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Apple, Paquito y el "ifón" con "cincojé"
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Jesús Díaz

Hasta los diodos

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Apple, Paquito y el "ifón" con "cincojé"

Es hora de pasar de iPhones, 'smartphones' y demás. Mejor invierte tu pasta en ponerte de gambas a la plancha hasta las cachas

Foto: El CEO de Apple, Tim Cook. (Reuters)
El CEO de Apple, Tim Cook. (Reuters)

Todos los años igual. El CEO de Apple se sube al escenario como un Mick Jagger de garrafón vestido de Bernarda Alba y nos anuncia la decimosegunda venida de Jesucristo Superstar: “¡Aquí está el nuevo iPhone, chavalada! Mirad, es el recopetín. De hecho, no es dos ni tres, sino 10 veces más recopetín que el anterior. ‘Recopeting diez-por’ dice en la caja”. Y a partir de ahí, Tim Cook y sus mariachis se lanzan a cantarnos sus alabanzas en un festival de la hipérbole que avergonzaría hasta al peluquín de Donald Trump.

Mientras enseñan su nueva maqueta del monolito de Stanley Kubrick, nos cuentan que va cañón. Velocidad a tutiplén. Más rápido que un portátil, dicen. Para que Maribel, la frutera de mi barrio, juegue a toda castaña al 'Candy Crush' mientras me despacha cuarto y mitad de patatas para freír y un pepino holandés.

Foto: El tamaño se ha convertido en una de las grandes novedades del iPhone 12. (Reuters)

Además, se conecta a internet más rápido que nadie porque su 5G usa más bandas que un vídeo de aerobic ochentero. Las 'fake news' del Fakebook te cargarán 300 veces más rápido. 'Másmenos'. Mi amigo Paquito el del bar, que todavía tiene un Ericsson con batería de petaca agarrada con una pegatina del Madrid, me pregunta leyendo el 'Marca' que qué es eso del “cincojé del ifón 12”. Yo le explico que es como el 4G, pero uno más. “No te preocupes, Paco, que tu Ericsson seguirá siendo vikingo pase lo que pase”, le digo mientras se encoge de hombros y me pone una porra extra en el desayuno. Eso sí que es 5G. Que Jobs te lo pague, Paco.

placeholder Una mujer sostiene un iPhone 12 y un iPhone 12 Pro en una tienda de Apple en Pekín. (Reuters)
Una mujer sostiene un iPhone 12 y un iPhone 12 Pro en una tienda de Apple en Pekín. (Reuters)

También tiene una pantalla hecha con cristal cerámico de Talavera. Aguanta las leches cuatro veces más que el anterior, presumen. Pero qué más da. Al final, esta maravilla del diseño industrial, que Apple dice que está fabricada con precisión micrométrica usando escrotos de unicornio por los elfos chinéis de Rivendel, va a acabar enfundada en plástico como el sofá de mi tía Encarna. Esta copia del iPhone 4 que empezó perdido en un bar y acabó en la colección permanente del MoMA, vivirá sus días oculta en policarbonato. Es decir, exactamente con la misma apariencia que el resto de móviles. Eso sí, ahora las fundas son magnéticas, como un 'souvenir' del acueducto de Segovia para el frigorífico. Ya verás qué risa cuando se te quede pegado en los torniquetes del metro de Goya, Charo.

Entre tanto espejismo tecnológico, se les termina viendo el cartón: Apple nos lleva vendiendo la misma tostadora desde hace una década

Luego está lo de las cámaras. Cámaras que ahora usan Dolby Vision, inteligencia artificial y más láseres que la nave de Darth Vader para que mi vecino del tercero pueda grabar a su hijo tocado el piano en cuatro-ká y a 120 fotogramas por segundo. Luego tendrá los diodos de subirlo a Instagram para que su prima segunda le ponga un 'smiley' con corazones en vez de ojos, aunque no haya visto el vídeo ni le importe un pimiento choricero cómo el coñazo de Carlitos toca el 'minuet' número tres del álbum de Anna Magdalena Bach.

Y así sigue el guiñol de Tim Cook, dándole periquito al torno hasta que termina en un éxtasis que ni las yemas de Santa Teresa.

Pero entre tanto espejismo tecnológico, al final se les termina viendo el cartón: Apple nos lleva vendiendo exactamente la misma tostadora desde hace una década, cada vez con más chorradas añadidas para hacer exactamente lo mismo de siempre: 'guasapear' mensajitos de voz, hacer fotos de comida, 'postear' citas de Paulo Coelho, reenviar 'memes' y ver el PornHub. Es decir, los mismos paquetes de información enviados a velocidades lumínicas de hace 10 años, que diría Antonio Escohotado.

placeholder Tim Cook, CEO de Apple. (Reuters)
Tim Cook, CEO de Apple. (Reuters)

Lo malo es que pasa exactamente lo mismo con Samsung, Huawei y el resto de marcas —todas ellas un 'copipeist' de Apple pero en hortera, todas en el mismo tren a ninguna parte al grito de más madera—. Pero lo peor es que la gente sigue subiendo al tren, comprando 'remakes' de un electrodoméstico de bolsillo que al final se sigue rompiendo igual que las versiones anteriores y que no aguanta un día sin recargar.

Pero eso da igual. Forrados o 'ninis' se fundirán la tarjeta para comprarse el último modelo para fardar, aunque fundamentalmente sea el mismo cacharro que se compraron hace dos años. Alguien tiene que alimentar la bestia, aunque quizá la vida nos iría mucho mejor si alimentáramos otras y fundiéramos la tarjeta en cañas y raciones de gambas a la plancha. Quizás así Paco podría jubilarse cómodamente junto con su Ericsson y Tim Cook se lo curraría un poco más.

Todos los años igual. El CEO de Apple se sube al escenario como un Mick Jagger de garrafón vestido de Bernarda Alba y nos anuncia la decimosegunda venida de Jesucristo Superstar: “¡Aquí está el nuevo iPhone, chavalada! Mirad, es el recopetín. De hecho, no es dos ni tres, sino 10 veces más recopetín que el anterior. ‘Recopeting diez-por’ dice en la caja”. Y a partir de ahí, Tim Cook y sus mariachis se lanzan a cantarnos sus alabanzas en un festival de la hipérbole que avergonzaría hasta al peluquín de Donald Trump.

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