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Aguacero, San Isidro dos
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Juan José Cercadillo

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Aguacero, San Isidro dos

Y es que en esta liga de treinta y tantas jornadas, la lluvia, contumaz y traicionera, no ha conseguido empatar, que va perdiendo dos cero

Foto: El diestro peruano Andrés Roca Rey, durante el decimosexto festejo de la Feria de San Isidro. (EFE)
El diestro peruano Andrés Roca Rey, durante el decimosexto festejo de la Feria de San Isidro. (EFE)

Plaza de toros de Las Ventas. Miércoles 23 de mayo de 2018.

16ª de feria. Lleno de no hay billetes en tarde primaveral con tremendo aguacero en el tercer toro que se mantuvo en el cuarto y aflojó en el quinto, y que dejó frío el ambiente para el toreo en el sexto.

Corrida de máxima expectación tras la pasada actuación de Talavante y Roca Rey, y con los toros triunfadores de las ultimas temporadas.

Seis toros de Victoriano del Río de entre 516 y 573 kilos bien presentados, menos voluminosos que la media de las corridas de Madrid, pero de sobra serios a pesar de que algunos han sido protestados, de flojo juego en general salvo el sexto, que embistió pronto y con bravura y transmisión.

Miguel Ángel Perera, de verde botella y oro. Silencio y silencio.

Alejandro Talavante, de azul pavo y oro. Silencio y silencio.

Roca Rey, de verde carruaje y oro. Silencio y oreja.

Íbamos camino de dejarlo en empate: aguacero, San Isidro cero. San Isidro partía como favorito. Tres nombres de relumbrón y ganadería de prestigio anunciados esta tarde. Con los antecedentes de los Victorianos con grandes triunfos en anteriores temporadas, con fenomenales partidos de Talavante no hace ni una semana, preveíamos tarde de 'jogo bonito' que decantaba las apuestas a favor de San Isidro. Y eso sin contar del todo el crucial factor de cancha, siempre a favor del santo, a favor de la tauromaquia. La alineación era impecable, con Perera por el centro, Talavante dando juego y Roca Rey en el remate.

Pero si 'el fútbol es así', ni imaginamos los toros, y dan igual la alineación, las estadísticas o el árbitro. Dan igual los favoritos, los de en medio o los colistas, que puede saltar la sorpresa en Las Ventas o en Mestalla.

placeholder El diestro Alejandro Talavante. (EFE)
El diestro Alejandro Talavante. (EFE)

Y es que hay un factor sorpresa que siempre hay que valorar. A veces es por los propios, a veces por la tormenta, a veces es por el árbitro que aquí hace presidencia. Y apareció el agua al final del segundo toro, y con fuerza inusitada y vaciando los tendidos contraatacó de sorpresa el 'dream team' del regadío. Y soltó como si nada tremenda manta de agua que desbordó por las bandas, desarboló las defensas y arrinconó en el área de los bares y pasillos a todo el equipo contrario, calado sin darse cuenta. No sirvió de nada el previo visionado de los vídeos del fulminante contraataque del equipo de la lluvia ayer en la novillada, que hizo grande a Toñete mientras 'toro-buceaba'. No sirvieron los avisos de nubes negras al trote, galopando mejor digo, para colapsar la plaza mientras doblaba el malo segundo toro de Victoriano del Río. Desplegó entonces el agua todo su poderío y arrinconó a las estrellas del equipo San Isidro hasta dejarlas exhaustas y sin opciones de triunfo. Desmanteló el aguacero toda la infantería de soporte de los toros y los admirados artistas sentados en los tendidos, lanzándolos a los pasillos, al gin-tonic y a la charla. Y aunque algunos sí volvieron, calados hasta los huesos, al tendido en el cuarto, el ambiente de remontada, la voluntad de los toros y el espíritu de los toreros decayeron en un triste empate, sin goles y sin regusto. Hasta el sexto, quede claro, ya casi en tiempo de descuento.

placeholder El diestro peruano Andrés Roca Rey. (EFE)
El diestro peruano Andrés Roca Rey. (EFE)

A veces los toros no embisten cuando barruntan tormenta, dejaremos esa duda de explicación climatológica para justificar la lógica del famoso adagio taurino en el que tarde de expectación se convierte sin remedio en tarde de desatino. Agua cero, San Isidro cero. Empate que ya asumíamos en el que solo se podía destacar la voluntad de un Perera atornillado al suelo, la vocación de Talavante de hacer solo el buen toreo y la solemne disposición de Roca Rey al suicidio, que quedarse así de quieto y torear por la espalda en el tercero es casi de entregar la vida más que quedarse quieto. Pero es que llegó el sexto y a fuerza de no importarle el desangelado ambiente, condenado ya al empate, tiró del toro con tiento, con arte y con mucho temple, y caldeó en varias tandas ese lleno inexistente ya a esas alturas del partido en que todos, también el agua, firmábamos no soportar de nuevo otro aguacero... a cero. Y se plantó delante del toro y se lo pasó por todos lados, y hasta se cayó al suelo por exceso de entregado. Y toreó por la espalda, por delante... y por sus mismísimos huecos. Y cuando a todos el empate nos parecía lo serio, remató Roca Rey de impecable peruana metiéndole un gol a la lluvia en el tiempo de descuento. Impresionante torero que solo sabe de triunfo y que se volcó con la espada. Oreja casi 'in extremis' de un torero verdadero que pienso odia los empates, la mediocridad y desde luego los aguaceros.

Y es que en esta liga de treinta y tantas jornadas la lluvia, contumaz y traicionera, no ha conseguido empatar, que va perdiendo dos cero.

Plaza de toros de Las Ventas. Miércoles 23 de mayo de 2018.

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