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Pedimos a Wert que prohíba la filosofía
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Juan Soto Ivars

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Pedimos a Wert que prohíba la filosofía

Este país necesita turistas, no necesita filosofía. Pido desde aquí al ministro de educación, José Ignacio Wert, que prohíba la filosofía. Hay una campaña en Avaaz

Foto: El ministro de Educación, José Ignacio Wert. (EFE)
El ministro de Educación, José Ignacio Wert. (EFE)

Este país necesita turistas, no necesita filosofía. Pido desde aquí al ministro de educación, José Ignacio Wert, que prohíba la filosofía. Hay una campaña en Avaaz y he sido el primero en firmar. Relegar la filosofía a un par de horas en primero de bachillerato no es suficiente. Pido al ministro de cultura, Pedro José Wert, que prohíba de forma perentoria, terminante y radical la filosofía en sí misma. Es un plan ambicioso y tenemos que ir por partes. En este momento funesto, todas las publicaciones filosóficas tan nocivas para el espíritu emprendedor se extienden como el cáncer por las librerías. Empecemos prohibiendo esos libros.

- Los libros son sólo un síntoma, no se puede combatir el sida curando los estornudos.

Ciertamente. Pero nuestros medios son limitados. Hay que quemar los libros de filosofía que haya en las casas, como en la novela de Bradbury.

- ¡Disidente!

Perdón. Pido al ministro de salubridad y vacío, Mariano Pablo de Todos los Wert, que prohíba la novela de Bradbury. Que prohíba todas las novelas. Quemaré mi novela ante el Ministerio de Rebuznos Orquestales para dar ejemplo. Lo deseable es que, en unos pocos años, tengamos medios para que vaya de casa en casa un escuadrón de electroshock de fomento de la lectura del Hola. Así, podremos prohibir, dentro de los que han leído, las ideas.

- Beeeeeee.

Correcto, mi apreciada señora. Las ideas son muy peligrosas para la democracia en este momento de la historia. Por culpa de las ideas hay disidencia, hay protesta, hay descontento e incredulidad. No habrá manera de aplicar la Ley de Seguridad Ciudadana (o Ley de Gloria al Líder) si la gente sigue pensando. Porque dirán:

- ¡El derecho a reunión forma parte del cimiento de un Estado de derecho!

Y alguno viajado se atreverá a decir:

- ¡Esto parece Corea del Norte!

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Cuando el Gobierno de (Vodafone Presenta) España diga que tenemos que votar, será mejor que los nudos estén bien atados. Pero sigamos con nuestro ministro favorito y nuestras propuestas concretas y proactivas de mejora. En (Planes de Pensiones Morton Patrocina) España hay que abrir chiringuitos, y para abrir chiringuitos hay que pagar la factura de la luz. Nos sobran todavía algunas luces para concentrarnos en la tarea de pagar la factura de la luz con toda la atención que esta empresa requiere.

- ¿Qué podemos hacer, Dios Santo?

Pedimos a nuestro querido ministro de amor por el instante, Carpediem Wert, que prohíba la idea en sí. Prohibir la idea en sí misma es nuestro ideal.

- ¡No al pensamiento, muerte al pensante!

Los intentos por salvarnos de la contemplación de las musarañas que lleva a cabo Óscar Mauricio Wert son dignos de aplauso. Pero le falta un poco de arrojo. Es un cobarde. Es un papanatas el señor Luis-Fernando Wert. Lo diré todo con un lenguaje tan sencillo que pueda entenderlo, en el futuro, la camada feliz de vegetales mentales que desea quien desmonta las humanidades en todos los currículos educativos.

- Beeeeeeee.

Debemos sustituir a los pensadores por gráficos. Un pensador es, por lo general, alguien engorroso y feo. La frente del pensador se arruga, sus ojos se achican de tanto leer y acaba con cara de vinagre. Lo peor es que nunca se sabe lo que tiene dentro. Si lo llevas a la tele, tienes que interrumpirlo. Habla demasiado. No respeta los formatos. Discurre hacia lo ignoto. Dice cosas incomprensibles como “abstracción”, “prolegómeno” o “dictadura”. Sin embargo, la gráfica... ¡ah, qué frescura! Me gustaría poder explicarles todo esto con gráficas, pero tengo demasiadas lecturas, estoy contaminado, necesitado un plan de reeducación a base de estadística.

- ¡Beeeeeeee!

Es un papanatas el señor Luis-Fernando Wert. Lo diré todo con un lenguaje tan sencillo que pueda entenderlo, en el futuro, la camada feliz de vegetales mentales que desea quien desmonta las humanidades en todos los currículos educativos

Tenemos que reconvertir el sector bibliotecario en pistas de patinaje sobre hielo. Las bibliotecas son polvorientas, son aburridas. Sin embargo, el patinaje sobre hielo es precioso, grácil, sencillo de entender. Uno no puede patinar sobre hielo en una biblioteca, pues, aunque pudiera, se daría contra las estanterías un trompazo fenomenal. Podremos atraer a muchos más turistas a la Costa del Sol si conseguimos convertir las bibliotecas municipales en pistas de hielo. Será un buen contrapunto a los casinos, las furcias y el tinto de verano.

- ¡Beeeeeeeee!

Es necesario enseñar en las escuelas técnicas de oratoria. Los niños pierden demasiado tiempo entre la hipotenusa y el Ágora. Salen de (Patatas Tosfrito presenta) el colegio tímidos, acobardados, sin ningún carisma.

- ¡Be-e-e-e-e!

En este país, en pleno siglo XXI, tenemos un alarmante número de niños de nueve años que TODAVÍA no ha decidido cuál será el Máster de Empresa que cursaráen la universidad. Todavía peor. Hay un número alarmante de niños que, con diez años, ¡todavía no comprenden los rudimentos de la rentabilidad! ¿Qué será de ellos cuando, a los trece años, empiecen a emprender sus empresas sin nociones claras del cálculo de umbral de gasto y las perspectivas de crecimiento? ¿Eh?

- ¡BEEEEEEEEE!

Calma, calma. Todo se arreglará. Estamos seguros de que el ministro de Nueva Ilustración, el señor Paulo Coelho Wert, nos escucha. Y nos dice:

- Calma, amiguitos, vayamos por pasos. A mí me quedan cuatro días. Aunque Rajoy Trismegisto me aguante hasta el final del mandato, el siguiente podría ser un turbio humanista. Esto de la educación en España es dar un paso adelante y dos atrás. No me da tiempo a hacerlo todo.

Y tiene razón. Empecemos por lo más sencillo. Las humanidades son demasiado antiguas, están demasiado fosilizadas como para despegarlas a manguerazos. La tarea de desintegrar algo tan sólido necesita de nuestra paciencia. El ácido se toma su tiempo para disolver un retrete semejante.

- Somos humildes, aunque aspiremos a lo alto.

Así que, desde aquí, apoyamos la tímida reforma educativa y el intento (todavía modesto) de proteger al empleado del futuro de la nebulosa amenazante, antigua y antidemocrática que son las humanidades.

Este país necesita turistas, no necesita filosofía. Pido desde aquí al ministro de educación, José Ignacio Wert, que prohíba la filosofía. Hay una campaña en Avaaz y he sido el primero en firmar. Relegar la filosofía a un par de horas en primero de bachillerato no es suficiente. Pido al ministro de cultura, Pedro José Wert, que prohíba de forma perentoria, terminante y radical la filosofía en sí misma. Es un plan ambicioso y tenemos que ir por partes. En este momento funesto, todas las publicaciones filosóficas tan nocivas para el espíritu emprendedor se extienden como el cáncer por las librerías. Empecemos prohibiendo esos libros.

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