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"Militaba en Podemos y votaré a Vox": izquierdistas que cambiarán de bando
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Juan Soto Ivars

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"Militaba en Podemos y votaré a Vox": izquierdistas que cambiarán de bando

"Acordémonos de la 'alerta antifascista' de Pablo Iglesias, animando a la gente a salir a rodear el Parlamento andaluz cuando los resultados no fueron los esperados", dicen algunos

Foto: El secretario general de Vox, Javier Ortega Smith. (EFE)
El secretario general de Vox, Javier Ortega Smith. (EFE)

¿Alegatos feministas? 10.000 votos más para Vox. ¿Negociación con independentistas? 100.000 votos más para Vox. ¿No te gustan mis zapatillas? Un millón de votos más para Vox. Empieza a convertirse en un lugar común que todo le da votos a Vox, pero debajo de los tópicos siempre hay realidades. La sensación de que el partido de Abascal está funcionando como coche escoba del resentimiento y del descontento ciudadanos y que las decisiones equivocadas o polémicas de los demás partidos siempre benefician al color verde es popular, por lo menos en las tertulias y las redes sociales.

Los trasvases de votos son algo normal en una democracia, pero en el caso de Vox hay confusión. Mientras que la izquierda se empeña en aislar con su discurso a la formación y a sus votantes, a los que atribuyen una ideología fascistoide y un nivel adquisitivo tirando a alto, en los márgenes aparecen opiniones que apuntan, incluso, a un trasvase de votos de Unidos Podemos a Vox. El estudio de la consultora GAD 3, que utilizó encuestas y análisis de las mesas electorales de Andalucía, apunta a un 15% de trasvase.

Narciso Michavila es el presidente de GAD 3. Ha escrito uno de los capítulos del libro colectivo 'La sorpresa de Vox', donde explora el perfil sociológico de los 400.000 votantes de Vox en Andalucía. “Tengo estimado que hay tres perfiles. Está la derecha sin complejos, que es un 70%, el discurso antiinmigración, que ronda el 20%, y el antifeminismo, que está en torno al 10%. De este tercer grupo está captando Vox votos de Podemos y PSOE. Cuando una ministra habla de la derecha trifálica, hay mucho varón que dice: yo estoy siendo muy comedido hacia la condición sexual de la mujer y sin embargo tú te sientes con derecho a meterte con mi condición de varón. Vox capitaliza la reacción a esa clase de mensajes del feminismo”.

Michavila estima que el trasvase de la izquierda a Vox en Andalucía ha sido de un 15%. “En las capitales y grandes ciudades, todo lo que subió Vox es lo que bajó el PP. En Almería, la recta es plana y confirma que tenemos un voto antiinmigración. Pero en municipios obreros hemos detectado ese trasvase de varón que está pasando de la izquierda a Vox”.

Ellos (y ellas) pasaron de Podemos a Vox

En Forocoches, el fenómeno es muy visible. El escritor Enrique Rey, que participa desde hace años en los debates, opina que en Forocoches “buena parte del resentimiento hacia el sistema que había canalizado Podemos se ha convertido ahora en caldo de cultivo para muchos nuevos fanáticos de Vox, que ven el partido con el romanticismo de quien se acerca a algo proscrito y que además cuadra mucho mejor con su estética y sus referentes: españolismo y mucha épica”.

Si las interpretaciones de Michavila y Rey son precisas, el trasvase de Podemos y PSOE a Vox sería un fenómeno suficientemente importante como para investigarlo. ¿Cuáles son los motivos para que una persona que votaba a Podemos se marche a Vox? ¿Querrán hablar de ello? Hice la pregunta en Twitter sin mucha esperanza porque supuse que quien lo hubiera hecho no querría hablar, pero me equivoqué. Esperaba encontrar al menos dos o tres testimonios, pero la respuesta fue una avalancha de mensajes. Son muchos, están enfadados y quieren explicar por qué.

El caso de Gorka Tobías me parece especialmente relevante. Tobías no solo votaba a Podemos sino que estuvo implicado como militante y colaborador en las elecciones vascas. Sus diferencias con la izquierda empezaron nada más empezar a estudiar en la Universidad Complutense, donde “los estalinistas de Somosaguas se habían instalado. Un espacio como lo es la Facultad de Filosofía, donde deberían predominar el diálogo y el debate entre ideas, se ha acabado convirtiendo en un lugar hostil donde no hay nadie que se atreva a cuestionar los dogmas del feminismo y la izquierda radical”.

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Tal como aventura Michavila, uno de los motivos de su ruptura con la izquierda es la perspectiva de género. “Su base ideológica nunca se ha separado del marxismo y por eso creen firmemente en esa dialéctica entre opresores y oprimidos que busca crispación y separa a la sociedad. Una de las razones por las cuales la izquierda está atascada en su método estratégico es que pretenden atraer votos enfrentando a los ciudadanos. No pueden pretender que la gente les vote mientras a esta misma la señalan por sus condiciones identitarias. Evidentemente, va a haber una parte de la población que no les va a querer votar. Sin embargo, no pueden abandonar sus raíces marxistas, pues a partir de ahí han construido su ideología y sus principios. He ahí su dilema”.

Los hay que no votarán a Vox por principios, pero consideran que es la única opción cuando la izquierda los ha abandonado. Es el caso de Guillermo Izandue, que dice: "Yo voté a IU durante 20 años y llegué a votar a Podemos. Después de un divorcio y años de lucha por poder criar a mis hijos, me desgañité buscando apoyo contra la injusticia que encontré en los juzgados y servicios sociales, y solo recibí o bien silencios incómodos de compañeros o burlas y ataques en general. No votaré a Vox porque no comparto la mayor parte de su ideario, pero estoy tentado, dado que son los únicos que se enfrentan sin ambages a este neofeminismo que tanto daño ha hecho. La realidad es que yo no dejé la izquierda, la izquierda me echó".

Andrea Ramón es otra de las votantes que pasarán de Podemos a Vox y señala el feminismo como uno de los motivos. “Yo siempre he sido feminista”, dice, pero todo lo que el feminismo “lleva alrededor, como subvenciones y políticas de género, no lo considero importante sino más bien interesado”. Menciona también un discurso ingenuo respecto a la inmigración y añade que “también estoy harta de las incongruencias y las contradicciones, tanto a nivel político como personal. Creo que han querido buscarse sustento y no les importa lo más mínimo la sociedad española”. Considera que Vox es un partido de centro derecha. “No estoy de acuerdo con algunos de sus puntos, pero no son extrema derecha irracional, así que les daré mi confianza porque la izquierda se la ha cargado completamente”.

Yo siempre he sido feminista

Francisco Ortiz tiene 44 años y trabaja en un centro comercial de Málaga. Votó a Vox en las andaluzas. Hasta entonces había votado a Podemos, donde creyó ver una izquierda combativa y honesta. “Con el tiempo, el partido se está radicalizando y utilizando de manera rastrera el feminismo para arañar votos. La gota que colmó el vaso fue el famoso chalé de Pablo Iglesias. De Vox, lo primero que me llamó la atención es el discurso de que todas las personas tienen los mismos derechos, independientemente del sexo”.

M. B. es otra andaluzaque votó a Vox y había votado a Podemos en la europeas. En este caso, no quiere dar su nombre. Se define como “una mujer de casi 29 años HARTA [las mayúsculas son suyas] de la demagogia de la izquierda, harta de que nos bombardeen día y noche con la violencia de género, con datos falsos y sacados de contexto. Quiero que la palabra de mi hijo valga lo mismo que la de mi hija. En pocos años, muchas de las que hoy defienden el 'yo sí te creo hermana' se echarán las manos a la cabeza cuando una de esas 'hermanas' meta a su hijo en el calabozo o le impida ver a sus hijos”.

David Moral, de 40 años, creó la comunidad de simpatizantes de Podemos en Google+ con muy buenos resultados y el partido contactó con él y lo incorporó a su equipo de redes sociales. Ahora también votará a Vox. Los tres motivos principales de Moral son la justicia social y la inmigración (“la vieja izquierda se ha convertido es una suerte de multilucha identitaria, intentando generar colectivos enfrentados, y resulta que estoy en el bando opresor. Pues muy bien”), la idea de España (“la etiqueta de facha se asocia en el momento que sacas la rojigualda”) y el independentismo catalán (“Podemos se ha columpiado mucho en este tema, defendiendo mas a los independentistas que la unidad del resto del Estado”).

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Suelen colocar a Vox en el ámbito de la derecha, no siempre extrema. Alex, que prefiere no dar su apellido, dice que sigue sin considerarse de derechas “pese a que piense que en la actualidad Vox son necesarios. Así que no tendría problema si hubiera una izquierda responsable que se deje de experimentos socialistas puros". "Para mí los partidos son herramientas, no creo en la fidelidad a ellos. Cuando no tenga sentido que les dé mi voto, dejaré de dárselo”.

M. sí considera que Vox, al menos, “parece” de extrema derecha, pero por el momento esto no le hará cambiar de idea. “No entiendo en el berenjenal que se meten con el tema del matrimonio homosexual; si solo se pueden casar por lo civil ya que la Iglesia no les da su bendición, ¿qué más les da cómo se llame? El tema del aborto tampoco me gusta cómo lo enfocan. No todo es blanco o negro, y en este tema hay muchos matices para decir solamente aborto sí o aborto no”.

placeholder Santiago Abascal (c), acompañado por otros líderes de Vox. (Reuters)
Santiago Abascal (c), acompañado por otros líderes de Vox. (Reuters)

He seleccionado estos testimonios de entre la catarata de mensajes que recibí porque marcan la pauta general de quienes harán el trasvase. Les pregunté qué tendría que hacer la izquierda para recuperar su confianza y en general mencionaron la lucha de clases “y desechar la lucha de sexos”. Tobías daba un giro e iba más allá: “La izquierda no debería preocuparse en recuperar a sus exvotantes y exmilitantes sino en recuperarse a sí misma. No respeta la legalidad, ni la Constitución, ni la libertad de expresión ni siquiera la democracia. Acordémonos de la 'alerta antifascista' de Pablo Iglesias, animando a la gente a salir a rodear el Parlamento andaluz cuando los resultados no fueron los esperados”.

¿Alegatos feministas? 10.000 votos más para Vox. ¿Negociación con independentistas? 100.000 votos más para Vox. ¿No te gustan mis zapatillas? Un millón de votos más para Vox. Empieza a convertirse en un lugar común que todo le da votos a Vox, pero debajo de los tópicos siempre hay realidades. La sensación de que el partido de Abascal está funcionando como coche escoba del resentimiento y del descontento ciudadanos y que las decisiones equivocadas o polémicas de los demás partidos siempre benefician al color verde es popular, por lo menos en las tertulias y las redes sociales.

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