Holocausto. Pero en Amanece, que no es poco hay muchas bromas negras que hoy habría sido imposible rodar. Nos lo contaba Cuerda: en esta época se le habrían echado encima feministas, ecologistas y colectivos de igualdad racial. Yo salí de la sala a este siglo con la sensación de que en estos veinticinco años hemos hecho un gran esfuerzo para perder la personalidad. Las calles de Barcelona, a pocos metros del cine, estaban teñidas con una manifestación por la independencia. Eran cuatro gatos. Le dije a uno:

- Tengo una mala noticia: los países independientes ya no existen.

Prueba de ello, España.

Hace unos días se proyectó Amanece, que no es poco en un cine de Barcelona. Se presentaba el libro que ha publicado Pepitas de Calabaza sobre el rodaje, y la librería Pequod puso todo su trabajo para que viéramos en pantalla grande esta obra maestra del humor absurdo. José Luis Cuerda, el director, estuvo allí contando historias. Y muchos reflexionábamos sobre cómo ha cambiado España en estos últimos veinticinco años.

Doctrina Parot Rodrigo Rato