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El joven mexicano que reinventó los drones 'hackeando' una Nintendo
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Javier Arroyo

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El joven mexicano que reinventó los drones 'hackeando' una Nintendo

La historia de este emprendendor mexicano tenía todos los ingredientes para salir mal, pero ha logrado crear una empresa de drones, ganando premios y siendo portada de revistas

Foto: Jordi Muñoz en el laboratorio de 3DRobotics (Foto: Jordi Muñoz, vía Facebook)
Jordi Muñoz en el laboratorio de 3DRobotics (Foto: Jordi Muñoz, vía Facebook)

La historia de Jordi Muñoz podría, con la mezcla adecuada de ingredientes en orden melodramático, haber ido mal. Un adolescente que pierde pie. Que lleva fatal la separación de sus padres. Que deja embarazada a su novia muy joven. Se podría haber buscado las excusas a las que otros se agarran para justificar el derrotismo.

Él es el fundador de 3D Robotics, una fábrica de drones que lo está petando, como dirían los adolescentes como él hace sólo unos años. Pero todo empieza con un niño que quiere ser piloto. Un hijo único de clase media al que los padres le compran Lego y un ordenador, según cuenta él mismo en las charlas: “Ahí mi vida se fue por un hoyo. Me obsesioné”.

A los 18 años se marchó de su pequeña ciudad a México DF porque, ya que no tenían dinero para que pudiera hacerse piloto, él pensó que lo mejor sería estudiar ingeniería aeronáutica en el Instituto Politécnico. No pudo entrar porque le rechazaron dos veces. Se volvió a casa deprimido y se matriculó en una universidad privada. Dejó embarazada a su novia, que le dijo que quería tener el niño e irse a EEUU. Él se va con ella. "Ahí empieza todo, cuando llego en 2007 a Riverside, California", cuenta él.

No podía hacer mucho. No tenía papeles así que no podía trabajar de manera legal, tampoco estudiar. Un ni-ni, de alguna forma. “Básicamente un inútil”, dice él mismo. Fue la época en la que salió el iPhone y también la Wii. Ambos tenían acelerómetros, que eran unos chips muy caros que las grandes multinacionales consiguen abaratar.

Descubrió Arduino y cómo hackear el Nintendo Wii. Su madre le regaló un helicóptero de control remoto. Con las dos cosas hizo su primer dron. Un fracaso. Pero fue haciendo versiones y contando todo en internet.

Abrió una tienda online con sus pilotos automáticos de tostadora 'hackeada' y los vendió como churros o tostadas en un bar de Barbate en verano

Dos años más tarde se registró en una web de gente que se estaba haciendo sus drones y se mete en esa comunidad hasta que un tal Chris Anderson le escribe y le dice que lo que hace mola mucho. Que qué necesita para seguir y Jordi Muñoz contesta que dinero. Le llegó enseguida un cheque de 500 dólares.

Construyó un piloto automático y ganó un concurso en Boulder, Colorado, de robótica. “Un mexicano, sin carrera, rechazado por el poli” –El Instituto Politécnico–, suele explicar él, ganó en un sitio donde había gente del MIT. El siguiente paso era hacer más y para eso hackeó una tostadora comprada en Walmart, para ver si le servía igual que un horno sofisticado que costaba 30.000 dólares el más barato.

Eso lo hacía con un bebé en casa, al que se refiere con humor como “el del braguetazo del dron” porque fue el culpable de todo lo que estaba haciendo en EEUU. Abrió una tienda online con sus pilotos automáticos de tostadora hackeada y los vendió como churros o tostadas en un bar de Barbate en verano.

3D Robotics tiene casi 200 empleados y factura 16 millones de euros. Su producto estrella es el Solo, un dron

Con el dinero que iba entrando pudo ir a una casa un poco más grande y que el taller ocupara el garaje. Ya tenía a más gente ayudando, “todos cuates mexicanos”. Siguieron yendo bien las cosas y lo siguiente fue una nave y la primera máquina de ensamblaje superficial: “Pasé de 40 tarjetitas al día a 400”.

Todo se vendía rápido. Empieza a aparecer en revistas como 'Technology Review'. En dos meses, a un sitio diez veces más grande. Luego a Tijuana. En 2012, 70 empleados y cinco millones de dólares. Jordi Muñoz seguía en contacto con Chris Anderson que, un buen día, se presentó en la empresa para ver qué tal le iban las cosas a su socio. Se quedó tan impresionado que dejó 'Wired', porque resulta que no era un tipo normal, y se puso al frente de 3D Robotics, a levantar rondas de financiación y a que la empresa creciera todavía más. Ahora, tiene casi 200 empleados y factura 16 millones de euros. Su producto estrella es el Solo, un dron.

Jordi Muñoz se podría haber dejado llevar por el piloto automático de los que dejan caer los brazos y se resignan a una cierta mala suerte. Y no fue un golpe de suerte lo que le sacó de aquel primer dormitorio en EEUU donde se pasaba horas con el ordenador. Lo dice él mismo: "Nada más hay que tener paciencia. 99% es paciencia y 1% es inteligencia. La vida sería muy aburrida si no tuviéramos problemas y obstáculos”.

Le rechazaron en una universidad prestigiosa mexicana. Nosotros, en Smartick, nos seguimos preguntando por qué pasan algunas cosas en educación. Queremos cambiar el rumbo de muchos niños a los que le han puesto un piloto casi automático que les aleja de los números.

La historia de Jordi Muñoz podría, con la mezcla adecuada de ingredientes en orden melodramático, haber ido mal. Un adolescente que pierde pie. Que lleva fatal la separación de sus padres. Que deja embarazada a su novia muy joven. Se podría haber buscado las excusas a las que otros se agarran para justificar el derrotismo.