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Recordad el nombre de esta mujer: Elin Ersson
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Juan Soto Ivars

España is not Spain

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Recordad el nombre de esta mujer: Elin Ersson

Una diminuta gota de bondad en la que quizás es la mayor crisis migratoria de la historia de la humanidad

Foto: Captura de pantalla del vídeo que la propia Elin Ersson ha filmado durante el incidente.
Captura de pantalla del vídeo que la propia Elin Ersson ha filmado durante el incidente.

Recordad muy bien este nombre: Elin Ersson. Espero que algún día alguna escuela se llame así, porque Elin Ersson ha enseñado algo de suma importancia a los europeos que miran para otro lado mientras sigue, fuera de foco, la que quizás es la mayor crisis migratoria de la historia de la humanidad. El lunes, esta sueca se levantó en medio del avión de Gotemburgo a Estambul justo antes del despegue.

El personal de a bordo le pidió que se sentara, que apagase su móvil y se abrochara su cinturón de seguridad como los demás pasajeros. Elin Ersson se negó a hacerlo. Estaba grabándose a sí misma y difundiendo la escena por Facebook Live. Otros pasajeros le gritaban que parase de una vez. Hasta que todo el mundo estuviera sentado, el vuelo no podía despegar, los minutos transcurrían. Iban a pasar dos horas.

Foto: La embarcación de Salvamento Marítimo Maria Zambrano rescató a 212 personas en aguas del Estrecho este lunes en Algeciras. (EFE)

La joven sabía que un solicitante de asilo afgano iba a ser deportado en ese avión. Se mantuvo de pie emitiendo en directo un plano cerrado de su cara. Explicaba al resto de pasajeros y al mundo entero, sin la menor estridencia, tratando de sobreponerse al llanto, por qué no se iba a sentar hasta que el piloto diera la orden de sacar al afgano del avión. Sus palabras eran brutalmente sencillas: “No quiero que maten a un hombre solo porque vosotros no queréis perder un vuelo. No me voy a sentar hasta que la persona salga del avión”.

Perseverante, valiente, Elin Ersson consiguió que otros pasajeros se levantasen con ella después de un buen rato de protesta solitaria frente a la hostilidad de quienes seguían pensando en llegar a tiempo a Estambul. No había en la retransmisión la más mínima ambición de espectáculo. Solo una chica rubia de piel muy blanca con los mofletes rojos por la tensión, hablando en voz baja, contando lo que ve. Al final del vídeo, Ersson confirma que el afgano ha abandonado el avión acompañado por tres empleados de seguridad. No hemos visto ni un instante al hombre a quien esta sueca ha salvado la vida.

Habla ahora el cinismo. Dice: “¿Y de qué sirve? Lo meterán en otro avión. Lo mandarán a Afganistán en el siguiente vuelo. ¿Y qué hay de los otros? Constantemente deportan inmigrantes ilegales. Muy bien, ella ha hecho la buena acción del día. Para qué. No lo ha salvado, solo le ha dado tiempo”. La voz del cinismo no se plantea jamás si una acción es buena o mala. La voz del cinismo piensa siempre en términos de excusa y de utilidad. Pero la respuesta a las preguntas retóricas del cinismo es tan sencilla como las palabras de Elin Ersson: ella ha hecho lo que está bien, que es lo contrario de lo que está mal.

Elin Ersson ha demostrado lo que un individuo puede hacer si quiere. Levantarse, soportar la presión del resto de los pasajeros, enfrentarse a una multa o una condena por desobedecer al piloto de un avión comercial. Detener un vehículo y al mismo tiempo la maquinaria de la indiferencia, como hizo el hombre chino que se paró ante el tanque en la plaza de Tiananmen. Enfrentarse a algo tan gigantesco e impasible como la política migratoria con la única arma al alcance de una chica de apenas 20 años: la resistencia.

Foto: Inmigrantes rescatados en el Estrecho permanecen en un buque, ante el colapso de los sistemas de recepción. (EFE)

Hace poco leí la historia de Louise y Joseph Materne, matrimonio belga al que una judía viuda, temerosa de ser deportada a los campos de concentración, entregó a su hijo. Los Materne acogieron también al hijo de una española, Juanito, y durante la II Guerra Mundial fingieron que los niños eran hermanos e hijos suyos. Otros belgas siguieron el ejemplo. Una diminuta gota de bondad en medio del genocidio produjo otras acciones individuales. Nada en el saldo de las grandes cifras, todo para quienes pudieron salvarse.

Una persona puede hacer exactamente lo que una persona puede hacer, y Elin Ersson se levantó en un avión para demostrarnos que eso, diga lo que diga el cínico-buscador-de-subterfugios que todos llevamos dentro, es mucho.

Recordad muy bien este nombre: Elin Ersson. Espero que algún día alguna escuela se llame así, porque Elin Ersson ha enseñado algo de suma importancia a los europeos que miran para otro lado mientras sigue, fuera de foco, la que quizás es la mayor crisis migratoria de la historia de la humanidad. El lunes, esta sueca se levantó en medio del avión de Gotemburgo a Estambul justo antes del despegue.

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