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Apple podría lanzar el mismo iPhone mañana... y seguiríamos comprándolo
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José Mendiola

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Apple podría lanzar el mismo iPhone mañana... y seguiríamos comprándolo

La expectación que despiertan las 'keynotes' de Apple muchas veces justifican la compra del producto, independientemente de su calidad o innovación

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10 de septiembre. Quedan pocas horas para que Apple vuelva a mantener en vilo al mundo con sus nuevos productos, y aunque uno tenga la sensación de haber vivido esto varias veces, en esta ocasión la expectación está al máximo. Como suele ser habitual en todo lo relativo a la marca, han sido centenares los rumores que desde inicios de año han rodeado al logotipo de la manzana, y por resumir los más importantes, el mercado espera ya en tiempo de descuento un nuevo iPhone, un smartwatch y reviven los rumores en torno al sempiterno televisor. Jugar a adivino con esta marca es arriesgado, aunque por otro lado, también se le acusa de previsible.

El secretismo en torno a sus nuevos productos empieza en la misma sede, donde células aisladas trabajan en proyectos secretos sin que una sepa lo que hace la otra, pero si Apple domina magistralmente algo es en su gran capacidad de presentar y vender todo aquello que el exhibido con orgullo en sus célebres keynotes. En este sentido, los de Cupertino hacen oídos sordos a las críticas que llegan de medios y rivales en las que se acusa al iPhone de ser un equipo ya obsoleto. Salvo grandes sorpresas de última hora, el martes Tim Cook presentará al mundo un nuevo terminal que al menos en el aspecto exterior, será prácticamente idéntico a los modelos anteriores, si nos atenemos a las filtraciones que han asomado por la red hasta la fecha.

¿Es posible que con un mercado cada vez más competitivo y unos rivales que están rizando el rizo en lo que toca a innovación sean capaces de volver con la misma música? En cualquier otro fabricante, esta política sería suicida, pero en Apple no. Si bien es cierto que un creciente número de usuarios se está hartando de esta repetitiva iteración de modelos con apenas ligeros retoques en el diseño, la realidad es que la máxima de “para qué cambiar algo que funciona” le está saliendo rodada al fabricante de Cupertino.

Y para entender este éxito hay que remontarse al lanzamiento oficial del primer iPhone, donde un entusiasmado Steve Jobs presentó un hardware, sobre el cual se desarrollaría un ecosistema, el auténtico protagonista de todo esto. En aquel entonces aquella película nos sonaba a chino, pero con el paso de los años este genial visionario ha demostrado que era cierto: el iPhone es un mero soporte que evoluciona poco a poco, pero los grandes cambios y el protagonismo hay que dárselo a la plataforma.

Continuidad

De esta manera se entiende que Apple haya puesto tanto énfasis en la presentación de iOS 7, una nueva versión del sistema operativo que incorpora importantes novedades para el usuario de la plataforma, pero que no son tantas como para espantarle y añorar las versiones anteriores. Frente a marcas como Samsung o HTC, que hacen borrón y cuenta nueva con cada sofisticado modelo que presentan, Apple sigue manteniendo un diseño que es entrañablemente familiar al usuario. Sólo así se entiende que haya renunciado por el momento a la fiebre de los phablets o smartphones sobredimensionados, y que siga defendiendo la importancia de poder manejar el móvil con una sola mano.

El comprador del iPhone sabe que los saltos de producto son, en primer lugar, anuales, y en segundo lugar, incrementales, nunca transgresores

Bien vista, esta política además de práctica (se asumen pocos riesgos), es inteligente: se mantiene una línea de producto con el usuario, o si se prefiere ver de esta manera, una fidelidad con el mismo. El comprador del iPhone sabe que los saltos de producto son, en primer lugar, anuales, y en segundo lugar, incrementales, nunca transgresores. Esta visión del mercado choca de lleno con la de marcas como Samsung, que dejan obsoletos los modelos en cuestión de meses con nuevas versiones ante el lógico enfado del que se acaba de dejar un pico por tener el último grito. 

Los de Tim Cook libran su propia batalla mirando cara a cara a los compradores de sus productos a los que miman, y sin despistarse por los misiles lanzados por sus rivales, con sofisticados terminales como el Galaxy S4, que pecan en ocasiones de eso, de ser excesivamente complejos. A esta política conservadora hay que sumar el más alto índice de satisfacción del mercado para entender cómo a los californianos no les interesa en exceso experimentar con nuevos avances que puedan poner en riesgo un apasionado idilio. Aunque esta política, como es lógico, es fuente de críticas por parte de los rivales, y cómo no, de divertidas parodias, como la que ha llevado a cabo Matthias, un célebre youtuber que ha grabado un divertido spot calcando la estética de Apple y presentando el nuevo iPhone en el que “no hemos cambiado nada, salvo el nombre: ahora se llama iPhone S, y la ese viene de ‘same’ (igual)”. La secuencia también ironiza sobre el fiasco de los mapas de Apple: “nuestros clientes se divierten perdiéndose con nuestros mapas, para qué cambiar eso”.

Y la guinda para el final: “el nuevo iPhone es tan parecido al anterior que de hecho es el mismo, sólo que lo podrás actualizar mediante una actualización de software”.

10 de septiembre. Quedan pocas horas para que Apple vuelva a mantener en vilo al mundo con sus nuevos productos, y aunque uno tenga la sensación de haber vivido esto varias veces, en esta ocasión la expectación está al máximo. Como suele ser habitual en todo lo relativo a la marca, han sido centenares los rumores que desde inicios de año han rodeado al logotipo de la manzana, y por resumir los más importantes, el mercado espera ya en tiempo de descuento un nuevo iPhone, un smartwatch y reviven los rumores en torno al sempiterno televisor. Jugar a adivino con esta marca es arriesgado, aunque por otro lado, también se le acusa de previsible.

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