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El dato del que Colau y los "indepes ingratos" no hablan: España paga 58M por el Mobile
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Manuel Ángel Méndez

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El dato del que Colau y los "indepes ingratos" no hablan: España paga 58M por el Mobile

Hay una cifra muy significativa que evidencia el bucle de contradicciones en que se sumió la alcaldesa de Barcelona durante el Mobile. ¿Cuánto nos cuesta la feria a todos los españoles?

Foto: La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. (Reuters)
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. (Reuters)

Llegó el día de la clausura del Mobile World Congress y más de uno respirará aliviado. Especialmente la organizadora, la GSMA, que asistió a un arranque insólito de trifulca política en que las instituciones que le habían prometido lealtad le ofrecieron bronca, plante al Rey y manifestaciones independentistas. Se temía lo peor, pero al final se impuso la cordura y todos hemos empezado a olvidar.

El Mobile World Congress ha sobrevivido a sí mismo, a los 'secuestros' políticos, al tráfico y hasta a la amenaza de nieve. "¿Colau? Lo que de verdad nos acojona ahora es la nieve. Como caigan algo más que cuatro copos, la ciudad se va a colapsar y esto será un caos. Barcelona nunca ha estado preparada para la nieve", me contaba el martes por la mañana una fuente cercana a la organización de la GSMA que prefería no desvelar su nombre.

Foto: La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, durante su discurso en la cena de bienvenida al Mobile World Congress. (EFE)

Los copos no aparecieron y al final el Mobile funcionó (casi) como un reloj. El "bochorno" político del domingo ha pasado desapercibido para los asistentes, que lo contemplan desde fuera como un episodio exótico de política local, pero ha supuesto una bofetada para la organización. Es pronto para evaluar qué impacto va a tener a largo plazo, más allá de 2019, pero es un asunto de fondo, el de la estabilidad institucional, que sin duda estará sobre la mesa. ¿Por qué? Para continuar en Barcelona, el Mobile World Congress depende de dos factores fundamentales: unión y acuerdo entre Ayuntamiento de Barcelona, Generalitat y Gobierno central y, más importante aún, dinero. Y es aquí donde los datos importan. Y explican.

“Hay una cifra de la que apenas se habla y da mucho contexto sobre lo absurdo de la situación que se vivió el domingo. Colau ha jugado con fuego, ha sido una enorme irresponsabilidad”, explica un directivo de una gran tecnológica española que remite a los datos de financiación de la Mobile World Capital (MWC), la fundación de la GSMA que impulsa el Mobile World Congress y que se financia a partes iguales por Ayuntamiento de Barcelona, Generalitat y Gobierno español.

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(Reuters)

Creada en 2012 y presidida por el entonces alcalde, Xavier Trías, la Mobile World Capital ha recibido a día de hoy del Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital un total de 25 millones de euros en subvenciones públicas a fondo perdido. Es decir, dinero del contribuyente que no debe ser devuelto. En 2015, el contrato se renovó y amplió hasta 2023, con una aportación extra del Estado de otros 30 millones más.

A eso hay que sumar subvenciones públicas puntuales, como la recibida por la MWC en 2016 de tres millones de euros. Suma total: 58 millones que paga España para garantizar que se cumpla una de las condiciones sagradas que la GSMA impone para que el congreso se quede en Barcelona: estabilidad política, unidad de todas las instituciones.

Que se quede es bueno para todos, pero no se puede torpedear una feria para luchar contra aquellos que les están ayudando

“Es pura hipocresía. Generan ruido e inestabilidad en un evento a costa de machacar a las instituciones de las que dependen económicamente para que ese mismo evento millonario siga en Barcelona. Sin ese dinero y esa estabilidad que aporta la Administración central, el Mobile se habría ido hace tiempo. Que se quede es bueno para todos, pero no se puede torpedear una feria para luchar contra aquellos que les están ayudando. Son datos que al independentismo no le interesa que se difundan, es de una ingratitud alucinante”, dice incómodo el mismo directivo consultado.

No es solo dinero público, también privado de empresas 'estatales' como Telefónica, que aportó más de 5,1 millones de euros entre 2014 y 2016. Oficialmente, la empresa no quiere saber nada del entuerto político, pero fuentes cercanas a la operadora aseguran que su cúpula está muy molesta con lo ocurrido. Si el Mobile abandona algún día Barcelona, la operadora sería una de las grandes perjudicadas. “Juegan en casa, en España, consiguen un mayor foco mediático que si tienen que ir a Dubái a competir por la atención. Normal que pongan tanto dinero”, explican fuentes cercanas a la dirección de la GSMA.

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(Reuters)

Estas mismas fuentes señalan otro factor más allá de la cuantía de las subvenciones. Transparencia. ¿Qué se está haciendo con ese dinero público? ¿En qué se está gastando exactamente? "Hay una enorme falta de visión, sobre todo durante los dos últimos años. Desde que los comunes llegaron al Ayuntamiento de Barcelona en 2015, se ha producido un giro. Le dan menos importancia al Mobile que antes. Ellos han heredado una situación excepcional, con nuevas ideas de éxito como el 4YFN [evento paralelo de 'startups' en la feria] y, sin embargo, todo lo que hacen es poner obstáculos en el camino", explica un directivo de una tecnológica involucrado en el pasado en las negociaciones con la Mobile World Capital.

En definitiva, este año hemos asistido a una penosa politización de un evento que no entiende de política, pero que la exige: de altos vuelos y en forma de estabilidad y acuerdo entre las diferentes administraciones. Es legítimo establecer todo tipo de condiciones y exigencias cuando la fiesta la pagas tú. Pero cuando dependes del dinero de terceros y, más aún, de subvenciones públicas, se espera un mínimo de coherencia. La cuenta atrás para el Mobile 2019 en Barcelona empieza hoy, y Dubái ya está soñando con un nuevo 'show' de Colau.

Llegó el día de la clausura del Mobile World Congress y más de uno respirará aliviado. Especialmente la organizadora, la GSMA, que asistió a un arranque insólito de trifulca política en que las instituciones que le habían prometido lealtad le ofrecieron bronca, plante al Rey y manifestaciones independentistas. Se temía lo peor, pero al final se impuso la cordura y todos hemos empezado a olvidar.

Ada Colau
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