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Todas fingimos orgasmos: el relato que ha desatado las confesiones íntimas femeninas
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Henar Álvarez

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Todas fingimos orgasmos: el relato que ha desatado las confesiones íntimas femeninas

'Cat Person', el cuento de Kristen Roupenian en The New Yorker se ha convertido en el más leído del año. Gracias a él, miles de mujeres comparten sus reflexiones acerca de sus citas

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Hablamos de encuentros consentidos en vez de deseados, no vemos a las chicas correrse en la pornografía y las revistas femeninas están plagadas de titulares del tipo “Posturas sexuales para cuando él quiere y ella no”, “Fijaciones sexuales que él quiere que tú le hagas realidad” o “cosas que los hombres odian en la cama”. Cada vez que se trata el tema de la sexualidad lo que se hace es abordar el deseo masculino. Como en la totalidad de las disciplinas, lo que se refiere a nuestro placer es algo así como un subgénero de las relaciones sexuales, algo secundario, una boutade.

Con este panorama no creo que a nadie le extrañe si digo que no conozco a una sola mujer que no haya fingido un orgasmo en su vida. En las películas retratan con frecuencia chicos que se masturban al llegar a casa después de una cita que no acabó en la cama. Deberían empezar a mostrar a las chicas que se masturban al llegar a casa después de una cita que sí acabó en la cama. Tenemos tan interiorizado que nuestra labor es la de agradar que no dañar su orgullo prevalece siempre sobre nuestro propio placer o conveniencia.

Foto: Imagen promocional de la serie de Frankie Shaw 'SMILF'. Opinión

The New Yorker publica un relato a la semana y, hasta el momento, 'Cat Person' es el más leído del año. Kristen Roupenian, la escritora, cuenta a través de Margot y Robert como funcionan esos primeros escarceos desde el punto de vista de una mujer. Desde niñas se nos educa para, como decía Virginia Woolf, ser el espejo en el que los hombres se reflejan dos veces más grandes de lo realmente que son. Hay que tratar su ego con más suavidad que su prepucio porque si no “se van con otra”, nos han dicho siempre.

¿Dedos o muñones?

El cuento refleja como las citas acaban siendo una montaña rusa emocional en las que nos preocupamos más de su bienestar que del nuestro y, para ello, no dudamos en modificar nuestra conducta, reir chistes que no nos hacen gracia, simular que sabemos menos que él del tema de conversación o fingir un orgasmo si percibimos que en vez de dedos tiene muñones. A las grandes mujeres les corresponde estar detrás de los grandes hombres, dice el dicho, y nos comportamos en consecuencia.

Llevan años pidiendo un manual de instrucciones para comprender a las mujeres y cuando se lo entregas en forma de fábula lo desprecian

Si echáis un vistazo en twitter veréis que miles de mujeres se han sentido identificadas con Margot y otros miles de hombres se han sentido humillados con el relato. La cuenta Men React to Cat Person (@Mencatperson) está recopilando las reacciones de quienes prefieren defender su hombría que escuchar y aprender. Llevan años pidiendo un manual de instrucciones para comprender a las mujeres y cuando se lo entregas en forma de fábula lo desprecian. Bueno, pues molt bé, pues adiós.

placeholder Kristen Roupenian, autora de 'Cat Person'.
Kristen Roupenian, autora de 'Cat Person'.

El punto con el que más identificada me he sentido de 'Cat Person' es con el hecho de que acabara acostándose con alguien que no le resultaba físicamente apetecible, mayor que ella, con tripa y cubierto de pelo. También que describiera como esta repulsión se transforma en una atracción algo perversa, en la que sentir que él está gozando - siendo consciente de que está follando con una mujer físicamente superior a él - se convierte en la clave de su excitación.

Tener sexo con gente poco atractiva

Preguntad a vuestras amigas. Es bastante frecuente que mujeres atractivas reconozcan que follar con nerds, gordos o maduros es una fantasía que no solo hemos materializado en diversas ocasiones, sino que hasta alguna vez les hemos convertido en nuestras parejas. Pensad en la cantidad de veces que habéis visto por la calle a hombres especialmente atractivos con mujeres que no lo son. Ahora al revés. Pues eso.

La de polvos que he perdido con señores que tenían pelos en las orejas por no ir bien depilada

Es la máxima expresión del altruismo, de esa entrega desinteresada a los demás en que se nos educa, como eso de que la belleza está en el interior y demás cuentos chinos dirigidos exclusivamente a nosotras. Lo fascinante es que esta idea sigue vigente. Somos tan abnegadas que hasta nuestra propia excitación la delegamos en lo capaces que somos de estimular al de enfrente. La de polvos que he perdido con señores que tenían pelos en las orejas por no ir bien depilada. Era mejor irme a casa con el calentón que arriesgarme a que su erección se viera amenazada por mi vello. Hay que joderse.

Otro temazo del relato, y que también ha generado controversia entre el género masculino, es el del placer de ella. La realidad es que si iniciáramos un #metoo para ver cuantas mujeres no han sentido nunca un orgasmo durante una relación sexual lo mismo se cae internet. En general, darnos placer no es algo que les interese. Además, se recibe como un insulto a la masculinidad que no consigan llevarnos al climax después de un par de minutos taladrando bruscamente y, por otro lado, una mujer que muestra apetito sexual – e iniciativa - es una puta.

El clítoris ese gran desconocido

En la película 20th Century Women, que os recomiendo fervientemente, el protagonista intenta explicar a un compañero de clase que si no estimuló el clítoris de la chica con la que se acostó la noche anterior lo más posible es que ella no se hubiera corrido. El chaval responde atizándole de lo lindo y mandándole a casa con la cara rota. En el imaginario masculino nosotras tenemos que corrernos como ellos creen que se hace y no como nosotras digamos que nos gusta. ¿Para qué escuchar, verdad?

En 'Cat Person' el orgasmo de Margot ni llega, ni se le espera, ni a él se le ocurre preguntar si necesita que le haga algo después de haber terminado. Todo un clásico. No he podido evitar recordar a Tony Soprano manifestando que un hombre de verdad no le come el coño a su esposa.

Se ha incidido tanto en la idea de que no estamos interesadas en el sexo y que no necesitamos follar, que es impresionante la cantidad de gente que, pasada la treintena, continúa sin saber complacernos manualmente, por poner un ejemplo. Siendo sincera, fácil no es. Hay que echarle ganas y mostrar iniciativa, como hacemos nosotras. Sería interesante que empezáramos a crear en masa artículos didácticos sobre lo que realmente nos gusta: cómo masturbarnos, las posturas en las que nos resulta más fácil llegar al orgasmo, como manejar la lengua para que tu chica se empape los muslos o como dejarte penetrar analmente sin dolor porque a ella le encantará tomar las riendas.

A veces internet es un lugar maravilloso. Ha resultado ser el mejor altavoz para trasladar nuestra visión del mundo. Con 'Cat Person' el mensaje es claro: en las relaciones personales y sexuales nosotras también contamos. Y yo añado: tenemos un clítoris y estamos dispuestas a usarlo.

Hablamos de encuentros consentidos en vez de deseados, no vemos a las chicas correrse en la pornografía y las revistas femeninas están plagadas de titulares del tipo “Posturas sexuales para cuando él quiere y ella no”, “Fijaciones sexuales que él quiere que tú le hagas realidad” o “cosas que los hombres odian en la cama”. Cada vez que se trata el tema de la sexualidad lo que se hace es abordar el deseo masculino. Como en la totalidad de las disciplinas, lo que se refiere a nuestro placer es algo así como un subgénero de las relaciones sexuales, algo secundario, una boutade.