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La liada y la odisea
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Juan José Cercadillo

Feria de San Isidro

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La liada y la odisea

La de Homero narra la vuelta a casa tras la guerra de Troya de Odiseo (alias Ulises), la mía particular, la de hoy, mi propia odisea

Foto: El diestro José Garrido, durante el tercer festejo de la Feria de San Isidro. (EFE)
El diestro José Garrido, durante el tercer festejo de la Feria de San Isidro. (EFE)

Plaza de toros de las Ventas, miércoles 10 de mayo de 2018

3ª de feria.

Algo más de media plaza en tarde muy agradable casi perfecta para el toreo.

Seis toros de Fuente Ymbro de entre 536 y 573 kilos, muy bien presentados, con kilos, serios por delante sin exageraciones pero hondos y con cuajo. Interesante corrida con muchos matices que analizar en su embestida.

Joselito Adame, de verde manzana y oro, silencio y silencio.

Román, de gris plomo y oro, ovación y silencio.

José Garrido, de rosa palo y oro, silencio y silencio.

No pienso ofender a Homero. No quiero copiar sus versos. No pretendo emular su métrica, no deseo replicar su argumento. Se aleje de mí el deseo de ordenar la crónica en cantos clásicos o rapsodias. Huyan de mí los hexámetros dactílicos y las referencias de Troya...

Pero es que lo de hoy ha sido una auténtica odisea y puede, me temo, acabar en una auténtica liada...

La odisea ha sido llegar a la plaza, la liada puede ser en la que me meta si me mostrara sincero. Pero como aquí lo que puede tener cierta importancia, si la tuviera, es lo que ocurra en el ruedo, omitiré lo del AVE con retraso, lo del metro colapsado, lo de la manifestación absurda, lo del policía chusquero, lo del taxista amargado, lo del uber despistado, lo del autobús repleto, lo del paseo en cuesta, lo de la cola de acceso... lo de la localidad ocupada, lo del acomodador grosero, lo del jeta sin entrada, lo del vecino impertérrito... lo del sofocón de la carrera, lo de no encontrar mi entrada, lo de negarme tres veces el controlador de la puerta, lo de sentirme extranjero en la explicación de mis causas, lo de alzar la voz para vencer la pelea, lo de sentarme por huevos, lo de explicar la pérdida de mi puñetera entrada, lo de pedir perdón con los ojos a los testigos atónitos, lo de exigirle al intruso contrición... y otro tendido.

La odisea de Homero narra la vuelta a casa tras la guerra de Troya de Odiseo (alias Ulises), la mía particular, la de hoy, mi propia puta odisea, bien podría narrar la conjunción del universo para impedirme la llegada en hora a las Ventas... Maldita, a veces, puntualidad taurina... Maldita conjunción universal que la interpela... Maldita cabeza mía, malditas las prisas que su disfunción senil genera...

placeholder El diestro Román, durante el tercer festejo de la Feria de San Isidro. (EFE)
El diestro Román, durante el tercer festejo de la Feria de San Isidro. (EFE)

El caso es que a las siete y nueve minutos, sentado por fin en mi tendido y terminada la odisea, ni podía imaginarme la liada mental que poco después se me viniera.

Y es que empiezan a salir toros de Fuente Ymbro a cual más toro, a cual más Ymbro. Serios, cuajados, agresivos y sumamente ofensivos aun sin abrir la boca. Toros castaños y negros, con pitones y con peso, con esa mirada de apenas un par de amigos que te asusta y recomienda no molestar demasiado, no preguntarles siquiera, no mirarles ni a los ojos por si ofenderles pudiera.

Y ahí viene la liada... Y es que he visto dos toros que se han ido enteritos, con sus dos orejas puestas, que bien podrían haber conseguido derribar alguna puerta. No me atrevo a asegurar que la más grande del toreo, pero sí la de otras ferias...

Toros castaños y negros, con pitones y con peso, con esa mirada de apenas un par de amigos que te asusta y recomienda no molestar demasiado

Uno sobre todo, el cuarto, y sé que me meto en un lío, pero es que ha embestido desde largo, con tranco y con buen brío. Era serio, impresionante, engatillado, sombrío... Seguro que era uno de esos toros que te dejan con las dudas de que si lo has visto de lejos no le has visto los defectos y que si te pones delante te parece menos bueno... Pero no sé si por la odisea, su presencia o mis deseos, me ha parecido un toro con el que cambiar a un torero. Y para salir del lío, que conste que no es un reproche, probablemente se trate solo de un liado desvarío fruto de mi odisea por llegar hasta el tendido...

Un toro complejo y complicado, pero con fondo de triunfo. Con la distancia que Madrid reclama para el ole más profundo. Con el tipo, con el genio, con la planta, con los huevos...

placeholder El banderillero Hazem Al-Masri 'el Sirio' es cogido por uno de los toros del diestro Román. (EFE)
El banderillero Hazem Al-Masri 'el Sirio' es cogido por uno de los toros del diestro Román. (EFE)

Sé que es una liada ponerme de parte de un toro tan serio, pero que nunca parezca, por Dios o por el propio Homero, en menoscabo del otro. Del que se puso delante, mexicano y buen torero, que consiguió buenos pases, preciosos remates y aliento desde el tendido. No pudo rematar el triunfo pero intuyo que quizá no lo tenía, que la liada es la mía al interpretar a su Señoría, que así se llamaba el de negro.

Buenos lances de Garrido, disposición y buen ritmo. Menos suerte con la espada y gran acierto con los sitios.

Román en la primera de sus tres tardes ha demostrado el oficio, la voluntad y las formas, que terminarán sin duda en alguna puerta grande a lo largo de este ciclo.

Conclusión: que me he liado, entre explicar un buen toro sin menoscabar un torero, que sufrí con la odisea de llegar hasta la plaza, que espero que Joselito triunfe en su próxima tarde, que no me pierdo a Román y que no pierdan un AVE...

Plaza de toros de las Ventas, miércoles 10 de mayo de 2018