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¿Hay que invertir dinero público para que los niños se dediquen a la ciencia?
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Patricia Fernández de Lis

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¿Hay que invertir dinero público para que los niños se dediquen a la ciencia?

Estados Unidos gastó el año pasado casi 3.000 millones de dólares para convencer a los jóvenes de que elijan carreras científicas. ¿Es una buena idea?

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Estados Unidos gastó el año pasado casi 3.000 millones de dólares en 209 programas de 13 agencias federales para convencer a los jóvenes de que estudien carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés). Son, aproximadamente, unos 600 dólares por niño.

El dato se ha conocido tras una investigación en el Congreso que ha criticado la falta de coordinación de los programas, pero la Administración del presidente Obama ya ha afirmado que, aunque tratará de mejorar la gestión de esas iniciativas, no solo no va a recortar la inversión, sino que en 2014 tiene pensado reforzarla.

El datoy la reacción del gobierno, ha escandalizado a algunos congresistas republicanosque han criticado la descoordinación de las estrategias y la enormidad del presupuesto, que parece efectivamente gigantesco si se compara con los 5.900 millones de euros que España gasta en toda la I+D.

Algunas voces en contra de estas políticas

Sin embargo, la política de gasto para divulgar las ventajas de las carreras científicas no solo recibe críticas partidistas. Según algunos analistas de la política científica, empujar a los niños a estudiar carreras de ciencia puede ser malo para la propia ciencia.

El argumento es muy simple: los que realmente están presionando para que aumenten las vocaciones científicas son las empresas privadas, a través de sus lobbies en Washington. Si se incrementa la demanda de forma no natural, y hay muchos jóvenes que deciden dedicarse a la I+D o a la ingeniería, habrá más oferta y, por tanto, la competencia se reducirá, y sus salarios bajarán.

Si las empresas privadas quieren un aumento de las vocaciones científicas, que paguen por él, y empleemos el dinero público en otras partidas más urgentes,concluye la argumentación de un analista publicada en la revista Nature.

Es una teoría que puede tener lógica para un país comoEEUU, donde la ciencia se enseña de forma práctica, natural y no traumática en la mayor parte de los colegios, institutos y universidades, y donde más de la mitad de la población yatrabaja en actividades relacionadas con las STEM. En Reino Unido y Francia, esa cifra se acerca al 50%. En Alemania está en el 45%. En España no alcanza el 40%.

En España faltan vocaciones científicas

En nuestro país, que tiene la mayor tasa de fracaso escolar de la UE, el 50% de los alumnos que llegan a la universidad se matriculan en carreras de ciencias sociales y jurídicas, frente a un 9% en ciencias de la salud o un 7% en carreras técnicas, según datos de Cotec.

Faltan vocaciones científicas. Muchas, por más que la secretaria de Estado de I+D, Carmen Vela, diga que el sistema no puede absorberlas.

Por eso son necesarias más iniciativas como las ayudas a la promoción de la cultura y las vocaciones científicas que tiene en marcha la Fecyt y es necesario, sobre todo, la implicación del sector privado en la promoción de esas vocaciones.

Quizá así podamos algún día quejarnos de que gastamos demasiado dinero en empeñarnos en que los niños se conviertan en científicos.

Estados Unidos gastó el año pasado casi 3.000 millones de dólares en 209 programas de 13 agencias federales para convencer a los jóvenes de que estudien carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés). Son, aproximadamente, unos 600 dólares por niño.

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