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Todas las chicas que me cruzo por la calle están preñadas
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Juan Soto Ivars

España is not Spain

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Todas las chicas que me cruzo por la calle están preñadas

Todas las mujeres que me cruzo están embarazadas. ¿Ha subido la natalidad y no se ha enterado el INE? Mira, ¡otra! Vestido rojo tres tallas por debajo de la necesidad, mejillas sonrosadas

Foto: Una ecografía. (EC)
Una ecografía. (EC)
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En la panadería, la dependienta bufa y rezonga debajo de la mascarilla. No para de lavarse las manos con gel hidroalcohólico. Después de cada cliente —zas— otra pasada. Tendrá sus 30 años, pero aparenta más. Todas las viejas le dicen cosas y ella se echa para atrás de manera casi imperceptible. Se pone en guardia. Estoy seguro de que debajo de la mascarilla se le dibuja una mueca de asco abominable.

Pero en estos tiempos, ¿qué queréis? Cualquiera sabe cuál de esas señoras puede llevarte a la sepultura. Todas inquieren lo mismo: ¿de cuánto estás? Podría poner un cartel junto a la caja registradora, DE SIETE MESES, en tres o cuatro idiomas. ¿No puede pillar la baja con esa barriga que tiene? Quizá teme que no la vuelvan a llamar.

Se nota que está harta de este trabajo y de jugarse el tipo para que unos 'bagels' resecos vayan a parar a unos estómagos anodinos. Una embarazada no encaja en una pandemia global. No es su hábitat natural. Se me ocurren 50 situaciones mejores. Diréis: peor estaría en un naufragio, en una hecatombe atómica, en un incendio forestal. Y sí, pero en la pandemia ni siquiera podrá ufanarse cuando le cedan el asiento en el metro. ¿Sentarme ahí? ¿En esa miasma? Ja.

La economía va al colapso, el virus sigue su marcha y en todas partes hay gente que parece dispuesta a fusilarte por el color que has elegido para el tinte

En fin. La economía acelerando hacia el colapso, el virus contagia que te contagia, muerde que te muerde, en todas partes gente que parece dispuesta a fusilarte porque no le gusta el color que has elegido para el tinte y, sin embargo, aquí y allá rondan chicas que recibieron la noticia del embarazo y no salieron corriendo a abortar. De locos.

Todas las mujeres que me cruzo están embarazadas. ¿Ha subido la natalidad y no se ha enterado el INE? Mira, ¡otra! Vestido rojo tres tallas por debajo de la necesidad, mejillas sonrosadas. No somos tan distintos de los animales, por más que digan que todo es cultural. Esta epidemia de embarazos solo puede explicarla el instinto. Somos como una cierva que da a luz en un coto de caza. Hacemos lo que tenemos que hacer.

En el porche de casa de mi hermano, en Cádiz, habían anidado golondrinas. Son monógamas y laboriosas. Se pasan el día saliendo a cazar insectos por turnos y no hacen otra cosa. Vigilan el nido, espantan a las parejas rivales y alimentan al polluelo. Yo me sentaba debajo y observaba. Horas de trabajo, de cuidado, hasta sacaban las cacas con el pico y se las llevaban.

placeholder Una mujer embarazada pasa por delante de una pancarta en Valladolid. (EFE)
Una mujer embarazada pasa por delante de una pancarta en Valladolid. (EFE)

Mira, otra. Esta tiene los tobillos como riñoneras. Lleva del brazo al novio o el marido, a saber, que intenta darle conversación. El médico le habrá recomendado que pasee porque no tiene cara de estar disfrutando. Desde el momento en que el Predictor les dijo que sí, se convirtieron en inquilinos de sus propios cuerpos. Un día empezarán las contracciones, irán al hospital y cuando vuelvan a su apartamento serán tres.

Para siempre, claro. Nunca más dos: habrá un intruso que les disputará todo el amor y se lo vencerá. Y no solo no tratarán de expulsarlo, sino que harán como las golondrinas. Los despertará 10 veces por la noche, se levantarán como zombis, querrán tirarlo por la ventana pero una sonrisa del bebé los habrá desarmado por completo. ¡Rendidos!

Estuve viendo 'El colapso' en Filmin, y 'Years and Years', y luego me leí 'Planeta inhóspito', de David Wallace-Wells, ¿está suficientemente claro? Si yo fuera un ciudadano responsable, los pararía y les daría la noticia. Estados Unidos cerrando embajadas chinas, el deshielo polar, los microplásticos, la desertificación, el colapso financiero, el aroma a enfrentamiento. Insensatos, ¿qué más pistas necesitáis?

Traer un niño al mundo es el primer paso para llevar un muerto al cementerio. Esa es la verdad. Espero que hagáis lo posible por crear buenas personas

Aprieto la bolsa de 'bagels' en la mano y me contengo. Déjalos estar. Parecen felices. En tiempo de mascarillas, he aprendido a interpretar la expresión de las caras en el arco de las cejas de la gente. Como el de esa otra chica, la del vestido negro: pura felicidad, plenitud. Se acaricia la barriga con la punta de los dedos, camina y tararea. Pero los verdugos también tararean cuando aprietan los tornillos del garrote: salía en la película de Berlanga.

Traer a un niño al mundo es el primer paso para llevar un muerto al cementerio. Esta es la verdad. Locos, ¡locos! Insensatos. Espero que al menos hagáis todo lo posible por crear buenas personas. Después de todo, quizás el mundo iría mejor si lo repoblásemos con gente estupenda. ¿En qué momento nacerá el próximo Einstein, el siguiente Beethoven?

Cada niño que nace es una pequeña oportunidad de salvar el mundo. Abro la puerta de casa, me quito las zapatillas, me lavo las manos, cuento hasta 20, pero no he llegado al 15 cuando Andrea me llama: ¡Corre! Corro. ¡Pon la mano aquí! Pongo la mano ahí. ¡Espera! Espero. ¡Verás, verás cómo se mueve!

En la panadería, la dependienta bufa y rezonga debajo de la mascarilla. No para de lavarse las manos con gel hidroalcohólico. Después de cada cliente —zas— otra pasada. Tendrá sus 30 años, pero aparenta más. Todas las viejas le dicen cosas y ella se echa para atrás de manera casi imperceptible. Se pone en guardia. Estoy seguro de que debajo de la mascarilla se le dibuja una mueca de asco abominable.

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