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Millonarios y vídeos porno: el caso Gawker destapa el lado oscuro de Silicon Valley
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Manuel Ángel Méndez

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Millonarios y vídeos porno: el caso Gawker destapa el lado oscuro de Silicon Valley

Peter Thiel, cofundador de PayPal, ha ayudado a Hulk Hogan con 10 millones de dólares para destruir al medio Gawker Media. Es la cara más vergonzosa de Silicon Valley

Foto: Nick Denton, fundador de Gawker Media, el ex luchador Hulk Hogan, y el millonario Peter Thiel, fundador de PayPal. (Montaje: Carmen Castellón)
Nick Denton, fundador de Gawker Media, el ex luchador Hulk Hogan, y el millonario Peter Thiel, fundador de PayPal. (Montaje: Carmen Castellón)

Si no lo han seguido, al otro lado del charco se está cociendo uno de los culebrones más interesantes de los últimos años. Lo tiene todo: Hulk Hogan (¡Hogan!), vídeos sexuales, demandas millonarias, gurús tecnológicos, venganzas y, de fondo, un encendido debate sobre la libertad de prensa. Alguien hará algún día una película. Seguro. Sobre todo por el último invitado en unirse a la saga: el megamillonario Peter Thiel, cofundador de PayPal junto a Elon Musk y uno los primeros inversores en Facebook. Thiel acaba de demostrar lo peligrosos que pueden llegar a ser algunos niños ricos de Silicon Valley.

Actualización: 10/06/2016. Peter Thiel, desgraciadamente, ha ganado. Gawker Media se ha declarado en bancarrota.

¿Qué ha ocurrido? Imposible entenderlo sin ponerse en antecedentes. Todo empezó con este artículo publicado en 2012 por la web estadounidense de noticias y cotilleo Gawker. Cito: "Ver a Hulk Hogan tener sexo en una cama con dosel no es apropriado mientras trabajas, pero míralo de todas formas" (traducción libre del original 'Even for a Minute, Watching Hulk Hogan Have Sex in a Canopy Bed is Not Safe For Work but Watch it Anyway').

"Es uno de los mayores actos de filantropía que he hecho", ha reconocido esta semana Thiel a 'The New York Times'. Filantropía. Ahí queda eso

El titular deja escaso lugar a la duda. El texto (y el vídeo, 9 segundos extraídos de la versión completa) mostraban justo eso: al antiguo héroe del 'Pressing Catch' Hulk Hogan manteniendo relaciones sexuales con una mujer. El material, claro, corrió como la pólvora. Y ese es uno de los motivos que ha esgrimido Gawker para justificar su publicación: Hogan era (y es) una figura pública que, tras su retirada del 'ring', ha vivido de vender y exhibir su vida ante los medios. Conclusión: la historia era de interés público. ¿Discutible? Desde luego. Pero en todas las direcciones. Tanto que Hogan decidió llevar a juicio a Gawker con una demanda multimillonaria. Y ganó.

El pasado marzo un tribunal de Florida le dio la razón por considerar que el artículo y el vídeo vulneraban su privacidad. La sentencia cayó como una bomba: Gawker debía pagar 140 millones de dólares al exluchador, una cifra que puede llevar a la compañía a la bancarrota, a la completa desaparición.

Nick Denton, fundador de Gawker Media (editora de Gawker, Gizmodo, Kotaku o Lifehacker), recurrirá amparándose en la conocida como Primera Enmienda de la Constitución de EEUU, que prohíbe establecer leyes que reduzcan la libertad de expresión y de prensa. Pero está por ver qué ocurrirá, sobre todo porque el caso acaba de dar un giro inesperado. Peter Thiel, uno de los grandes millonarios de Silicon Valley, ha admitido haber ayudado en secreto a Hulk Hogan, pagando 10 millones de dólares de su bolsillo para costear el juicio y hundir a Gawker. "Es uno de los mayores actos de filantropía que he hecho", ha reconocido esta semana a 'The New York Times'. Filantropía. Ahí queda eso.

¿Cómo es posible que un gurú tecnológico como Thiel, considerado casi un dios en Silicon Valley, miembro del consejo de administración de Facebook y con una fortuna estimada de 3.000 millones de dólares, se dedique a intentar arruinar a un medio de comunicación (independientemente de los errores que este medio haya cometido - más sobre esto en breve)? ¿Desde cuando la definición de "filantropía" equivale a empujar a compañías a la bancarrota? ¿Quiere Facebook tener en su consejo a un tipo como Thiel que invierte millones en saldar dudosas 'vendettas' personales, un tipo que apoya sin fisuras a Donald Trump?

"Peter Thiel, el inversor más inteligente del mundo, es gay. Más poder para él", cerraba el post. Thiel lo vio como un ataque directo y personal

La respuesta a parte de estas preguntas está en este otro artículo publicado por Gawker mucho antes, en 2007: "Gente, Peter Thiel es un completo gay" ('Peter Thiel is completely gay, people'). Que no te engañe el titular. En él se explicaba, con el tono agresivo y directo marca de la casa Gawker, que Thiel es gay. Todo el mundo de su entorno amplio lo sabía. Era un secreto a voces. Y eso era bueno, rompía clichés y barreras en un apolillado Silicon Valley. "Peter Thiel, el inversor más inteligente del mundo, es gay. Más poder para él", cerraba el post. En lugar de una pieza vindicativa, Thiel lo interpretó como un ataque directo y personal.

"Vi a Gawker como el primero en poner en práctica una forma única y dañina de llamar la atención haciendo 'bullying' a la gente incluso cuando no había ninguna conexión con el interés público", ha explicado Thiel esta semana. Considera que la web aireó detalles sobre su sexualidad sin su consentimiento. Y asegura que lo hizo con él y con muchos de sus amigos del mundillo inversor de San Francisco. Según Owen Thomas, autor del artículo publicado en Gawker, el objetivo era justo el contrario: celebrar que un persona pública admitiera ser gay, criticando de paso la mentalidad retrógrada de las firmas de inversión allá por 2007.

Thiel ha tragado diez años de rencor para clamar venganza, reconociendo ahora que ha pagado el juicio de Hogan con el único objetivo de destruir a Gawker. Su decisión es una de las más preocupantes que hemos visto en Silicon Valley durante los últimos años. Primero porque acepta de forma implícita que no hubo nada ilegal en los artículos publicados sobre él en 2007. Si lo hubo, ¿por qué no demandó a Gawker en aquella época? Porque hubiera perdido. El Tribunal Supremo de EEUU ya ha dejado claro en múltiples ocasiones que referirse a la sexualidad de una persona pública no era delito. Y él era, le gustase o no, una persona pública. Calificarlo de delito sería reconocer que llamar a alguien gay o lesbiana es un insulto. Por suerte esos tiempos han terminado.

Pero lo más grave de todo es el precedente que sienta con su decisión de financiar el hundimiento de un medio. Si Thiel se sale con la suya y Gawker cierra las puertas, habrá muchos otros megamillonarios dispuestos a invertir 'calderilla' para barrer internet de páginas web incómodas. ¿Qué son 10 millones para Mark Zuckerberg, Elon Musk, Tim Cook y tantas y tantas fortunas del mundo tecnológico? Y, sobre todo, ¿qué pierdes cuando puedes financiar a otro para que lleve a juicio a un medio, quedando tu nombre en el anonimato? Jugada redonda.

Como apunta el WSJ, la confesión de Thiel ha dividido a Silicon Valley. Muchos creen que el estilo de Gawker es despreciable, pero otros tantos señalan además que no es suficiente motivo como para que un millonario enfadado se cargue la libertad de prensa a golpe de talonario. Sobre todo cuando esa misma libertad está protegida por ley.

Gawker ha cometido errores brutales. 'Sacar del armario' a un directivo de Condé Nast que pasó una noche con una estrella del porno gay, fue uno de ellos

Conozco bien Gawker Media. Trabajé al frente de Gizmodo en Español (la versión para España y Latinoamérica de Gizmodo) casi tres años (¡'disclaimer' hecho!). Y conozco bien a Nick Denton, su fundador, un ex del Financial Times obsesionado con contar las historias que nadie se atreve a contar, mordiendo y cabreando al mayor número de personas posible en el camino. Ese estilo único y agresivo, esa mezcla de periodismo del mejor nivel con 'clickbait' descarado, le ha servido para crear una de las redes de blogs más leídas en todo el mundo, con más de 100 millones de visitantes únicos al mes.

Gawker ha cometido errores brutales. La publicación el año pasado de una historia sobre un directivo de Condé Nast que pagó a una estrella del porno gay por pasar una noche con él, fue uno de los más dañinos. Este directivo, casado y con hijos, no era una persona pública. Arruinaron su vida y la de su familia. Fue una vergüenza. Denton admitió el error y decidió borrar el post.

Hubo muchas otras meteduras de pata (creo que publicar el vídeo de Hogan fue una más). El propio Denton lo ha reconocido en una carta de respuesta a Peter Thiel. Pero también han publicado grandes historias. Como destapar la cuenta de email secreta de Hillary Clinton, el papel de Tom Cruise en la Cienciología, las mentiras de la NFL sobre los abusos cometidos por sus jugadores, la exclusiva del iPhone 4 perdido o, hace poco, las informaciones sobre cómo Facebook manipula las noticias que publica, una historia que provocó un investigación interna en la red social y un cambio drástico en sus políticas de uso.

Necesitamos medios valientes, agresivos, que publiquen lo que nadie se atreve a contar por miedo a represalias. Y está claro: hay que medir el tiro con precisión. Saber dónde está la línea roja. Gawker tal vez ha traspasado ya esa línea demasiadas veces y ahora está pagando el precio. O tal vez se merezca una nueva oportunidad. No lo sé. Lo que sí tengo claro es que si al final desaparece, habrá un megamillonario llamado Peter Thiel frotándose las manos en una esquina de Silicon Valley. Habrá ganado el dinero, las grandes fortunas, la obscenidad del que solo necesita un gesto para aniquilar a un medio, a una persona o a un país entero: poner un buen fajo de billetes sobre la mesa. Eso sí que es para echarse a temblar (y no un vídeo porno).

Si no lo han seguido, al otro lado del charco se está cociendo uno de los culebrones más interesantes de los últimos años. Lo tiene todo: Hulk Hogan (¡Hogan!), vídeos sexuales, demandas millonarias, gurús tecnológicos, venganzas y, de fondo, un encendido debate sobre la libertad de prensa. Alguien hará algún día una película. Seguro. Sobre todo por el último invitado en unirse a la saga: el megamillonario Peter Thiel, cofundador de PayPal junto a Elon Musk y uno los primeros inversores en Facebook. Thiel acaba de demostrar lo peligrosos que pueden llegar a ser algunos niños ricos de Silicon Valley.

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