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Las operadoras se enfrentan a 300.000 millones en pérdidas si no espabilan
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Alfredo Pascual

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Las operadoras se enfrentan a 300.000 millones en pérdidas si no espabilan

WhatsApp tendrá un servicio de VoIP en unos pocos meses. ¿Qué significa esto? Que el negocio de la voz se le derrite entre las manos a las operadoras

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Antes o después tenía que pasar, y lo hizo ayer. Jan Koum, creador de WhatsApp, aprovechó su visita a Barcelona para dejarse querer por la prensa, ahora que le pone nombre, tranquilizar a sus parroquianos en torno a Zuckerberg y, de paso, soltar la bomba más temida: el servicio de voz de su aplicación. Y digo temida por las operadoras, claro está, porque para el usuario significa que podrá hablar con cualquier parte del mundo, todo el tiempo que quiera, de forma gratuita (siempre que esté conectado a una red wifi). 

Esto, que en frío parece una tontería, lo cambia todo. Porque las conversaciones de WhatsApp no se transmitirán a través de las antenas telefónicas, sino de internet, gracias al popular protocolo VoIP. Un tecnicismo a fin de cuentas que, según un reciente informe de la consultora Ovum, le va a costar al sector 386.000 millones de dólares (más de 280.000 millones de euros) en pérdidas hasta 2018. 

No todo el gasto generado en voz se desplazará a los datos, sino que buena parte quedará en el limbo del ADSL doméstico

¿Qué de dónde sale esa cifra? En líneas generales, del cambio de facturación. Fíjese que en telefonía móvil pagamos cuantitativamente (número de minutos, de megas) y en la fija cualitativamente (velocidad de la conexión). Y esta es la clave: no todo el gasto generado en voz se desplazará a los datos, sino que buena parte quedará en el limbo del ADSL doméstico. Este desfase, un agujero a la sazón, es el que está obligando a las operadoras a convertirse en telecos a marchas forzadas. Porque esta primavera, cuando WhatsApp ponga voz a sus 450 millones de usuarios, los telefónicos van a parecer antiguos. 

Por supuesto que WhatsApp no es el primer servicio VoIP; Viber, Line o Skype lo tienen desde hace tiempo. Su llegada coincide con la proliferación de los planes de datos para el móvil, allá por 2007, y han tenido incidencia en los balances. Centrémonos en el caso español, que es especialmente dramático. El siguiente cuadro muestra la relación de ingresos anuales de las telecos separando la voz (azul) de los datos (rojo).

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No hace falta ser un lince para ver que esas trayectorias se cruzarán antes de 2016 (en 2013 se estiman en 7.800 millones los ingresos por voz y 3.500 por datos). Y ahora súmenle el efecto de una aplicación, instalada en el 85% de los móviles españoles y causante de la debacle del SMS, que suple el servicio de voz por casi nada. La gran duda es, ¿podrán solo los ingresos por datos sostener las estructuras de las grandes operadoras? Seguramente no, y menos si el proceso se acelera. Que la voz siga generando el 70% de los ingresos del sector (informe del 3Q 2013 de la CMT) en comunicaciones móviles evidencia que aún quedan más operadoras que telecos por aquí.

La gran duda es, ¿podrán solo los ingresos por datos sostener las estructuras de las grandes operadoras?

De modo que hay que espabilar, cerrar la transición y olvidar los complejos adquiridos.  Y es que actualmente el 36% de los usuarios móviles a nivel comunitario sufren bloqueos o ralentizaciones de los servicios VoIP por causa de unos actores capaces de frenar la rueda de la innovación con tal de proteger sus ingresos. Un viejo problema con el que, por cierto, Europa ya se ha puesto seria. A este respecto el informe de Ovum se muestra rotundo: "Bloquear los servicios, establecer alianzas defensivas o lanzar aplicaciones rivales como Joyn no va a solucionar el problema de los servicios VoIP over the top. En su lugar, animamos a las telecos a acabar con los precios arbitrarios que hacen de los servicios VoIP una opción atractiva".

Como está sucediendo con el papel y la televisión, la telefonía se extingue. Formatos que desaparecen para que todo siga igual. Seguiremos leyendo los papeles, pero en la tablet; seguiremos viendo series, pero en el portátil; seguiremos, eso espero, queriendo hablar con los que están lejos, pero lo haremos con el smartphone, que de aquella dejará de llamarse "teléfono móvil".

Antes o después tenía que pasar, y lo hizo ayer. Jan Koum, creador de WhatsApp, aprovechó su visita a Barcelona para dejarse querer por la prensa, ahora que le pone nombre, tranquilizar a sus parroquianos en torno a Zuckerberg y, de paso, soltar la bomba más temida: el servicio de voz de su aplicación. Y digo temida por las operadoras, claro está, porque para el usuario significa que podrá hablar con cualquier parte del mundo, todo el tiempo que quiera, de forma gratuita (siempre que esté conectado a una red wifi). 

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