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El cine traspasa la 'cuarta pared': alguien recibirá una llamada ‘acojonante’ en la sala
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Nacho Gay

Carta de Ajuste

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El cine traspasa la 'cuarta pared': alguien recibirá una llamada ‘acojonante’ en la sala

La protagonista deambula por una construcción abandonada. La persigue un psicópata ‘prototipo’, de esos que van armados, revientan puertas y aparecen por sorpresa en los momentos

La protagonista deambula por una construcción abandonada. La persigue un psicópata ‘prototipo’, de esos que van armados, revientan puertas y aparecen por sorpresa en los momentos más inoportunos. Ella coge su teléfono móvil, con la intención de pedir ayuda. ¿A la policía? No.

Antes de la proyección, los espectadores han sido advertidos de que, por una vez, deben dejar sus terminales telefónicos encendidos en el transcurso de la misma. Mediada la película, suena un teléfono en la sala.

-Espectadora: ¿Hola?

-Protagonista del film (agitada): ¡Hola! Tienes que ayudarme. No sé dónde estoy. No cuelgues. ¿Lo harás?

Un software de reconocimiento de voz analiza al instante las respuestas de la espectadora y elige la toma adecuada para continuar la película. La conversación se basa en frases cortas y en preguntas de respuesta predecible o cerrada, de modo que no pueda haber demasiadas sorpresas. La heroína pregunta sobre todo por la dirección que debe tomar: derecha, izquierda, arriba o abajo. El ordenador selecciona la secuencia que se adecua a la respuesta, pero lo hace además a una velocidad inaudita. No hay cortes. La cinta avanza en todo momento a veinticuatro fotogramas por segundo. Sin interrupciones.

Se trata de un proyecto de la productora 13th Street que ha pasado ya por algún festival de renombre y que ha sido probado en diversas salas de Berlín, Alemania. Last call (Última llamada) parece que funciona, que provoca cierta congoja e incertidumbre en el espectador y que multiplica por diez, según sus hacedores, el nivel de atención de los mismos ante la película.

La protagonista deambula por una construcción abandonada. La persigue un psicópata ‘prototipo’, de esos que van armados, revientan puertas y aparecen por sorpresa en los momentos más inoportunos. Ella coge su teléfono móvil, con la intención de pedir ayuda. ¿A la policía? No.