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Cristiano cambia el discurso cuando Florentino acelera con su sustituto
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Antonio Sanz

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Cristiano cambia el discurso cuando Florentino acelera con su sustituto

Lewandowski, que quiere imitar a su ídolo Raúl y jugar en el Real Madrid, es el elegido para relevar al portugués, de ahí ese "me quedo" de Cristiano que sonó a desafío. El Bayern tampoco lo pondrá fácil

Foto: Lewandowski celebra un gol marcado al Real Madrid con el Bayern el pasado verano. (REUTERS)
Lewandowski celebra un gol marcado al Real Madrid con el Bayern el pasado verano. (REUTERS)

‘Donde dije digo, digo Diego’. Así, sin más. Sin rubor alguno. Ni es la primera ni será la última ocasión en que se cambie de discurso. Tampoco es patrimonio de Cristiano Ronaldo. La estrategia común de exponer en voz alta lo que a cada ser interesa propagandear es patrimonio de la humanidad. En la partida de ajedrez en que se convierte una negociación cada parte utiliza el movimiento de piezas en beneficio propio. Y en esas discurren el Real Madrid y la estrella de Madeira. ¿Respira el madridismo? Quizá. Algunos, como el presidente, entienden que el delantero portugués enfila la recta final de su carrera, que seguirá marcando goles, pero con un rendimiento decreciente. Vamos, que lo dan por amortizado. Por tanto, toca trabajar para acertar en el siguiente paso: encontrar al mejor sustituto. Con fichas negras, quien aún mantiene el vínculo contractual como asidero para hacerse fuerte. Cristiano ha decidido que si se produce la salida, ésta será con el mayor botín en la cuenta corriente. El planteamiento del círculo cercano del ‘7’ es claro: “No nos vamos, nos echan”. Por aquí, el digo y el Diego.

No queda tan lejos cuando la revista alemana ‘Kicker’ publicó una entrevista con Cristiano donde el goleador dejaba en el aire su vinculación futura con el club blanco. El relato decía que “en este momento juego para el Real Madrid, pero nunca se sabe”. Las palabras cayeron con tufo de despedida. El chico no atravesaba un buen momento en la entidad: distanciado con la dirigencia, ofendido por la salida de Ancelotti y lejano a las ideas de Benítez, de quien lo separa un océano en lo personal y en lo profesional. En aquel momento, la estrategia era poner nervioso a Florentino, mostrarse imprescindible y coquetear con quien puede adquirir sus servicios a partir de julio. No resultó baladí la escena con Blanc, a quien habría podido dar las gracias en privado, ni tampoco el devaneo con el jeque propietario del PSG. Ni siquiera las señales sin compromiso a Sir Alex Ferguson en la premier londinense de su aventura cinematográfica. Pero lejos de encontrarse la puerta blindada, Ronaldo y su asesor se encontraron con el desdén del poder. El Real Madrid seguía a lo suyo: en busca del ‘9’ perdido.

Cristiano Ronaldo recuperó la voz en la zona mixta tras hacer historia en el Santiago Bernabéu. Ni se marcan cuatro tantos en Copa de Europa todos los días, ni se supera cada año el récord anotador en una fase de grupos. La goleada al Malmoe calmó la voracidad blanca, empezando por la de su mejor goleador. Después se presentó el momento idílico para ajustar cuentas públicas. Tocaba justificar los extraños movimientos del pasado más reciente. La frase más rotunda debía ser la del futuro. Ese “me quedo” sonó a desafío, sobre todo después de lo expuesto anteriormente. Es cierto que CR7 acaba contrato en junio de 2018 y que la cláusula para rescindir el documento es inalcanzable y precisa negociación. También es cierto que el mensaje contaba con un único destinatario: Florentino Pérez. El resto del discurso resultó conciliador: “Blanc habló muy bien de mí y se lo agradecí, igual que al jeque”; “hay que dar tiempo a Benítez”; “el entrenador está trabajando bien”; “los jugadores también somos culpables”. Y el más destacado: “con Florentino bromeé”

A pocos extrañó la presencia de Cezary Kucharski en el palco de invitados del Real Madrid. Ni era su primera visita, ni será la última. Es viejo conocido del hogar merengue. El asesor deportivo de Robert Lewandoswki repite secuencia con la dirigencia blanca. Florentino se movió con él en los primeros meses del año 2014. Entonces, el polaco decidió agotar el contrato de cuatro temporadas que lo vinculaba con el Borussia Dortmund para firmar por el Bayern. El presidente blanco lo intentó, pero llegó tarde a la cita. Robert había estampado ya su rúbrica bajo el membrete oficial de Múnich. El compromiso alcanza hasta junio de 2019 y no existe en el contrato ninguna compensación económica a utilizar para romperlo unilateralmente. Esto también lo sabe Pérez que juega con el desgaste del futbolista para aplacar las ínfulas del Bayern. Kalle Rummenigge, con Hoeness en prisión es quien maneja los hilos deportivos de la entidad, se ha mostrado ufano con la aparición de Kucharki en el estadio madridista: “Mirando el contrato, no hay razón para ponerse nervioso”. Se barrunta una pelea de titanes, especialmente por el deseo de Lewandowski, que quiere imitar a su ídolo Raúl y vestirse de blanco.

Mirando por el retrovisor recuperamos lo ocurrido durante el año 2013. Entonces, el Dortmund rechazó una oferta del Bayern de 25 millones de euros para adelantar la fuga del polaco. No hubo acuerdo y en los primeros días del año que quedaba libre se anunció el fichaje, cuya incorporación no fue efectiva hasta seis meses después. El diario germano ‘Der Spiegel’ apuntó que la operación se infló hasta 80 millones de euros -55 repartidos en 5 años de contrato y aquellos 25, que acabaron finalmente en el bolsillo del jugador-. Robert, nacido en Varsovia e hijo de deportistas (padre judoca y madre jugadora de voleibol), es un goleador consumado con 27 años, en plena madurez deportiva. Por este futbolista, y tal y como contamos en El Confidencial hace más de un mes, Florentino está decidido a repetir hazaña galáctica. El punto de partida es el gasto que los alemanes colocaron en su balance de resultados. Esos 80 ‘kilos’ buscarán rebaja por el empeño de Lewandoswki en ser madridista. Eso sí, Pérez recibirá de su propia medicina: ni el Bayern necesita el dinero, ni pretende fortalecer a un rival directo de Champions. Y en medio, el futuro de Cristiano Ronaldo. Casi nada.

‘Donde dije digo, digo Diego’. Así, sin más. Sin rubor alguno. Ni es la primera ni será la última ocasión en que se cambie de discurso. Tampoco es patrimonio de Cristiano Ronaldo. La estrategia común de exponer en voz alta lo que a cada ser interesa propagandear es patrimonio de la humanidad. En la partida de ajedrez en que se convierte una negociación cada parte utiliza el movimiento de piezas en beneficio propio. Y en esas discurren el Real Madrid y la estrella de Madeira. ¿Respira el madridismo? Quizá. Algunos, como el presidente, entienden que el delantero portugués enfila la recta final de su carrera, que seguirá marcando goles, pero con un rendimiento decreciente. Vamos, que lo dan por amortizado. Por tanto, toca trabajar para acertar en el siguiente paso: encontrar al mejor sustituto. Con fichas negras, quien aún mantiene el vínculo contractual como asidero para hacerse fuerte. Cristiano ha decidido que si se produce la salida, ésta será con el mayor botín en la cuenta corriente. El planteamiento del círculo cercano del ‘7’ es claro: “No nos vamos, nos echan”. Por aquí, el digo y el Diego.

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