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La escritora juvenil injustamente acusada de fomentar el 'bullying' ha vencido
Hoy, un año después del escándalo de '75 consejos para sobrevivir al colegio', Frisa ha publicado su nuevo libro: '75 consejos para sobrevivir a las redes sociales'
Por fin puedo contar una historia con un final feliz. Recordaréis que el verano pasado la autora de literatura juvenil María Frisa y la editorial Alfaguara se las vieron con un escándalo de proporciones volcánicas. El libro '75 consejos para sobrevivir al colegio', éxito de ventas desde su publicación en 2012, estaba repentinamente en la picota de las redes. Decenas de miles de firmantes de una petición de Change.org creyeron que Frisa estaba fomentando el acoso escolar y el machismo. Había que pararle los pies y las redes estaban aquí para hacer justicia: exigían que se retirase el libro de las librerías.
A la sed de justicia tuitera se unió el 'mustie' noticioso del verano, que cada año sume a las redacciones en el sopor. La denuncia popular, bien preñada de palabras clave —machismo, acoso, anorexia—, olía a sangre fresca. La 'noticia' —recalco las comillas— se expandió rápido por la televisión, los periódicos y la radio. Sin embargo, había un problema: todo era una calumnia. Quienes pusieron en marcha el escándalo no habían leído el libro, sino fragmentos fuera de contexto. Pero nadie investigó.
Dediqué a Frisa un capítulo de mi libro sobre linchamientos porque su caso respondía a bastantes preguntas: la red volvía a mostrar su crueldad, las herramientas diseñadas para buenos fines estaban sirviendo para atacar injustamente a una escritora, y el periodismo, con honrosas excepciones, volvía a hacer muy mal su trabajo, al convertir la acusación de las redes en una suerte de condena social.
Cuando me reuní con Frisa en Zaragoza, yo había remontado el río de basura. Hablé con las dos personas que iniciaron la quema: una adolescente que había sufrido acoso escolar y un 'youtuber' que buscaba infructuosamente la fama en los platós de la telebasura. Ninguno me pareció un monstruo, sino chicos impulsivos con una limitada comprensión lectora. El monstruo éramos todos: los miles de personas que les secundaron y los medios que propagaron sus acusaciones.
Afortunadamente, la editorial Alfaguara aguantó las presiones. Otras empresas han cedido en circunstancias similares y han dejado en la estacada a las víctimas de los linchamientos para no dañar su reputación. Sin embargo, en lo sucesivo, no solo Alfaguara sino todas las editoriales se volverían un poquito más temerosas. A las novelas de Frisa les pusieron una pegatina que advertía de que se trata de libros de humor, 'dulcificaron' el título de la novela que iba a publicarse en las fechas posteriores al linchamiento y, como nos recuerda Sergio del Molino en uno de sus artículos, habíamos dado otro paso colectivo hacia el puritanismo.
En un país donde las novelas de Enid Blyton ya se han reeditado censuradas, a la manera políticamente correcta de EEUU, para 'limpiarlas' de expresiones racistas o comportamientos sexistas, el caso de Frisa fue el primer episodio masivo de histeria paternal descontrolada. Sin embargo, muchos de los que firmaron la petición para prohibir el libro se arrepintieron.
Yo firmé convencida y me arrepiento un montón. Es curioso como, sin darnos cuenta, nos dejamos llevar por la histeria colectiva. Nunca más
Ana Martínez Castillo, una de las firmantes, me decía hace poco: “Yo firmé totalmente convencida y me arrepiento un montón. Creo que siempre me arrepentiré. Es curioso como, sin darnos cuenta, nos dejamos llevar por la histeria colectiva. Nunca más. Lo digo en público y lo diré siempre. Además, desde aquello, este tipo de cosas se han venido multiplicando. Hay que darse cuenta y luchar contra este tipo de censuras”.
Lo primero que quise saber cuando me encontré con la autora, un par de meses después de su linchamiento, es si estaba consiguiendo escribir. María Frisa me dijo que le estaba costando mucho trabajo: el efecto de la poscensura es que nos inyecta un pequeño censor en la cabeza a cada uno de nosotros. Si la autocensura es necesaria y todos debemos ponerla en práctica, una falsa autocensura puede ser desastrosa para el proceso creativo. Autocensurarse no es tener miedo, es tener moral.
Este libro es una victoria de la libertad de expresión contra puritanos, histéricos y demás seres sin comprensión lectora
Pero Frisa estaba escribiendo con miedo. Miedo a verse de nuevo en la picota del escarnio 2.0, que se lo ponía muy difícil a su proceso creativo. Por eso me alegra tanto anunciar que hoy, un año después del escándalo de '75 consejos para sobrevivir al colegio', Frisa ha publicado su nuevo libro: '75 consejos para sobrevivir a las redes sociales'.
Se trata de una novela infantil, pero también de un manual de instrucciones gamberro, cómplice e irónico para que vuestros hijos aprendan a manejarse en esta jungla digital, desgraciadamente poblada de fieras irracionales. Pero sobre todo, para mí, este libro es una victoria de la libertad de expresión contra puritanos, histéricos y demás seres sin comprensión lectora.
Por fin puedo contar una historia con un final feliz. Recordaréis que el verano pasado la autora de literatura juvenil María Frisa y la editorial Alfaguara se las vieron con un escándalo de proporciones volcánicas. El libro '75 consejos para sobrevivir al colegio', éxito de ventas desde su publicación en 2012, estaba repentinamente en la picota de las redes. Decenas de miles de firmantes de una petición de Change.org creyeron que Frisa estaba fomentando el acoso escolar y el machismo. Había que pararle los pies y las redes estaban aquí para hacer justicia: exigían que se retirase el libro de las librerías.