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Juan Soto Ivars

España is not Spain

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Siete minutos después

Siete minutos es el tiempo que tarda en salir el café, lo que dura 'No Quarter', de Led Zeppelin, lo que tardas en tragar dos cañas heladas tras un paseo en un día caluroso de verano

Foto: Un policía turco monta guardia mientras miembros del departamento forense llegan a la residencia del cónsul saudí en Estambul. (EFE)
Un policía turco monta guardia mientras miembros del departamento forense llegan a la residencia del cónsul saudí en Estambul. (EFE)

El periodista Jamal Khashoggi se dirigió al consulado de Arabia Saudí en Turquía porque necesitaba unos papeles para casarse. Allí lo esperaban agentes saudíes para asesinarlo. Khashoggi había escrito a favor de la libertad de expresión y contra la pena de muerte. Había osado criticar el cepo de la religión. Este es el motivo por el que el médico forense Salah Muhammad al Tubaigy, alto cargo del Ministerio de Interior saudí, lo descuartizó vivo en un despacho del consulado.

Durante los siete minutos en los que el médico destrozó su cuerpo, Khashoggi aulló en ese despacho. Imaginar esos 420 segundos es imposible: el interminable movimiento de la aguja del reloj, el profesional movimiento de la sierra y la cizalla. Siete minutos es el tiempo que tarda en salir el café, lo que dura 'No Quarter', de Led Zeppelin, lo que tardas en tragar dos cañas heladas tras un paseo en un día caluroso de verano.

Foto: Turquía durante el registro en la residencia del cónsul saudí en Turquía. (EFE)

Siete minutos es lo que tarda la luz en recorrer 125 millones de kilómetros y un niño saciado en dormirse por completo. Es el tiempo que un adolescente puede mantenerse atento a primera hora de clase, lo que tardas en leer dos noticias en un periódico, el periodo que necesitó el volcán Eyjafjallajökull para expulsar 10 toneladas de ceniza.

Siete minutos dura un Ṣalāt, que es el rezo islámico, durante el que el buen musulmán coloca su mano derecha sobre su mano izquierda y ambas sobre el ombligo, se inclina para glorificar al Señor, se incorpora después extendiendo las dos manos para agacharse a continuación, dejar en el suelo su frente, sus manos y sus rodillas, y recibir la bendición de Alá.

Siete minutos es lo que tardo en escribir 100 veces la palabra 'vergüenza' en una hoja de cuaderno, 300 en el teclado de mi ordenador. Siete minutos es lo que pude aguantar sin correrme la primera vez que hice el amor con una mujer. El mínimo tiempo que pasa sin que piense en fumarme otro cigarrillo, lo que tardo en llegar desde mi casa hasta el supermercado Ametller.

Siete minutos después, nosotros seguíamos haciendo negocios con ellos. Siete minutos después, eran todavía nuestros amigos y socios

¿Eres capaz de recordar qué estabas haciendo hace siete minutos? Durante los próximos siete minutos, puedes entrar en LiveLeak, escribir en el buscador 'Arabia Saudí' y presenciar tres decapitaciones en estadios de fútbol, seis palizas a mujeres cubiertas de tela, 20 varazos en la cara a escolares que se han portado mal o una carrera de coches de lujo en las dunas del desierto de Al-Nafūd.

Siete minutos después de que el forense Salah Muhammad al Tubaigy empezase a descuartizar vivo al periodista Jamal Khashoggi, este dejó de gritar y murió. Es curioso: para entonces, siete minutos después, nosotros seguíamos haciendo negocios con ellos. Siete minutos después, eran todavía nuestros amigos y socios. No habíamos roto toda relación con esa teocracia asesina, todavía, siete minutos después.

El periodista Jamal Khashoggi se dirigió al consulado de Arabia Saudí en Turquía porque necesitaba unos papeles para casarse. Allí lo esperaban agentes saudíes para asesinarlo. Khashoggi había escrito a favor de la libertad de expresión y contra la pena de muerte. Había osado criticar el cepo de la religión. Este es el motivo por el que el médico forense Salah Muhammad al Tubaigy, alto cargo del Ministerio de Interior saudí, lo descuartizó vivo en un despacho del consulado.

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