Es noticia
Los refugiados sirios huyen de lo que ha pasado en Bruselas
  1. Sociedad
  2. España is not Spain
Juan Soto Ivars

España is not Spain

Por

Los refugiados sirios huyen de lo que ha pasado en Bruselas

Mis padres viven en Bruselas. Estas bombas me ponen el corazón en un puño, alimentan mi instinto de tribu, mis impulsos más conservadores

Foto:  Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

Los refugiados aplastados en las fronteras de Europa huyen de lo mismo que ha pasado en Bruselas. Si no los acogemos, si no aprovechamos esta oportunidad para enseñarles que nosotros estamos hechos de otra pasta, demostramos que el dolor no nos hace más sabios, sino más estúpidos.

El terrorismo de Daesh es global: las bombas en Siria e Irak están compuestas por el mismo odio que ha detonado este martes en el aeropuerto y el metro de Bruselas. En Siria, además, los pobres habitantes que desean vivir en paz no tienen un gobierno que les proteja. La crueldad los empuja a recorrer kilómetros, a jugarse la vida sólo para llamar a nuestra puerta.

Mis padres viven en Bruselas. Estas bombas me ponen el corazón en un puño, alimentan mi instinto de tribu, mis impulsos más conservadores. Ha querido la fatalidad que hoy mueran otros padres, no los míos. Mis padres pasaron el sábado por ese aeropuerto que hoy se tiñe de carbonilla y crespones y velas, llegaron sanos y salvos a Murcia a pasar las vacaciones, se han salvado por tres días. Lucía, la mejor amiga de mi mujer, viajaba esta mañana en un avión que ha dado la vuelta minutos antes de aterrizar en Bruselas.

Ojalá ganar fuera tan sencillo como matar soldados enemigos, pero una cabeza cortada se multiplica como si lucháramos contra la hidra

Yo lucho contra mi instinto tribal. Si el terrorismo es una guerra globalizada, entonces cada país seguro debe ser un refugio contra sus consecuencias y cada persona sensata un antídoto contra el fundamentalismo que lo provoca. Daesh quiere destruir nuestra libertad occidental. Hace falta ser muy ciego para no darse cuenta de que la extrema derecha europea persigue exactamente mismo fin que el Daesh.

La solución no pasa por cerrar las puertas a las víctimas que huyen de nuestros verdugos. La prueba es que Bélgica estaba en alerta antiterrorista número 3, el grado máximo sin llegar a interrumpir los transportes. ¿De qué ha servido? Cualquiera puede meter una bomba en el metro de una ciudad vigilante y asustada. Lo comprobamos un atentado tras otro. Sospecho que lo vamos a comprobar muchas veces más.

Aunque Hollande no miente cuando dice que estamos en guerra, olvida que esta guerra la perdemos, por ejemplo, cuando la UE llega a un acuerdo inmoral con Turquía. Ojalá ganar fuera tan sencillo como matar soldados enemigos, pero una cabeza cortada se multiplica como si lucháramos contra la hidra. Si la semana pasada celebrábamos la captura del culpable de los atentados de París, este martes sufríamos su malévola multiplicación.

Del mismo modo, mientras tenemos la vista puesta en Bélgica, mi amigo Alberto Sicilia informa desde Idomeni de que un refugiado se ha quemado a lo bonzo víctima de la más desgarradora desesperación. ¿Estamos con las víctimas o contra ellas?

Debemos separarnos de la barbarie. Debemos ayudar a esas víctimas de Siria que somos nosotros mismos al otro lado de un espejo de alambre

No se puede combatir una guerra ideológica sin demostrar dónde queda la civilización. Debemos separarnos de la barbarie. Debemos ayudar a esas víctimas de Siria que somos nosotros mismos al otro lado de un espejo de alambre. Habrá que combatir también de puertas para adentro, en los ghettos de Europa, en los barrios marginales donde la juventud musulmana, nacida aquí y sin esperanzas, se deja crecer la barba en las mezquitas wahabistas instaladas por Arabia Saudí.

El #JeSuisBruxelles y el #JeSuisCharlie no tienen sentido sin un honesto #JeSuisRéfugié. El español Miguel de Unamuno dio en el paraninfo de la Universidad de Salamanca la única hoja de ruta posible en esta guerra contra el fanatismo. Convencer será la única forma de vencer.

Los refugiados aplastados en las fronteras de Europa huyen de lo mismo que ha pasado en Bruselas. Si no los acogemos, si no aprovechamos esta oportunidad para enseñarles que nosotros estamos hechos de otra pasta, demostramos que el dolor no nos hace más sabios, sino más estúpidos.

Atentados de Bruselas Refugiados Bruselas Bélgica Terrorismo
El redactor recomienda