España is not Spain
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El OnlyFans de Puigdemont
Ahora que nos hemos quedado solos Antonio Baños y yo, describamos esta sublime cinta 'snuff'
El espectáculo de las negociaciones entre Junts y ERC es, lo sé, bocado del gusto exclusivo de los más pervertidos. La gente decente que no levanta el pie del acelerador cuando hay un accidente mortal en el arcén de la carretera habrá salido despavorida al leer el titular. Pero sí, esto solo puede entenderse como el OnlyFans de Puigdemont. OnlyFans, por si no lo sabe, es una red social donde ciertas celebridades e 'influencers' se desnudan o hacen determinadas marranerías para su público más fiel y entregado, a cambio de dinero. ¿Qué diferencia hay entre esto y el señuelo de negociaciones para la investidura de Cataluña? Y más: ¿quién sino un pervertido podría leer un artículo sobre el tema?
Quedamos aquí los viciosos, lo sé. Los morbosos. Los cerdos. Los entregados. De modo que no me cortaré un pelo a la hora de describir el perverso 'show' del independentismo catalán a pocos días del gran bukake de la repetición electoral. Ninguna persona con el estómago delicado y un estricto sentido de la moral queda ya en la sala en el segundo párrafo, pero por si acaso, aquí está mi última advertencia para que usted, lector sensible, abandone.
¿Cómo? Sí, la puerta está ahí. Cierre el explorador.
Huya. Cierre el portátil. Guarde el móvil.
Gracias. ¡Hasta pronto! Empieza el porno.
Ahora que nos hemos quedado solos Antonio Baños y yo, describamos esta sublime cinta 'snuff'. Todos los problemas de Cataluña han dejado de venir (temporalmente) del malvado Estado 'dominatrix' desde que las elecciones rompieron, por décimas, el equilibrio de poder de lo que había sido el cortijo catalán desde el mesozoico pujolista, incluso en tiempos del jurásico 'procés'. En pocas palabras, lo que pasa hoy en Cataluña es que Puigdemont y su órbita, la convergencia mutante, no pueden soportar que Esquerra deje de ser su chica sumisa, su 'secretaria para todo'. Los catalanes votaron mal, por mucho que en Barcelona hayan aparecido algunas pancartas, tímidas y penosas, celebrando que “Ja som més del 50%! Ara!”.
¿Ara? La independencia ha cambiado de bando. Aragonès quiere independizarse de Puigdemont, y tiene motivos mucho más razonables que para separarse de España. El Estado te somete suavemente, regándote bien la economía con lluvia dorada para que no se te marchite y quedando siempre de malo ante tu militancia. Puigdemont no. Él quiere someterte con tiras de cuero, esposas cubiertas de felpa y una fusta con hebillitas en la punta, y llorar a lágrima viva mientras te obliga a bailar sin calzoncillos. El Estado es un dominador pasivo; Puigdemont, como buen catalán, pasivo-agresivo. Y no hay nada más tedioso, piensa Aragonès. Sabe que Carles te lleva al hostal de carretera con lisonjas y una vez allí te practica el medievo.
Todo iba sobre ruedas mientras la convergencia mutante sacaba mayoría, aderezada por la orgía de agitación financiada (Òmnium, Assemblea y sucedáneos). Pero el 'poble' no estuvo a la altura de su mesías secular. Poco importa que Ciudadanos o PSC saquen más votos: aquí son impotentes. Lo vital, lo que mantenía erectos los ánimos, era que en la justita mayoría independentista ERC quedase siempre en segundo lugar. Ahora no es así y del viejo entusiasmo cegador solo queda el dolor de las retinas y tres o cuatro ejemplares del libro de Remedios Zafra en los anaqueles de la Laie. La paz después de la inmolación ha terminado. La hidra de dos cabezas se devora a sí misma ante el estupor de la CUP.
El sadomasoquismo de Puigdemont es insuperable, incluso para Pere Aragonès
Junts insiste en que ERC ha cometido un gravísimo error suponiendo que obtendría gratis la investidura. Hiperventilan como solo algunas actrices han conseguido hacerlo en presencia de Nacho Vidal y animan a las bases al onanismo de gritar “traición”. No hay nada que les guste más, no hay nada que les ponga tan a tono. El sadomasoquismo de Puigdemont es insuperable, incluso para Pere Aragonès. Trata este de encontrar en las celdas de Lledoners la inspiración, una estrategia para seguir siendo un poquito víctima, algo que lo saque de la sauna, pero no hay nada que hacer. En Waterloo hay una pregunta rencorosa flotando sobre la campiña: ¿qué es eso de que tu chica se emancipe cuando le da la gana, vamos a ver?
Con ademanes de proxeneta, Puigdemont y sus amantes mantienen bloqueada la formación de Gobierno independentista en Cataluña, porque sin ellos contando los billetes ni hay independentismo, ni hay 'poble', ni hay 'futur'. Pero si nos fijamos, estamos ante lo de siempre, solo que con distintos personajes. Puigdemont intenta lo acostumbrado: que sean otros los que ponen el cuerpo y la cama, que sean otros los que hacen la calle, pero aquí mando yo. Su principal habilidad es, por encima del escapismo, la manipulación y la contorsión dialéctica, la emoción barata.
Estamos hablando de un hombre que llevó al orgasmo a una sociedad y después le propinó el mayor gatillazo de la historia. Así que mi sospecha es que, de la misma forma que la república fue una ensoñación onanista, lo será la repetición electoral. Puigdemont estira los preliminares para recordarle a ERC quién manda en el burdel. Recuérdese que, en Cataluña, los rollos de papel higiénico solo están en las mesillas de noche por si hay que llorar.
El espectáculo de las negociaciones entre Junts y ERC es, lo sé, bocado del gusto exclusivo de los más pervertidos. La gente decente que no levanta el pie del acelerador cuando hay un accidente mortal en el arcén de la carretera habrá salido despavorida al leer el titular. Pero sí, esto solo puede entenderse como el OnlyFans de Puigdemont. OnlyFans, por si no lo sabe, es una red social donde ciertas celebridades e 'influencers' se desnudan o hacen determinadas marranerías para su público más fiel y entregado, a cambio de dinero. ¿Qué diferencia hay entre esto y el señuelo de negociaciones para la investidura de Cataluña? Y más: ¿quién sino un pervertido podría leer un artículo sobre el tema?
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