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El golpe de la NBA a la clase media y baja del baloncesto europeo
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Darío Ojeda

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Darío Ojeda

El golpe de la NBA a la clase media y baja del baloncesto europeo

El convenio colectivo que entrará en vigor en 2017 no solo sube los sueldos en la NBA, sino que también amplía las plantillas y refuerza la importancia de la D-League (liga de desarrollo)

Foto: Adam Silver, comisionado de la NBA (Thomas Peter/Reuters)
Adam Silver, comisionado de la NBA (Thomas Peter/Reuters)

En el 2013, el Obradoiro fichó a Mike Muscala, un joven jugador de 22 años recién salido de Bucknell, una universidad sin ningún resultado relevante en el torneo de la NCAA, que había sido elegido en la segunda ronda del 'draft' por los Dallas Mavericks, pero que no consiguió ganarse un sitio en la NBA. Nada más aterrizar en la ACB, aquel pívot de 2,11 metros se convirtió en una de las mayores apariciones de la temporada. Tan bueno fue su rendimiento (14,6 puntos y 7,8 rebotes de media) que en febrero, tras 20 partidos, fue fichado por los Atlanta Hawks, equipo en el que aún juega.

A partir de ahora, un caso como el suyo será más difícil que suceda. "Vamos a dejar de ver a jugadores como Muscala o como Hummel (un ejemplo casi calcado también en el Obradoiro). Esos jugadores, que son segundas rondas, posiblemente se vayan a quedar allí (en la NBA)", dice en conversación telefónica Richi González, de la agencia de representación Xpheres. La explicación a este cambio está en el nuevo convenio colectivo para los próximos siete años (2017-2024) que firmarán la NBA y el sindicato de jugadores (NBPA en sus siglas en inglés) si lo aprueban en sus respectivos órganos de decisión.

Lo más llamativo del acuerdo, que evita un nuevo cierre patronal ('lockout'), es la subida de los salarios, que se adaptan al contrato de televisión que entró en vigor en verano y que triplica al anterior. Eso ya provocó que el límite salarial para esta temporada subiera más de un 30% y que los contratos firmados antes del comienzo del curso fueran los más altos de la historia. A partir del año que viene lo serán aún más. Y no solo los de las estrellas: los sueldos de los novatos, el mínimo de veteranos y las excepciones subirán un 50%. El salario medio se situará en 8,5 millones.

Foto: LeBron James sonríe durante una entrevista en el 'Media Day' de los Cavaliers

Eso ya de por sí es una mala noticia para el baloncesto europeo, incapaz de competir con esos sueldos. Se cuentan con los dedos de una mano los equipos que pueden oferecer aquí lo que allí son salarios medios-bajos. Pero más preocupante que eso, que ya sucedía, es la parte del convenio que afecta a la D-League, la liga de desarrollo, una competición controlada por la NBA en la que la mayoría de sus franquicias tienen equipos de su propiedad a los que envían jugadores para que terminen de formarse y en la que otros muchos intentan hacerse un hueco en la mejor liga del mundo. El nuevo convenio triplica el sueldo de los jugadores (de 25.000 dólares a 75.000) y crea un contrato en dos direcciones para que puedan jugar en la D-League sin dejar la NBA. Las franquicias podrán ampliar sus plantillas hasta 17 jugadores para acomodar esas fichas.

Una buena parte de esos nuevos 60 jugadores, que hasta ahora se quedaban a las puertas de la NBA, acababan en equipos europeos tras ser elegidos en segunda ronda (sin contrato garantizado) o no ser 'drafteados'. Rara vez en los de primer nivel (los que luchan por ganar la Euroliga), pero sí en los de un escalón por debajo. En España, por ejemplo, equipos que luchan por meterse en 'playoffs' y jugar competición europea. Con la nueva situación tienen más incentivos para quedarse allí. "La decisión de jugar en D-League para los jugadores jóvenes respondía casi exclusivamente a la expectativa de estar cerca de los equipos de la NBA", apunta en un correo electrónico Himar Ojeda, director deportivo del ALBA Berlín y exresponsable de esa parcela en el Estudiantes y en el Gran Canaria.

"Hasta el día de hoy, la NBA quería testar en las ligas europeas a posibles jugadores para su liga. Ahora lo que quiere es testarlos en la D-League. Entre venir a la liga ACB cobrando 6.000 u 8.000 dólares al mes o quedarse en la NBA cobrando ese mismo dinero, que es más o menos donde se van a colocar los salarios... El jugador atractivo va a preferir quedarse", afirma González.

"Vamos a tener menos opciones de poder llegar a ciertos jugadores", dice por teléfono Félix Fernández, director deportivo del Baskonia. "La NBA quiere generar una D-League fuerte, que jugadores que igual antes se les podían marchar a Europa o al mercado chino se queden allí. Tendrán que tomar la decisión de si quieren seguir jugando en la D-League o ser jugadores importantes y desarrollar sus carreras en Europa para luego volver a la NBA, que es su sueño, con un estatus. Es difícil hacer entender esto a veces a ciertos jugadores, sacarlos de ese ambiente de la NBA, de todo lo que mueve", continúa.

"Depende mucho de los jugadores y de las expectativas que se hayan (o su entorno les haya) creado", dice Himar Ojeda, hasta el año pasado jefe de 'scouting' internacional de los Hawks. "Algunos tienen claro que para ser profesionales del baloncesto deben ir adonde hay un trabajo. A los que tenían expectativas altas de entrar en NBA les suele costar un par de años, pero la dura realidad, en la mayoría de las ocasiones, les hace entender la situación. En general, los americanos son bastante profesionales en ese sentido: si han decidido ser baloncestistas profesionales, tienen menos problemas que los europeos por ir donde sea a jugar".

El golpe puede ser más fuerte aún para la ACB, cuyos salarios de mitad de tabla para abajo no son competitivos. "En Francia y Alemania el sueldo medio de los jugadores americanos está por encima de los de la liga española", asegura Richi González. De esa situación puede salir beneficiado el jugador español, que ha perdido protagonismo en la ACB. Eso evitaría que, ante la falta de oportunidades aquí, jugadores jóvenes decidan dar el salto a Estados Unidos y terminar de formarse allí, como ya se hace en edad universitaria. "No lo descarto. Cada vez hay menos equipos compradores de esos jugadores jóvenes con potencial. CSKA, Fenerbahçe, Efes, Galatasaray, Olympiacos, Panathinaikos, Real Madrid o Barcelona solo quieren jugadores que estén formados y tengan experiencia, que sepan ganar", dice González, aunque aún no ve a la D-League como el lugar ideal de formación. "Creo que debemos invertir más en jugadores locales. Luego, teniendo en cuenta que habrá menos jugadores de calidad disponibles, debemos seleccionar más para traer solo jugadores americanos que realmente den más nivel a nuestros equipos", dice Ojeda.

"En Francia y Alemania el sueldo medio de los americanos está por encima de los de la liga ACB", asegura Richi González, de la agencia Xpheres

"Vamos a tener menos opciones de poder llegar a ciertos jugadores", reconoce Félix Fernández. Pero no todo está perdido. Hay argumentos para seguir convenciendo al jugador americano, el producto más preciado del mercado (Estados Unidos es el mayor exportador del mundo, según el 'International Basketball Migration Report 2016' elaborado por la FIBA y CiES). El primero, el económico: los sueldos en la D-League, como en la NBA, son brutos. En Europa, en cambio, los impuestos corren por cuenta del equipo, apunta González. Himar Ojeda señala otra clave: "Con esa figura del nuevo jugador con contrato NBA pero jugando en D-League, imagino que la mayoría de los 'call-up' (ndr: cuando una franquicia NBA reclama a un jugador) serán para él, así que para el resto esa posibilidad no debería ser algo a favor para quedarse en esa liga. Por lo menos es un argumento que yo pienso utilizar". "Habrá que ver cómo se va desarrollando y cuál es la ambición y lo que quieren los jugadores", comenta Félix Fernández

"Normalmente, tras un año en la D-League, los jugadores y sus agentes se dan cuenta de que si no han conseguido entrar en un equipo NBA, las opciones son reducidas. Sin renunciar al sueño de jugar en NBA, entienden que deben jugar a otro nivel para seguir persiguiéndolo", continúa Ojeda. En su opinión, a pesar de los cambios, la NBA sigue valorando la formación europea de jugadores. Pero con su nuevo convenio, la liga norteamericana ahoga un poco más al baloncesto europeo. Si con sus inalcanzables salarios ya eslquilmaba (y seguirá haciendólo) a los grandes del Viejo Continente, con la mejora de las condiciones en la D-League amenaza ahora a la clase media y baja.

En el 2013, el Obradoiro fichó a Mike Muscala, un joven jugador de 22 años recién salido de Bucknell, una universidad sin ningún resultado relevante en el torneo de la NCAA, que había sido elegido en la segunda ronda del 'draft' por los Dallas Mavericks, pero que no consiguió ganarse un sitio en la NBA. Nada más aterrizar en la ACB, aquel pívot de 2,11 metros se convirtió en una de las mayores apariciones de la temporada. Tan bueno fue su rendimiento (14,6 puntos y 7,8 rebotes de media) que en febrero, tras 20 partidos, fue fichado por los Atlanta Hawks, equipo en el que aún juega.