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Los Planetas contra Montoro
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Víctor Lenore

La banda (sonora)

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Los Planetas contra Montoro

La banda granadina vuelve a la carga con un nuevo EP repleto de política, drogas y flamenco

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Los Planetas tienen nuevo trabajo. Son solo cuatro canciones, pero muy esperadas, ya que su último álbum de estudio, Una ópera egipcia, se publicó hace cinco años. Demasiado tiempo para la voracidad de sus seguidores. ¿Qué aportan estos diecisiete minutos? Musicalmente poco, ya que siguen buceando en la psicodelia indie solemne, subgénero dominante en Inglaterra en los años noventa, que ellos convirtieron en marca de la casa.

Giro "radikal"

La sorpresa viene de la canción de apertura, la más explícita que han compuesto en más de veinte años de carrera. Se titula El duendecillo verde y podrían haberla escrito Eskorbuto, grupo emblemático del rock radikal vasco. El objetivo de este himno macarra es el actual ministro de Hacienda, Cristobal Montoro, responsable de subir el IVA cultural hasta el 21 por ciento.

La letra no se queda en medias tintas: "A mí no me amenaza nadie/ me cago en tu puta madre, a mí me vas a amenazar/Digo lo que me da la gana, cuando me da la gana/ Y te digo que ya no puedes ser más subnormal".

No mencionan explícitamente a Montoro, pero ponen muy fácil adivinarlo: "Y si le dices que es un fascista/ te manda a casa el recaudador de impuestos". ¿Estamos ante una politización del grupo granadino? Más bien ante un calentón por la chulería de Montoro, un político especialmente hostil al colectivo de los artistas, sobre todo desde aquella gala del "No a la guerra" de los Goya 2003.

Psicodelia narcisista

Los Planetas nunca fueron un grupo especialmente politizado. Su discurso se basa en los conflictos con las chicas, experiencias con drogas y los estados de ánimo extremos típicos de la juventud. Solo podemos describirles como rebeldes si les comparamos con la Conferencia Episcopal. Su primera letra explícitamente política fue Vuelve la canción protesta (1996), donde arremetían contra la oleada de cantautores surgidos en los años noventa.

"No me creo lo que dices/porque no es verdad/a partir de ahora nunca más", cantaba J., seguramente pensando en Ismael Serrano. Nada le parecía peor que una letra explícita sobre problemas sociales. Por eso Los Planetas siguieron flotando en sus paraísos artificiales, ajenos a los abusos de las élites y la desigualdad social.

Durante mucho tiempo, la única lucha que pareció interesarles fue la que mantenían contra su compañía discográfica en busca de mejores condiciones en su contrato. A este conflicto le dedicaron un disco completo: Los Planetas contra la ley de la gravedad (2004). Se trata, en general, de una apología del narcisismo, que retrata al artista como víctima hipersensible de una sociedad cruel y demasiado zafia para valorar su talento.

Para ser justos, hay que señalar que aquel disco contenía un himno político brillante. Hablamos de Canción del fin del mundo, donde parecían intuir la debacle económica que se nos venía encima: "Van a pagarte lo mismo/por el doble de trabajo/si no haces algo para remediarlo".

Otro verso denunciaba los proyectos inmobiliarios faraónicos y la emigración juvenil: "Van a hacer un aeropuerto, donde habíamos quedado/ vamos a tener que irnos a otro lado". Curiosamente, esta pieza se compuso de manera colectiva, durante una noche de farra, en la que J. recogió las mejores frases que soltaban sus colegas (y añadió otras propias). ¿Conclusión? Los Planetas son capaces de hacer letras que vayan más allá de sus propias narices, el problema es que ese enfoque no parece motivarles demasiado.

Mis problemas con el "jaco" y las mujeres

El resto de canciones de Doble fatigas confirman su ensimismamiento habitual. Motores de combustión es más un experimento atmosférico que una canción propiamente dicha. Allí usan y abusan de los trucos lisérgicos habituales, mientras J. susurra sensaciones personales medio comprensibles. La dicción es tan farragosa que para pillar alguna frase tuve que buscar la letra en Internet. Se trata del enésimo homenaje o saqueo al libro de estilo de Galaxie 500, grupo de culto indie.

El resto de canciones de Doble fatigas confirman su ensimismamiento habitualEl resultado es un disco redundante y prescindible

La tercera pieza, Estadística, consiste en un épico lamento con un narrador hundido por su mala fortuna con las mujeres. Un tema clásico del pop-rock, también de Los Planetas, que no parece agotar su atractivo. ¿Habrá algún día en que J. se canse de escribir sobre lo injustas que son las chicas, la forma malévola en la que se portan y lo mal que corresponden a sus nobles sentimientos? Después de veinte años escuchando al grupo, mi impresión es que no. Doble fatigas se cierra con la adaptación de unas bulerías de Juan Moneo "el Torta", prestigioso cantaor recientemente fallecido. El tema se llama Heroína y J. la canta con extrema empatía. Bien pasados los cuarenta, parece que Los Planetas siguen siendo incapaces de escapar del estereotipo de artista romántico y bohemio, solamente preocupado por sus subidas y bajones emocionales. El resultado es un disco redundante y prescindible.

Los Planetas tienen nuevo trabajo. Son solo cuatro canciones, pero muy esperadas, ya que su último álbum de estudio, Una ópera egipcia, se publicó hace cinco años. Demasiado tiempo para la voracidad de sus seguidores. ¿Qué aportan estos diecisiete minutos? Musicalmente poco, ya que siguen buceando en la psicodelia indie solemne, subgénero dominante en Inglaterra en los años noventa, que ellos convirtieron en marca de la casa.

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