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El pecado de los Pantoja
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César Andrés Baciero

Mucha tele que cortar

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César Andrés

El pecado de los Pantoja

Cuando se miran en el espejo ven a los Kennedy o a la familia Borbón, olvidando que su saga tiene un principio y un fin: María Isabel Pantoja Martín, la reina de la copla

Foto: La tonadillera Isabel Pantoja, en una imagen de archivo (I.C.)
La tonadillera Isabel Pantoja, en una imagen de archivo (I.C.)

“Sentada frente a su tocador, de estilo barroco y engalanado con figuritas de Limoges, Isabel Pantoja se enciende un cigarrillo. Es el sexto desde que se ha despertado hace 20 minutos y se pregunta: ¿Qué he hecho yo para merecer esto?”. Bien podría ser este el comienzo de una biografía novelada –no autorizada, naturalmente– de la artista. Isabel debe de ser un mar de dudas: ¿poso o no para la exclusiva en la celebración de la boda de Kiko? ¿Me curro un '¡Qué tiempo tan feliz!' explicando mi paso por prisión? ¿Por qué he sido yo la elegida por la Justicia para cumplir con una sentencia ejemplar? ¿Por qué viuda tan joven? ¡Qué he hecho yo para merecer esto! Grita a su reflejo en el espejo.

¡Ay, niña Isabel, que tiene los ojos de noche cubana!”, algo habrás hecho. Tranquila, no toda la culpa es tuya, ni de esa ambición que te pintan desmedida. El mayor problema de los Pantoja, y por tanto de la cabeza del partido, es el concepto que ellos tienen de sí mismos. Se creen poco menos que los Borbones o los Kennedy. Herederos de una gran dinastía, de un legado histórico que no existe. Les falta razón; caminan con la cabeza alta, vistiendo chándal, pensando que el mundo les debe algo por su contribución al mundo de la cultura y el espectáculo. Los hermanos, los hijos y hasta los primos de la tonadillera se olvidan de que la saga Pantoja empieza y termina con María Isabel Pantoja Martín, la reina de la copla.

Atrincherados en ese secarral que es Cantora, los Pantoja se consideran los Austrias reinando en el lúgubre palacio-convento-búnker-tumba de El Escorial. Se llevan organizando como la extinta familia real 32 años, los mismos que lleva muerto Franciso Rivera ‘Paquirri’. Tres décadas en las que han disfrutado de sus propios validos para gobernar en televisión. En los buenos tiempos contaron con Raquel Bollo Dorado, que defendía el honor (con uñas y dientes, que eso es lo que les jode) de una familia que creía suya en ‘A tu lado’ (Telecinco). Chelo García Cortés hacía lo propio en ‘Dónde estás corazón’ (Antena 3) y Luis Rollán, como el duque de Lerma o el de Olivares, acudía donde le llamasen. Disfrutaron de consortes de lujo (Julián Muñoz, Diego Gómez, Jessica Bueno…) que cuando dejaron de ser rentables para la empresa del corazón fueron abandonados a su suerte, a su mala suerte, como las esposas de Felipe II. Ahora se pelean por dónde han de colocar, en la línea sucesoria, a la tercera generación y a los amantes de ocasión. En la prensa, ellos mismos se defienden y apuñalan.

Los Austrias iniciaron su estirpe con Carlos I, V de Alemania, Carlos el rey emperador, y cerraron el sepulcro de la familia con otro Carlos, Carlos II, el Hechizado, incapaz de concebir un heredero por la política de enlaces matrimoniales entre miembros de la familia; raro es que a Francisquito Rivera no le hayan casado con la prima Anabel para no perder pureza de raza, o a Chabelita con algún tío, igual que Felipe IV se casó con su sobrina Mariana de Austria. Isabel es los dos Carlos, el emperador y el maldito. Isabel es un poquito la sal y un poquito la arena, la estrella ¡que pesa tanto! Isabel Pantoja, Isabel, Maribel , la Pantoja es la saga.

El principio y el fin, y no debería ignorar que todas las familias a las que imitan, a pesar de evitar el chándal y la coleta que humanizan tanto, estuvieron malditas. Sálvate y sálvalos, Isabel hazte un plató porque hay muchas preguntas en el aire, muchas dudas sobre ti, confiesa, solo con la mirada, esa mirada tuya, que después de ti no hay nada. Nada, no nos importan nada. Sin Isabel no hay hermanos, ni hijos, ni exasalariados traidores que valgan. Que se busquen a otra, porque tú estás herida y aún te sientes paloma y deseas volar. Tu enemigo duerme en tu casa, en tu cama.

Banda sonora del artículo: 'Qué pecado' de la tonadillera más icono pop de la historia.

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“Sentada frente a su tocador, de estilo barroco y engalanado con figuritas de Limoges, Isabel Pantoja se enciende un cigarrillo. Es el sexto desde que se ha despertado hace 20 minutos y se pregunta: ¿Qué he hecho yo para merecer esto?”. Bien podría ser este el comienzo de una biografía novelada –no autorizada, naturalmente– de la artista. Isabel debe de ser un mar de dudas: ¿poso o no para la exclusiva en la celebración de la boda de Kiko? ¿Me curro un '¡Qué tiempo tan feliz!' explicando mi paso por prisión? ¿Por qué he sido yo la elegida por la Justicia para cumplir con una sentencia ejemplar? ¿Por qué viuda tan joven? ¡Qué he hecho yo para merecer esto! Grita a su reflejo en el espejo.

Isabel Pantoja Chabelita Kiko Rivera Irene Rosales