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Nacho Gay

Carta de Ajuste

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Merche somos todos

Merche es lo que se suele denominar una buena mujer. O eso creíamos. Si los españoles no podemos ya creer en la matriarca de los Alcántara, ¿en quién podemos hacerlo?

Foto: Ilustración de Paco Sordo realizada para Vanitatis
Ilustración de Paco Sordo realizada para Vanitatis

En las bodas siempre hay un borrachín de unos cincuenta tacos dando el cante. No falla. Le reconocerán porque lleva un lado de la camisa metido en los pantalones y el otro por fuera.Todos se ríen menosla familia directa, que no sabe dónde meterse. Llega un momento en que la esposase cabrea, lecoge del brazo y le sienta mientras le canta las cuarenta. Unosiempre piensalo mismo cuando veesa escena:"Pues tampoco era para tanto".Pero te equivocas. Te equivocas porque él no es de tu familia.

Nunca se hadesveladoporquéFrancis Ford Coppoladecidió comenzar 'El padrino' con una boda.La respuesta está en el párrafo anterior. Él sabía que algún tipejo de50 se iba aemborracharen ella e iba aavergonzar a su familia. Y la familia, coño, es siemprelo primero.

Familia de verdad son los Alcántara.Si por algo nos ha gustado siempre estagentees porlaincombustibledecenciacon la que han afrontado la historia reciente de España, lo cual no es moco de pavo. Ysiempreunidos, además. En lo bueno y en lo malo, enla salud y en la enfermedad, en la pobreza... y en el presuntodesfalco. Una familia, al fin y al cabo.

Arrancaba el capítulo de la noche de estejueves entodo lo alto, con el narrador omnisciente diciendo algo así:"Todos los delincuentes, antes o después, acaban pagando por sus delitos".Ración de moral a la planchaque así expuestaparecepretenciosa, alguno diría que hasta premonitoria,pero viniendo como viene de los Alcántara, gente sin mácula, es palabra de profeta.

Antonio es un buen hombre, pero de él me lo podía esperar, porque una vez le puso los cuernos a Merche y ya no me parecía muy de fiar, la verdad. Pero ¿de ella? ¿Tú también, Bruto?

Como el capítulo iba de juicios y estafas piramidales, la gente aprovechó en Twitter la coyuntura para colgar unos temas de los que yo no tenía conocimiento alguno hasta ese preciso momento. Que si embargan las cuentas a la productora de la serie, que siPanamá, que sitestaferroscostarricenses amigos deGranados... Algo muy gordo, vamos.

Yo que considero a los Alcántara de mi familia, empecé a sentir ciertavergüenza, como pasa en las bodas cuando alguien se emborracha.Antonio es un buen hombre, pero de élme lo podía esperar, porque una vez le puso los cuernos a Merche y ya no me parecía muy de fiar, la verdad. Pero¿de ella?¿Tú también, Bruto?

Ya no vi el capítulo tranquilo, claro. Por ejemplo, en la escena en la queel matrimonioabandonaba el despacho de un abogado, yo les veía mover los labios pero les escuchaba decir frases que en realidad no estaban en el guion.

-Antonio:Fuguémonosal Caribe, Merche.

-Merche: Ay, Antonio, qué tonterías tienes.

Yo estaba un pocodesubicado ya a esas horas. Se me había venido el mundo encima. De pequeño había intentado creer en Dios, pero al no verle nunca se me hacía cuesta arriba, así que llevo quince temporadas creyendo en Merche. Si los españoles no podemos ya creer en la matriarca de los Alcántara, ¿en quién podemos hacerlo?

Llevabatiempo convencido de que los problemas de España eran un cuentode los políticos y los periodistas para que sigamos convencidos deque ambos gremios son importantes.Sin embargo, este jueves, mientras el 'prime time' de TVE se iba pareciendo cada vez más a 'El padrino' de Coppola (yo ya veía a Herminia sacando una navajaPallésen cualquier momento), pues me iba cerciorando un poco de que las cosas no nos pueden ir del todo bien.

Piensa,Nacho, piensa.

Al borde ya del infarto de miocardio, encuentro consuelo in extremisprecisamente en el 'cuore' de 'El padrino'. Porque si a mí me duele que los Alcántara estén citados a declarar por la Audiencia Nacional, eso es que me importan, que los siento de mi familia. Yla familia es lo primero.Si Merche se emborrachase en una boda, yo la sentaría en una silla y lecantaría lascuarenta. ¿Voy a juzgarles ahora? ¿Voy a traicionar a mi propia familia?Joder, si losAlcántara somos todos, como Hacienda.

Bueno,Hacienda somos todos menos losAlcántara.

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En las bodas siempre hay un borrachín de unos cincuenta tacos dando el cante. No falla. Le reconocerán porque lleva un lado de la camisa metido en los pantalones y el otro por fuera.Todos se ríen menosla familia directa, que no sabe dónde meterse. Llega un momento en que la esposase cabrea, lecoge del brazo y le sienta mientras le canta las cuarenta. Unosiempre piensalo mismo cuando veesa escena:"Pues tampoco era para tanto".Pero te equivocas. Te equivocas porque él no es de tu familia.

Ana Duato
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