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El españolismo catalán ha salido del armario
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Juan Soto Ivars

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El españolismo catalán ha salido del armario

Durante los últimos meses he intentado que el independentismo se entienda sin tantos prejuicios en el resto de España

Foto: Miles de personas se manifiestan en Barcelona en defensa de la unidad de España
Miles de personas se manifiestan en Barcelona en defensa de la unidad de España

¿Cómo podríamos llamar a quienes han abarrotado este domingo Barcelona? ¿Quiénes tiñen las calles de rojo y amarillo sin el triángulo azul de la estelada? ¿Unionistas? ¿Demócratas? ¿Constitucionalistas? ¿Charnegos? ¿Fachas? No. Estoy harto de las caricaturas. La caricatura constante, la deformación del adversario nos impide el diálogo. Así que, ¿quiénes han abarrotado las calles?

Yo voy a llamar a esta gente Banderas Nuevas, porque se adivinan los dobleces cuadrados de sus banderas recién compradas. Hoy han hecho el acto simbólico de sacarlas de las bolsas de plástico, colgárselas al cuello y salir con ellas a las calles de Barcelona. Y esto es inaudito, tanto como ver a Josep Borrell al lado de Xavier García Albiol. Lo que ha alzado la voz es el españolismo catalán. Han salido del armario, y no habrá fuerza en Cataluña que pueda volver a amedrentarlos. Sólo queda dialogar.

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Precisemos. Es importantísimo entender que existe una diferencia tajante entre la manifestación del domingo en Barcelona y la del sábado en la Plaza de Colón de Madrid. Allí, en la capital, no comporta ningún mérito salir con una bandera de España, pero en Cataluña sí. En Barcelona las calles eran independentistas. Llamaban “mayoría silenciosa” a lo demás, preguntándose si existía realmente. Era frecuente que los actos callejeros de Sociedad Civil Catalana dieran un resultado desmañado, bronco y deprimente. Pero las cosas han cambiado. Y quien diga lo contrario se niega a comprender.

Pululo entre esta manifestación masiva y desordenada, hablo con mucha gente. Hay de todo, salvo independentistas. Converso con peperos, naranjitos, sociatas y algunos de la bandera blanca. El lío es descomunal, pero en todas partes me encuentro las mismas caras de alegría estupefacta. “Es que no pensábamos que fuéramos tantos”, me dice un señor. Mientras un grupo de jóvenes muestra la pancarta del #Parlem con sus camisetas blancas, una señora sale a un balcón con una bandera española. La gente de la calle la ovaciona, ¡otra, otra! Y gritan español español como en los partidos de fútbol, y TV3 manipuladora, y prisión para Puigdemont.

Durante los últimos meses he intentado que el independentismo se entienda sin tantos prejuicios en el resto de España. He criticado la respuesta policial del Estado el 1 de octubre, he repetido que ningún nacionalismo es la solución. ¿Lo decimos todo ahora? ¿Decimos la verdad? Bien. Para unir a los Banderas Nuevas debajo de la enseña constitucional, para que Barcelona se tiña de rojo y amarillo de esta forma, ha sido necesario que la Generalitat hiciera un trabajo concienzudo y constante de desprecio y ninguneo.

El intento de apropiación de lo catalán por parte del independentismo ha sido responsable de la manifestación de hoy

Porque la manifestación de este domingo es una respuesta. Quienes callaban ya no quieren seguir callando. El intento de apropiación de lo catalán por parte del independentismo ha sido responsable de la manifestación de hoy. Puigdemont, Junqueras y Gabriel, el tricornio indepe, quisieron silenciar al resto de grupos en el Parlament. ANC y Omnium expulsaron desde 2012 a los no independentistas de la Diada. Ahora dicen que esta ha sido una manifestación facha, pero no estarán diciendo la verdad.

Ninguna bandera me representa, pero sólo detesto las banderas falsas. Para encontrar un aguilucho hay que ir a Twitter o a los medios independentistas. En la calle no he visto ni una. ¿Que los hay? Claro, siempre hay gilipollas. Se puede encontrar un imbécil violento en las manifestaciones pacíficas del independentismo, así que puede darse aquí con un aguilucho si se busca. Pero dejemos de tomar la parte por el todo. Basta de caricaturización.

Foto: Vargas Llosa y Borrell, en la manifestación. (Reuters)

Este domingo, en las calles de Barcelona, hay gente de los barrios altos mezclada con la del cinturón industrial y las pedanías. Hay tatuajes, piercings, gomina, polos, variedad. La manifestación es muy desordenada porque nadie esperaba una afluencia tan masiva. La multitud no avanza, nadie se mueve de Urquinaona. Un hombre con un transistor dice que el jaleo llega hasta la Estación de Francia.

Esta multitud embotellada e incapaz de avanzar es la metáfora perfecta de la situación general. Tenemos un nacionalismo enfrente de otro, un sentimiento de agravio enfrente de otro. Cataluña son estas banderas de España y también son lasesteladas. Pese a las apariencias, pese a la alegría estupefacta de quienes se sentían enmudecidos y aislados, la verdad, la pura verdad es que hoy no estamos todos. Tampoco estamos todos el 11 de septiembre.

Porque Cataluña es así, diversa. Porque Cataluña está fracturada, dividida. Y si es cierto que hoy han hablado los que callaban, también es cierto que la única salida a este lío pasa por que aprendamos a escuchar.

¿Cómo podríamos llamar a quienes han abarrotado este domingo Barcelona? ¿Quiénes tiñen las calles de rojo y amarillo sin el triángulo azul de la estelada? ¿Unionistas? ¿Demócratas? ¿Constitucionalistas? ¿Charnegos? ¿Fachas? No. Estoy harto de las caricaturas. La caricatura constante, la deformación del adversario nos impide el diálogo. Así que, ¿quiénes han abarrotado las calles?

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