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"No hay wifi": los bares se plantan ante los 'gorrones' de internet
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José Mendiola

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"No hay wifi": los bares se plantan ante los 'gorrones' de internet

Los clientes que ocupan toda una mañana la mesa solo porque tienen wifi a veces no salen rentables. ¿Hasta qué punto pierde negocio una cafetería?

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8 de la mañana. Esta nueva cafetería tiene un aspecto sensacional: amplia, sofás por todas las esquinas, ambiente tranquilo y música suave, o como diría un amigo "de consulta del dentista". De un vistazo selecciono el lugar en el que me sentaré y me aproximo a la barra. "Un cortado, por favor".

Con el café ya en la mano y habiendo pagado, pregunto por la contraseña del wifi. Doy por hecho que lo hay, y por eso la respuesta me deja de una pieza. "No tenemos wifi, no queremos que se nos llene estoy de chavales pasando la mañana". Sorpresa mayúscula. ¿Es posible que en pleno 2014 haya negocios que den la espalda a una realidad que se mide ya en las tres letras www?

La estupefacción da paso a la indignación, sobre todo para uno que acostumbra a visitar las cafeterías con el portátil o tablet para trabajar con tranquilidad, pero consumiendo varias veces mientras ocupa el local.

A partir de ese momento me empecé a fijar en el comportamiento de los habituales de los bares con wifi y detecté dos tipos de clientes: los que siempre tenían una consumición sobre la mesa, y los que se pasaban la mañana con un solo café. Claramente, los segundos podían ser considerados como unos abusones que se aprovechaban de las instalaciones del local durante toda una mañana pagando poco más de un euro. Daba igual que el camarero le limpiara la mesa en repetidas ocasiones, un "váyase ya" en el lenguaje no escrito. Aquel personaje no se daba por aludido.

Toda la mañana con un cortado

Pero..., ¿hasta qué punto pierde negocio un café con un cliente, llamémosle así, gorrón? Contemplar la mesa ocupada por una persona que lleva ahí toda la mañana mientras uno tiene que hacer frente a los costes del local y negocio no tiene que ser plato de gusto para ningún empresario, pero ¿y el resto de clientes con ordenadores que repiten consumición mientras están en el bar no salen a cuenta al final del día?

Esta pregunta fue rápidamente resuelta por un café de la localidad de Burlington en el estado de Vermont. Según podemos leer en NPR, su propietario se hartó de observar impotente las plácidas mañanas de estos okupas del wifi y cortó por lo sano: adiós al acceso a internet en el local. Los primeros días tras el apagón fueron de transición, y por qué no decirlo, de confusión.

“¿Y el wifi?”, preguntaban portátil en mano, “lo hemos quitado”. Respuesta tajante. Y en pocos días el propietario vio cambiar el perfil del usuario del café: los del wifi, por descontado, dejaron de ir, pero pronto comenzaron a ocupar las mesas clientes que consumían, y terminada la consumición, abandonaban el local dejando de nuevo la mesa libre. Este rotar de clientes se notó en cajay de qué manera. El propietario del negocio es rotundo: “las ventas aumentaron en poco tiempo”, y de esto hace ya dos años.

La medida radical fue tan bien, que el propietario dio un giro de tuerca adicional al asunto: colgó un cartel en el que se prohibía el uso de ordenadores y tablets durante las comidas. Extrañeza al principio, pero las reglas son las reglas. De nuevo aprecióun nuevo pico en la facturación y lo que resulta más interesante, el ambiente del café cambió radicalmente y se volvió más social. Sin embargo ¿es este ejemplo exportable a todos los bares y cafeterías?

¿Un modelo de negocio exportable?

Ni mucho menos, o eso es al menos lo que opina el especialista en nuevas tecnologías neoyorkino Jason Wisdom, que defiende que algunos negocios giran precisamente en torno a redactores o profesionales liberales que buscan precisamente un ambiente diferente al de sus trabajos para ser más productivos. Y en este caso, si se corta el privilegio del wifise pierde este cliente que, a fin de cuentas, consume con bastante frecuencia.

¿Cuál es el equilibrio en todo este asunto? Será el propio dueño del negocio el que tenga que ir probando qué fórmula es más efectiva para su local al final de la jornada, pero lo cierto es que podemos llegar a la paradójica situación de contemplar que cómo los que persiguen una conexión gratuita abusando de este servicio del negocio, conseguirán que sean cada vez menos los bares y cafés que lo ofrezcan sin ningún tipo de condiciones.

8 de la mañana. Esta nueva cafetería tiene un aspecto sensacional: amplia, sofás por todas las esquinas, ambiente tranquilo y música suave, o como diría un amigo "de consulta del dentista". De un vistazo selecciono el lugar en el que me sentaré y me aproximo a la barra. "Un cortado, por favor".

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