En sus manos

Plaza de toros de Las Ventas. Jueves 24 de mayo de 2018

17ª de feria. Corrida de la cultura. Lleno de no hay billetes en tarde de buena temperatura, pero con mucho viento, muy molesto a ratos en el ruedo.

Corrida de máxima expectación por el mano a mano entre Julián Lopez 'el Juli', en la celebración de sus 20 años de alternativa y tras su rotundo éxito en la Feria de Abril de Sevilla, y Ginés Marín, triunfador de la feria el año pasado.

Toros de tres ganaderías y cuatro hierros de entre 530 y 600 kilos: Victoriano del Río, 1º y 6º, Alcurrucén, 2º y 3º, Garcigrande, 4º, y Domingo Hernández, 5º. En general, bien presentados, aunque varios fueron protestados, astifinos y con dificultades, todos excepto el tercero, de Alcurrucén, que fue bravo y con transmisión, fuertemente aplaudido en el arrastre. El quinto se lesionó durante la lidia. El sexto, un toro descomunal con cuajo, tamaño y excepcional trapío, pero pocas hechuras para el toreo.

Julián Lopez 'el Juli', de azul marino y oro. Palmas, oreja y gran ovación de despedida.

Ginés Marín, de sangre de toro y oro. Silencio, ovación y ovación.

Manoseada expresión la de 'mano a mano' para anunciar un cartel de dos toreros. Modelo de corrida que pretende la competencia directa entre dos diestros sin interferencias de terceros. Un bis a bis con seis toros de por medio. Cartel que deja a las claras el choque brutal y directo, para disfrute del público, con triple oportunidad de enfrentamiento. Torear un tercer toro incrementa en un tercio las posibilidades de triunfo de los toreros, eso es obvio, pero no resulta tan evidente que multiplique por mucho más de tres su ya alto nivel de esfuerzo. Hoy dos toreros, seis toros y tres buenas ganaderías, de las de prestigio por lo alto, que seguro han elegido lo mejorcito de sus campos para responder a la expectativa de una de las corridas más importante de la feria: la de la cultura y la de los 20 años de alternativa del Juli, la del único mano a mano, la del triunfador de la pasada feria, la del futuro y la del pasado... Que todo eso hoy tenían el cartel del mano a mano y las tres ganaderías.

Tenía a mano un folleto donde se relacionaban algunos de los hitos y logros de la carrera del Juli. Impresionante trayectoria desde niño becerrista a maestro indiscutible con dos décadas de triunfos. Puertas grandes en Madrid de matador y novillero, puertas del Príncipe en Sevilla con indultos incluidos, triunfador por toda Francia, por Bilbao, por Salamanca, por Barcelona, Pamplona, Valencia y el mundo entero. Ídolo de referencia también en plazas de México, en su Lima, en su Quito, en Medellín y en Cartagena de Indias...

Manos arriba aquellos que aún muestran su recelo a valorar a un madrileño que ha hecho historia en el toreo.

Y es que a estas alturas, yo lo hago desde pequeño, muchos pierden la vergüenza de poner la mano en el fuego por la verdad de sus formas, la honestidad de su oficio, el valor que hasta le sobra y la afición que desborda en una carrera intachable y cien veces comprometida a lo largo de su vida. Que no lo digo yo, que lo dicen sus cornadas.

Mano de santo ha sido para los ciegos o incrédulos la faena de hoy al tercero, que hubiera supuesto un atraco a mano armada si como durante un buen rato parecía que la presidencia se negaba a dar la oreja. Una faena de dos, apasionada y perfecta, que ha entendido a Licenciado, buen toro de encaste Núñez, que ha vuelto a ser un hito de Julián en estas Ventas donde se le juzga, solo algunos, eso es verdad, como si fuera de ETA.

Gran toro de Alcurrucén, bajo, bonito y en tipo, que ha embestido con brío la muleta baja y planchada, poderosa pero suave, de un torero en plenitud que no olvidaremos pronto, que echaremos de menos como a uno de los grandes, tiempo al tiempo. Ese inicio de faena, esos pases de la firma, esos ayudados por bajo y ese pase del desprecio permanecerán en la memoria de muchos aficionados buenos. Lástima que la providencia no le echara una mano con la espada y convirtiera esa media en una estocada hasta los cabos, que hubiera hecho rodar al toro sin ninguna de sus dos orejas.

Renegaba Julián de su suerte, consciente, como lo es con todo, de que hoy hubiera rubricado una historia incomparable de poder haber abierto de nuevo la puerta grande.

Ginés Marín debió pensar que más vale pájaro en mano que ciento volando, y no esperó ni un segundo para demostrar su empeño en salir triunfador de un mano a mano para él de ensueño. Le hizo un precioso quite al primer toro del Juli y se atornilló en el tercio para recibir al segundo con unos estatuarios que quitaban el aliento. Impresionante valor y sentido de la estética para un torero tan joven que, además, ya es triunfador en una plaza como esta. Y como aquí, por culpa de algunos que se pueden contar con los dedos de una mano, el triunfo siempre pilla muy a trasmano, ni el valor, ni la entrega, ni las volteretas sufridas, ni el temple ni la viveza han hecho posible a Ginés hoy encontrarlo. Le han protestado algunos, y perdón por no tener mano izquierda, pero empiezo a pensar que o tienen la mano muy larga y algún interés escondido, o habrá que llegar a las manos y meterles en vereda para que por lo menos no protesten a los toreros buenos y a las futuras promesas. En sus manos queda que no destrocen la fiesta.

Pero la buena noticia es que en las manos del Juli quedan todavía faenas para elevar esta fiesta a la categoría de arte, para que los más jóvenes no pierdan la esencia de la tauromaquia y disfruten de un torero que está en estado de gracia. En manos de toreros como el Juli sí que está la tauromaquia... pues nos queda mucha Fiesta.