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Quiero leer columnas de mujeres mediocres
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Juan Soto Ivars

España is not Spain

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Quiero leer columnas de mujeres mediocres

En un congreso de columnistas han hablado 25 hombres y 5 mujeres. Si yo organizase un evento de esta clase traería a rastras a muchas de ellas. Cuesta encontrar opinadoras mediocres

Foto: "Elvira Lindo, Lucía Méndez... La mayoría de las que mujeres que leo en la prensa son brillantes"
"Elvira Lindo, Lucía Méndez... La mayoría de las que mujeres que leo en la prensa son brillantes"

Dos festivales relacionados con las letras y dos polémicas relacionadas con el lugar que ocupa la mujer. El primero es un congreso de columnistas que se ha estado celebrando hasta hoy en León, y que cerraremos esta noche Sergio del Molino, Ricardo Colmenero y un servidor, trío de bastos. El segundo es un festival de literatura y demás derivados de la psicosis, se llama Eñe y se celebra en Madrid el próximo noviembre.

La polémica que los une empezó el mes pasado cuando Guillermo Garabito, factótum del festival de León, cometió un error de 1º de Linchamiento Digital y lanzó un anticipo del cartel donde no aparecía ni una triste mujer entre los figurones. Protestó en Twitter un grupo de periodistas jóvenes y alguna poeta, se sumaron Andrea Levy, Irene Montero y otras famosas con mucho follower, y lo que iba a ser una feria de muestras de ganado para columnistas se convirtió en una cruzada contra el machismo.

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En León han hablado 25 hombres y 5 mujeres, y en Eñe la cuota es parecida. Las redes arden, y alguien podría extraer la conclusión equivocada de que estos dos festivales son excepcionalmente masculinos, pero nada más lejos de la realidad. Repaso eventos de novela negra, de asociaciones de prensa, de universidades, festivales de música como Primavera Sound o Sonorama y encuentro, poco más o menos, las mismas proporciones.

Sin embargo, toda cruzada necesita un punto inequívoco en el mapa y las compañeras han elegido el congreso de León como Jerusalén. Desde entonces, todos los participantes hemos recibido comentarios, preguntas o recriminaciones en las redes sociales. Uno podría salir en defensa solidaria del género masculino y cerrar filas en torno la barra del bar, pero una actitud como esta me parece vanidosa, y sobre todo deshonesta. Basta un ábaco para constatar que la queja de las compañeras es razonable, aunque yo también habría degollado a alguna imbécil.

Si yo organizase un evento de esta clase traería a rastras a muchas de ellas. La mayoría de las que mujeres que leo en la prensa son brillantes

Como respuesta al congreso de León se están compartiendo listas de columnistas femeninas que podrían haber participado. Esto me lleva al tuétano del problema. Si yo organizase un evento de esta clase traería a rastras a muchas de ellas. Y aquí está para mí el quid de la cuestión: cualquier lista de columnistas con falda, por más que abra el abanico, muestra el mismo resultado alarmante. La mayoría de las que mujeres que leo en la prensa son brillantes.

Elvira Lindo, Lucía Méndez, Leila Guerreiro, Soledad Gallego Díaz, Luz Sánchez Mellado, Alba Muñoz, Sabina Urraca, Rosa Belmonte, Karina Sáinz Borgo, Ángeles Caballero, etc... Cuesta encontrar opinadoras mediocres, pero si hago el mismo ejercicio con listas de hombres salen los cutres en tropel de la baraja. ¿Por qué?

Porque en esta profesión mía, una mujer tiene que ser brillante para ocupar la posición de un hombre. En este sentido, el machismo del columnismo va mucho más allá del número de mujeres de un festival en concreto. Creo que solo tres de los medios más conocidos están dirigidos por mujeres: 'Público', 'Ara' y 'The Huffington Post'.

Pero dudo que la clave sea una inercia empresarial. Los lectores tienen también algo que ver. Siri Hustvedt se refiere al efecto de realce de lo masculino para contarnos un experimento que demostró que el mismo texto, firmado por un hombre y una mujer, generaba en el lector dos tipos de respuesta diferente. A los hombres se nos lee con más indulgencia, y además se nos permite el estilo “soy más listo que tú” que a una mujer le acarrearía epítetos poco amables.

Quiero acostumbrarme a leer a mujeres mediocres. Cuando haya tantas como hombres mediocres, será la señal de que el problema se ha resuelto

Sospecho que por este motivo hay pocas mujeres en las secciones de opinión política, y las que hay son tan buenas. Aún así, en general se espera de ellas un estilo menos tajante, más mano izquierda. La consecuencia es que suelen relegarlas a secciones frívolas y superficiales. Elvira Lindo lo ha dicho alguna vez en público: le da la impresión de que la prefieren hablando de zapatos que de congresistas.

En este sentido, la única acusación inapelable que puede hacerse a Guillermo Garabito es precisamente la que no se ha hecho: ha montado congreso que se parece mucho a las secciones de política de los periódicos. Atacarlo a él como si fuera el culpable me parece desviar la mirada de lo importante y llevarla a lo anecdótico. Pero si este desagradable escándalo sirve para poner el tema encima de la mesa, algo habremos conseguido.

Para que esto cambie, claro, hay que leer a mujeres, lo cual es fácil, porque son muy buenas. Pero tengo la impresión de que esto no es suficiente. Lo que yo quiero es acostumbrarme a leer a mujeres mediocres. Cuando haya tantas como hombres mediocres, será la señal de que el problema se ha resuelto.

Dos festivales relacionados con las letras y dos polémicas relacionadas con el lugar que ocupa la mujer. El primero es un congreso de columnistas que se ha estado celebrando hasta hoy en León, y que cerraremos esta noche Sergio del Molino, Ricardo Colmenero y un servidor, trío de bastos. El segundo es un festival de literatura y demás derivados de la psicosis, se llama Eñe y se celebra en Madrid el próximo noviembre.

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