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Ana Ibáñez, tras los pasos de Norma Duval
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Nacho Gay

Carta de Ajuste

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Ana Ibáñez, tras los pasos de Norma Duval

Atrás quedaron los días en los que una Norma Duval enchaquetada y disfrazada para la ocasión de presidenta de vecinos de La Moraleja, aunque en realidad

Foto: Ana Ibáñez, tras los pasos de Norma Duval
Ana Ibáñez, tras los pasos de Norma Duval

Atrás quedaron los días en los que una Norma Duval enchaquetada y disfrazada para la ocasión de presidenta de vecinos de La Moraleja, aunque en realidad era una vedette catalana, y de las malas, se subía a los escenarios populares con toda su familia de catálogo, dignísima portada del Hola. Pocos años después se divorciaría de su marido y de Aznar de una sentada, demostrando, como bien saben los poetas, que el día menos pensado las musas se acaban yendo con cualquiera.

Ahora la nueva moza del PP, lozana y gallarda cachorra de la televisión pública, se llama Ana Ibáñez y también practica el burlesque en los espacios informativos del Canal 24 horas. La señora Ibáñez presentó el martes pasado un acto de CEOE en el que participaba Mariano Rajoy. Lo hizo sin ruborizarse, porque en tiempos de crisis a algunos periodistas no les importa demasiado marcarse a fuego, cual res de bravío, unas siglas que le permitan pagar la hipoteca.

La que desempeña el oficio de presentadora de La noche en 24 desde septiembre, a la que por cierto Rafael Correa, presidente de Ecuador, dejó en evidencia hace tan sólo un par de meses en una entrevista para los anales de la memez, es una torpe aspirante a Ana Pastor. Le faltan cuanto menos tres hervores para oler su cogote. Echándole hocico al asunto, pidió la noche del lunes libre en TVE para estar como una lechuga aquella mañana de martes ante Rajoy y los patronos de España. Habría que preguntarles a estos últimos, por cierto, ahora que se quejan de que los trabajadores disfrutan de cuatro días por defunción de un familiar, qué opinan de que una asalariada del erario estatal se ausente un día de su trabajo para significarse políticamente de semejante manera.

Solicitó permiso a Julio Somoano que, claro, no se atrevió a agraviar al gran jefe apache. Con el crédito de los informativos moviéndose por los niveles por los que cabalga la testosterona de Boris Izaguirre, lo que le faltaba a la televisión pública es una señora que se vaya de picos pardos los martes con las gaviotas. Pura redundancia icónica. Será que Ibáñez quiere asegurar su futuro porque teme que el Gobierno de la nación haya tomado nota de lo ocurrido en Grecia estos días. Pero, visto lo visto, será difícil que Rajoy se desprenda de un instrumento de manipulación tan efectista (efectivo no tanto) como TVE.

Puede dormir tranquila la joven Ibáñez de momento. Tiene tres largos años por delante para demostrar sus aptitudes presentando verbenas de derechas e informativos… de derechas. Luego, Dios dirá. Aunque la historia de Norma Duval casi siempre se repite. Tras años subiéndose al pedestal de Fraga, se quejaba en las cenas con el resto del club de las terceras esposas de que muchos le habían negado contratos por aquella aventura pepera. Ella al menos se lo podía permitir; al fin y al cabo, era una simple vedette. Que una periodista de la televisión pública haga lo mismo es harina de otro costal. Aunque a estas alturas todo el mundo sabe ya que en esta profesión bailamos bastante mejor que la Duval.

Exclusiva Bretón

Otras dos ciudadanas de La Moraleja, Ana Rosa Quintana y Susanna Griso, no se significan a menudo políticamente, porque prefieren hacerlo (desde un punto de vista editorial, se entiende) con el asesino de la catana, el del cuchillo jamonero o el hombre del saco si hace falta. Tras la lucha del pinganillo, un momento para el recuerdo acontecido la semana pasada, ahora andan enredadas con el ‘caso Bretón’. Son tal para cual. La única diferencia es que Griso podría caminar sin mácula por un vertedero vestidita de Dior y Ana Rosa es más de ponerse el mono. Se pasan la vida con un cartelito sobreimpreso sobre sus cabezas en el que se escribe en mayúsculas la palabra EXCLUSIVA. “Sabemos lo que ha desayunado Bretón esta mañana antes de ir a los juzgados”. Impresionante documento. De momento, dos días de primicias morbosas y dos victorias para Ana Rosa, que ya está tirando petardos en la Cibeles. Funciona tan bien el crimen cuando las señoras están planchando, que estas dos son capaces de suprimir su tertulia de corazón para seguir al quite. Esta semana el conde Lecquio no cobra. Pobre. Siempre le quedarán, como a Ana Ibáñez, los mítines del PP. 

Atrás quedaron los días en los que una Norma Duval enchaquetada y disfrazada para la ocasión de presidenta de vecinos de La Moraleja, aunque en realidad era una vedette catalana, y de las malas, se subía a los escenarios populares con toda su familia de catálogo, dignísima portada del Hola. Pocos años después se divorciaría de su marido y de Aznar de una sentada, demostrando, como bien saben los poetas, que el día menos pensado las musas se acaban yendo con cualquiera.