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Pastrana desenmascara a los falsos defensores del anonimato en la red
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Juan Soto Ivars

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Pastrana desenmascara a los falsos defensores del anonimato en la red

Desde el anonimato, Pastrana ha insultado y calumniado a personas de la órbita independentista y podemita que sí dan la cara

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Arden las redes porque un tuitero anónimo ha desenmascarado a otro tuitero anónimo (@Patrana), y una piara de tuiteros anónimos de izquierdas celebran la pillada y se ceban en su festín de tiburones. Pastrana es, por si usted no lo sabe, un importante trol de derechas, así que insignes defensores del derecho al anonimato de izquierdas se han lanzado este viernes al alegre linchamiento. Ahora sabemos que Pastrana es alcalde pepero. Concretamente, de un pueblecillo turolense de menos de 200 habitantes.

Desde el anonimato, Pastrana ha insultado y calumniado a personas de la órbita independentista y podemita que sí dan la cara. Con su nombre y apellidos tampoco ha sido mudo: dijo que en España se fusila poco, parece ser. Muchas veces ha azuzado a los ochenta mil seguidores de su cuenta anónima para boicotear, por ejemplo, los negocios de personas que ideológicamente le caían mal. De manera que el tipo en sí tiene poca defensa. Pero de sus linchadores se puede decir mucho más. No, no lo han desenmascarado a él, sino que se han desenmascarado a sí mismos. Ahora sabemos que son falsos defensores del anonimato en la red.

placeholder Cuenta de @JosPastr
Cuenta de @JosPastr

Todo esto ocurre en medio del vendaval que levantó el PP, con Rafael Hernando a la cabeza, cuando dijo que quería prohibir el anonimato en las redes. Los motivos que esgrimieron los populares para anunciar su Proposición No de Ley combinaban un desconocimiento profundo del funcionamiento de la red con el carácter autoritario clásico de su línea dura. Hernando es la constatación de que se pueden decir las mayores atrocidades poniendo el nombre el apellido, pero por si no lo sabe, ya hay un país que ya ha prohibido el anonimato y que puede servirle de modelo. Es la República Popular China.

Contra la propuesta del PP se levantaron justamente las redes sociales, pero muchos de esos perfiles que ponían el grito en el cielo celebran hoy que se haya “cazado” al pepero. Vamos a emplear la lógica, simplemente, y van a quedar al descubierto muchas vergüencitas morales. Si estamos a favor del anonimato, estamos a favor de NO SABER si un trol es alcalde del PP o barrendero. Por lo tanto, los izquierdistas que justifican el linchamiento después de conocer la identidad del tuitero están cayendo en una trampa del tamaño de la catedral de Teruel.

No se puede alegar que Pastrana merezca lo que le ha pasado por ser alcalde del PP. Y no se puede, sencillamente, porque sabemos que es alcalde después de que se haya violado su derecho al anonimato. ¿Estamos a favor del anonimato? Entonces estamos a favor de no saber, y por tanto no podemos usar esta información.

Tampoco se pueden establecer diferencias entre Pastrana y otros anónimos, puesto que NO CONOCEMOS la identidad de quienes siguen amparándose en su anonimato. Así que el “no es lo mismo, porque él es alcalde”, carece por completo de sentido. No cuela. Con la información de que disponemos, todos esos tuiteros anónimos de izquierdas que se ceban con Pastrana también podrían ser, perfectamente, alcaldes del PP.

El derecho al anonimato es complicado y tiene un precio. Desde el anonimato, los desaprensivos pueden atacar a personas identificables con cierta impunidad, como de hecho hacía Pastrana y como hacen tantos otros de la otra orilla ideológica. Es un precio que yo estoy dispuesto a pagar, y sobre todo es un precio que debe estar dispuesto a pagar quien diga que defiende el anonimato de internet. Ante el acoso y las amenazas de los anónimos, lo que debemos exigir es que Twitter colabore con la policía y proporcione las direcciones IP cuando se presentan denuncias.

Foto: La supuesta cuenta de Twitter anónima de un edil del PP.

Cosa que Twitter no hace, por cierto, amparándose en que algo mucho peor que el anonimato. El caso de la periodista Lara Siscar, acosada desde hace siete años por un desaprensivo que cambia de cuenta cada dos por tres y que no deja de boicotearla y amenazarla, delata que aquí lo que falla no es el derecho al anonimato en sí, sino la nula colaboración de las plataformas como Twitter con las fuerzas del orden.

Es triste y desasosegante ver a tantos supuestos defensores del anonimato de izquierdas celebrando la caza y el linchamietno de Pastrana porque el tipo sea de derechas. Es tan triste como leer encendidas críticas a la Ley Mordaza escritas por personas que consideran que habría que censurar a Pablo Motos o a Jorge Cremades. No me cabe duda de que el propio Pastrana celebraría la caza y el linchamiento de Barbijaputa si algún día la pillasen. Esto no es una defensa de Pastrana. Esto es la defensa de un derecho que, o es universal, o no existe.

A ver si nos enteramos de una vez. Lo que busca el poder es la división. Gracias a la división puede destruirse cualquier derecho. O anonimamos todos, o el derecho al río

Arden las redes porque un tuitero anónimo ha desenmascarado a otro tuitero anónimo (@Patrana), y una piara de tuiteros anónimos de izquierdas celebran la pillada y se ceban en su festín de tiburones. Pastrana es, por si usted no lo sabe, un importante trol de derechas, así que insignes defensores del derecho al anonimato de izquierdas se han lanzado este viernes al alegre linchamiento. Ahora sabemos que Pastrana es alcalde pepero. Concretamente, de un pueblecillo turolense de menos de 200 habitantes.

Teruel