Carta de Ajuste
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El ‘Gaudí’ de Mejorada del Campo da el salto al cine
Probablemente le recordarán, porque la suya no es una historia de las que se olvidan con facilidad. Se llama Justo Gallego. Vive en Mejorada del Campo,
Probablemente le recordarán, porque la suya no es una historia de las que se olvidan con facilidad. Se llama Justo Gallego. Vive en Mejorada del Campo, Madrid. Nació en 1925, en el seno de una familia de labradores. Tiene por tanto la friolera de 85 años. Y ahí sigue, labrando, Labrando en vertical, en las tierras que heredó de su padre. Tierras en las que ha plantado una catedral de 8.000 m².
50 metros de largo, por 60 de alto. Una cúpula. Dos torres… dos manos. Él es el único jornalero, salvo excepciones muy puntuales, de esta obra arquitectónica de dimensiones colosales. 40 años lleva Justo diseñando estructuras y picando piedra. Oficio para el que no ha estudiado en ninguna facultad ni ha sido aprendiz de nadie. El iba para cura, pero la tuberculosis...
Lo de picar piedra es una metáfora, porque los materiales que emplea Justo son en su mayor parte reciclados. Así que la cosa se complica. Justo es, además de un soñador, un arquitecto autodidacta. Y eso le ha llevado, de ahí que quizá le recuerden, a exponer parte de su obra en el MoMa de Nueva York o a protagonizar un popular anuncio de Aquarius.
De profesión, ‘autoconstructor’
Ahora, Justo será también el protagonista de una película. No porque pretenda la fama. De hecho, suele rehusar las conversaciones con los medios. Lo que ocurre es que el director del proyecto, Álvaro Cuadrado Jiménez, se empeñó tanto en rodar un documental sobre su vida, obra y milagros, sobre todo milagros, que finalmente Justo se vio obligado a ceder.
El hombre que desafió al cielo es un trabajo audiovisual “muy personal” y rodado con pocos recursos, pero con mucho oficio. “De lo general a lo particular -explica su director- hemos recorrido la historia del hombre en su afán constructivo, centrándonos en la figura de los ‘autoconstructores’, que es un término ideado por nosotros mismos para hablar de hombres como Justo, el máximo exponente en la materia”.
Pero hay más. Nikolai Sutyagin (Rusia) construyó un edificio de madera de 40 metros y de 13 plantas. Serafin Villarán (España) edificó un castillo con cantos de piedra rodada de río. Simon Rodia (Italia) levantó diferentes torres de hasta 30 metros con tuberías, vías de tren, cables y botellas. Y así hasta ocho ‘autoconstructores’, que son los que se han podido documentar.
Justo homenaje a Justo
“La finalidad del trabajo es mostrar lo que un solo hombre puede conseguir si se lo propone”, asegura Cuadrado. Justo tiene la clave: “Las fuerzas las saco de un ideal que tengo”, afirma. Cuando se le pregunta por qué decidió construir la catedral en tierra de nadie, sin permiso de su ayuntamiento –lo cual le ha traído muchos quebraderos de cabeza- y sin apoyo de ninguna diócesis, el arquitecto en ciernes afirma: “Lo hago por fe, por amor a Cristo”.
La película, que se está terminando de rodar y montar en estos momentos, aún no tiene distribuidora. Pero su director espera que la cosa se resuelva antes del verano. Será el último paso para hacer factible el homenaje a un hombre admirable. Una especie de Gaudí empeñado en construir su propia Sagrada Familia en las tierras de labranza de Mejorada del Campo.
Probablemente le recordarán, porque la suya no es una historia de las que se olvidan con facilidad. Se llama Justo Gallego. Vive en Mejorada del Campo, Madrid. Nació en 1925, en el seno de una familia de labradores. Tiene por tanto la friolera de 85 años. Y ahí sigue, labrando, Labrando en vertical, en las tierras que heredó de su padre. Tierras en las que ha plantado una catedral de 8.000 m².